sábado, 15 de agosto de 2015

Los 33: tragedia chilena al ojo hollywoodense

Todos recordamos la génesis de lo que pasó, sabemos los nombres de los responsables, las penas de cárcel que nunca llegaron, lo débil de nuestra legislación laboral, los móviles de televisoras de todo el mundo trabajando en la cobertura noticiosa, el rescate mismo transmitido en directo por CNN y la BBC para el mundo. La tragedia de esos 33 hombres, cuya vida se detuvo bajo tierra, fue noticia mundial en 2011.
El guion estaba escrito, no había que darle ninguna forma. Había protagonistas, líderes, antagonistas, trama, locación, mezcla de sentimientos, hilo conductor. El guion era carne, sólo faltaba el dinero para la producción y un director que tomara las riendas del proyecto. Muchos pensamos que lo más lógico es que esta tragedia fuera contada por chilenos pero el entusiasmo llegó antes, y desde la meca del cine.

Fue difícil ver la película con ojo crítico porque había que dejar fuera todos los detalles que, como chilena, conocía y que sabía que no estarían incluidos en la película porque ésta es una visión hollywoodense sobre una historia chilena, protagonizada por actores extranjeros y, más extraño aún, en idioma inglés. Había que ser cauta y no dejarse impactar por la impresión de que el discurso podía sonar totalmente falso, pero sacándonos todo tipo de teñido previo debo decir que “Los 33” es una buena película.


La mexicana Patricia Riggen fue la encargada de construir el relato de este drama basado en el rescate de nuestros mineros hace ya un par de años. La película recrea con buenas escenas y tomas todos los aspectos relevantes de la cadena de sucesos: el desplome de la mina, la convivencia, las dudas, la fragilidad y el rescate. Riggen sorprende por su meticulosidad a la hora de los encuadres, apoyándose en los ambientes y sus actores como pilares para lograr un buen resultado. Quizás algunas escenas salen algo más forzadas por este rasgo obsesivo, pero finalmente se logran. Si hay que decir un punto negativo sobre esto, es que la directora pone énfasis en los cuadros, en las tomas y pierde el protagonismo de las historias, las que, sabemos, tienen raíces profundamente sociales de desesperanza, de falta de oportunidades, de sacrificio, de lucha, y que podrían haber sido mejor explotados.
En rescate de la dirección se erige poderosa la figura del minero Mario Sepúlveda, interpretado por Antonio Banderas, quien toma en sus manos el liderazgo de este grupo de hombres sometido a una crueldad del destino bastante impensada; Alex Vega, interpretado por Mario Casas y Luis Urzúa, interpretado por Lou Diamond Phillips, son los escogidos para llevar el núcleo de la historia bajo tierra, en ellos se centra todo lo que la directora nos quiso mostrar desde el punto de vista humano.
Y en tierra firme los que generan la acción del drama son el ministro de Minería Laurence Golborne, interpretado por Rodrigo Santoro, y el ingeniero André Sougarret interpretado por Gabriel Byrne. Ellos toman la misión titánica de estructurar un rescate que a todas luces podía resultar tan épico como desastroso. Los familiares de los mineros atrapados también colaboran con la trama aferrándose a la esperanza, pero mostrando sentimientos de duda y aflicción por sus padres y hermanos atrapados en la profundidad de la mina. Las historias del campamento levantado por ellos mismos se notan reales y bien trabajadas, especialmente por una Juliette Binoche impresionante, fantástica, llenando la pantalla con su presencia.
La producción podría haber sido mejor pero se rescata el montaje y los efectos especiales y de sonido. Mérito aparte es la buenísima BSO a cargo del fallecido James Horner (ganador del Óscar por la banda de “Titanic”) quien estructura piezas estudiadas y llenas de música nortina, las que sirven como apoyo perfecto para la mayoría de las tomas abiertas y ambientan el paisaje como un elemento a favor.
En síntesis, buena película desde el punto de vista técnico, tiene altas dosis de emotividad, de fragilidad pero se nota que no hubo intención de ahondar en lo que llevó a esta tragedia: la precariedad del trabajo.

Es obvio que la agonía de esos hombres no fue un "accidente" sino una tragedia que se sobrevino por una serie de elementos legales, laborales, sociales etc. Quizás estas aristas quedaron fuera porque, tal vez, deban ser contadas por chilenos en la dirección y actuación, porque al final era curioso darse cuenta que dentro de las casi 2 horas de película no hubo ningún garabato chileno. Eso sí que da para decir que esta historia la contaron extranjeros.

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