sábado, 13 de octubre de 2018

Better Call Saul, temp 4: el mejor producto dramático del año


La historia del carismático abogado de Walter White ha sido tan atractiva como la serie madre, aunque más oscura y con menos acción. Sin embargo, en eso radica la magia que ha sostenido a "Better Call Saul" en sus cuatro temporadas: en sugerir más que en mostrar, haciéndose adulta, libre de comparaciones y con la posibilidad de servirse la temporada de premios, porque su producción dramática está a un nivel superlativo.

Hemos llegado a un punto en donde muchos estamos empezando a  resignificar "Breaking Bad". Porque finalizada la cuarta temporada de “Better Call Saul” estoy dudando de seguir llamándola un spin-off (lo es), porque ha alcanzado tal solidez que ya es capaz de caminar completamente sola, marcando tiempos que la podrían poner en situación de premios. Hemos llegado, en esta sesión, a la fundación de ese Albuquerque conocido por sus laboratorios y antihéroes sin moral.

¿Se acuerdan de esa última conversación entre los hermanos McGill?. La inclusión del hermano mayor en el desarrollo del personaje de Jimmy fue tan acertada, que creíamos que sin Chuck se perdería un eslabón que apuntaló al menor ante la audiencia. Sin embargo, su muerte no causó gran resquemor en Jimmy y decidió que era una mochila que no quería cargar. Asesinando a Chuck en su memoria, de alguna manera también mató al Jimmy que conocimos los tres años anteriores.

A diferencia de otras series que se llenan de nuevos personajes, en esta cuarta sesión "Better Call Saul" necesitó de sus 5 ó 6 habituales para ser relevante, siendo Kim la reina absoluta gracias a un desarrollo psicológico complejo. Tal como lo escribió el director Guillermo del Toro (completamente rendido ante la serie) ella fue la clave, jugando un rol fundamental en este inicio de transformación hacia Saul Goodman. Tras luchar contra su ética, Kim se vuelve aliada de las trampas de Jimmy, sin darse cuenta cómo esto dañaría su relación. El inicio del capítulo 7 enfatizó perfectamente ese apartado de la trama.

Paralelamente, las historias de Mike (Jonathan Banks) y Gustavo Fring (Giancarlo Esposito) siguieron progresando hacia "Breaking Bad". Mientras el primero trabajó junto a los criminales y mostró su sangre fría asesinando en plena noche (en una toma de fotografía brillante), el segundo extendió su poder  destruyendo a los Salamanca y construyendo la futura fábrica  donde trabajará White. Ambos arcos dramáticos se diseñaron para poner a los personajes en ruta hacia la serie madre pero sin prisa, con narrativas superlativas de un guion pulido y trabajado que amagó constantemente con presentarnos a Saul y haciéndonos temer por el futuro de Kim (qué impactante estuvo Rhea Seehorn, deben nominarla a todos los premios sin excusas). Juego psicólogico perverso de los creadores!


En cuanto a la puesta en escena, continuó la alta factura en todos los niveles, e incluso  cuesta señalar cuál fue el mejor capítulo de la temporada (el año pasado escogí a "Chicanery" como el que secundó al grandioso "Twin Peaks"). "Smoke" y ese inicio cargado de tensión, cada segundo es un nudo en la garganta. "Breathe" tuvo el mejor diálogo de Kim defendiendo a Jimmy ante Howard. "Quite a Ride" es mi favorito y está lleno de guiños a BB, sobre todo por ese blanco y negro de absoluto dramatismo y tensión. "Something Stupid" estuvo cargado de emoción y con una secuencia de inicio fantástica. "Piñata" mostró a Jimmy tomando el control y urdiendo un plan para vengarse de esos pillos que le jodieron su negocio de celulares y "Winner" también se pelea los honores. Cada uno de ellos se lució con encuadres perfectos, armados para ser más fuertes que las palabras; una fantástica fotografía, que siempre buscó ensombrecer; un rico lenguaje audiovisual puesto al servicio de la historia más un grandioso uso de los silencios y del ruido ambiente, sin necesidad de tener que musicalizar las escenas; el montaje bordeó lo insuperable (nuevamente el episodio 7 es digno de todos los reconocimientos). Pero la joya principal es y sigue siendo el manejo constante de la tensión. Una genialidad magnánima a nivel de producción.

Vince Gilligan y Peter Gould no se apartaron demasiado del universo que crearon, pero lo encararon desde otro ángulo y con tópicos más humanos, golpeándonos donde más nos duele. Cuando Jimmy logró recuperar su licencia de abogado y anuncia que regresará a los negocios turbios con un nombre falso, queda develado el clímax del mejor drama del año, el mejor confeccionado, el mejor actuado y el mejor psicológicamente trabajado. El rictus confundido de Kim y el "It’s all good, man" nos pusieron ante la posición que todos veíamos venir. Los últimos 2 minutos de la temporada fueron un golpe directo al mentón,  porque nos señala que el genial Jimmy McGill se ha ido en busca de una quinta temporada de definiciones.