lunes, 22 de abril de 2024

Ripley: el mal siempre triunfa

Interpretar a un personaje icónico, como Tom Ripley, puede ser una trampa para cualquier actor; porque hay que ponerse en la piel de alguien que, en esencia, no es nadie. El célebre estafador llegó a Netflix de la mano de Andrew Scott y Steve Zailian, en una adaptación vibrante, llena de elementos distintivos y artísticos, que nos hacen regocijarnos en la idea de que el mal termina siempre imponiéndose ante el bien.


Patricia Highsmith fue una de las grandes escritoras de género policiaco, centrando su obra en torno a la mentira y el crimen. La saga de Tom Ripley comenzó en 1955 y desde allí ha tenido varias adaptaciones al cine. La primera, con Alain Delon, y la última, con Matt Damon. En ambos casos, el rol fortaleció la carrera de ambos actores, siendo el turno, en 2024 y en formato serie, de Andrew Scott, bajo el paragua universal de Netflix.

Dirigida y adaptada por Steve Zailian, ganador del Oscar por el guion de ‘La lista de Schindler’ y creador de la magnífica ‘The Night Of’, su reto era conseguir un nuevo Ripley, uno que se incluyera en la discusión de si  Alain Delon, Dennis Hopper, John Malkovich o Matt Damon fueron mejores, o si su versión los sobrepasaba. Por otro lado, el salir por una plataforma como Netflix también implicaba un trabajo en el ritmo y visualidad, pues la masa de espectadores que allí se encuentran, probablemente nunca habían escuchado hablar de este personaje. En este campo, se decidió por una fotografía increíble en blanco y negro, obra de Robert Elswit, 

‘Ripley’ desarrolla y estampa su sello en ocho episodios que, pese a tener un ritmo pausado, son una oda al clasicismo, al cine de los cincuenta. A esto, se le suman otra serie de elementos que hacen crecer la propuesta. Está el guion, que se toma su tiempo en contarnos su trama y la propuesta visual; está Robert Elswit (ganador del Oscar por ‘Petróleo Sangriento’) y su trabajo de lujo en la foto, elevando cada plano hacia el arte, dándose tiempo para que uno desee estar en esos lugares de ensueño.


En una época en la que todo es consumo rápido y hay demasiadas propuestas para ver, este ‘Ripley’ deja respirar sin convertirse en fatiga; cada mirada, cada gesto, cada música tiene un por qué y van armando el set de elementos que crean el ambiente de la serie, para que todo vaya explotando hacia la segunda mitad de la temporada. Pero si hay que referirse a un elemento como esencial, ese es Andrew Scott; nos da un Ripley perfecto, uno refrescante, que maquina, que va urdiendo ideas en su beneficio a través de la mentira y su carisma único. Una mente privilegiada que Scott  la demuestra con pocos gestos, muy calculado, y creemos que se ha ganado la nominación a los premios de la temporada. Johnny Flynn no llega a la altura del Dickie Greenleaf de Jude Law, pero Dakota Fanning sí está perfecta en Marge Sherwood y su expresión de continua sospecha hacia Tom Ripley.

También hay que mencionar la banda sonora de Jeff Russo (‘Fargo’), que acompaña continuamente al personaje principal por esas calles italianas. 

La suma de todo otorga una serie con identidad propia y permite conseguir no sólo belleza instantánea, sino conexiones visuales que acentúan la profundidad de la tensión; allí sobresale la atenta mirada del gato Luccio, que parece vigilar a Ripley en todo momento, o también ,los planos a la sobras de arte del Caravaggio o las estatuas que adornan cada casa y cada calle italiana de esa época. Este thriller está lleno de sorpresa y de suspense, dos elementos que hoy poco se encuentran y que Netflix supo amparar para beneficio de la historia.

En un momento en el que la mayoría de las series optan por acelerarlo y rellenarlo todo, con miles de subtramas confusas y personajes que no aportan, en ‘Ripley’ es el silencio, la historia, lo que importa. Sin duda, esta serie es un gran acierto y tendremos que ver muchas series durante el año para encontrar alguna que se le iguale en calidad visual, en un guion con giros como los de antaño, en una actuación descollante, silenciosa y ganadora que, aparte de desear ver pronto el siguiente episodio, te deja unas ganas únicas de vivir en ese pequeño Atrani.