Con una trama inmensa y una
estética gótica, “Dark” fue una de las grandes revelaciones de Netflix en
2017. El mundo clamó por su continuación
y ya presentó su segunda temporada, con una narrativa superior y personalidad propia,
mostrando este mundo caótico en el que Jonas debía infiltrarse para encontrar sus propias respuestas,
las que fueron abarcando varias líneas de la filosofía y el existencialismo.
“Ahora no es “cuándo”, sino “en
qué mundo”. Continuidad directa y sólida. Casi dos años hubo que esperar para
que Netflix trajera la segunda temporada de una apuesta silenciosa que, en
2017, le tributó tanto o más gas que “Stranger Things”. El futuro
postapocalíptico que da vida a la historia se presentó como un agujero lleno
de acertijos, donde la verdad sobre las desapariciones de los habitantes
de Winden servía como excusa para entrar en la dinámica narrativa. Baran bo Odar y Jantje Friese se enfrentaban a
la impensada temporada 2 de “Dark” con un público masivo exigiendo respuestas a esas
preguntas con tintes filosóficos, religiosos, del libre albedrío y demás, sobre
la conexión entre el pasado y el futuro. Los viajes en el tiempo mueven la
historia, pero acá son utilizados para plantear cuestiones como el de dónde
venimos, hacia dónde vamos, si somos realmente libres.Este correcto tratamiento
le dio otro status a la ficción y exige atención y convicciones.
Si con 3 tiempos argumentales el
panorama ya era complicado de seguir, en la sesión 2 se arriesgan con
más, sumando dos puntos cruciales a esas separaciones de 33 años. Ahora
estuvimos mucho más en el pasado y futuro que en el presente, siguiendo a un
Jonas que continuaba su cruzada para salvarse a sí mismo, pero al paso que
avanzaba se iba dando cuenta de que esto era mucho más grande que su propia
urgencia. Y así “Dark” funciona, porque es inteligente en el uso que hace
de un género en el que casi todo está dicho. Tras dos episodios iniciales necesarios
para reparar asuntos narrativos inconclusos, desde
ahí el guion se hace cargo de lo que
viene y lo hace con planteamientos cada vez más interesantes, que la hacen
crecer como propuesta, y reserva su clímax para el episodio de mitad
de temporada. Parecía difícil encajar todas las piezas, pero la serie siempre
lo consiguió.
Sin duda que el guion es lo que
marca el ritmo y el tono de la temporada con una base narrativa mucho más negra que la de la sesión debut, alejándose de Hawkins
para acercarse a “Twin Peaks”. Hay una evolución evidente en el
drama y en la estética, muy bien utilizada por Odar y Friese, para dar esa
sensación de desesperanza y dolor en el estado de ánimo de los personajes y en el
misterio que se respira en cada escena. Y si le sumamos la paleta de colores y
la melancólica banda sonora, se elabora todo un circuito narrativo del cual es
difícil escapar, porque te lleva, te sirve como hilo conductor.
Saber que la temporada 3 será la
última ayuda a confiar en que no tendremos idas y vueltas innecesarias en esta
potente historia, la que ha ido dejando muchos heridos en el camino y nos da un
matiz de cómo se ve nuestro mundo en 33 años más y cuáles son las preguntas que
allí se hacen. La segunda temporada de “Dark” acierta en todo, es pura
oscuridad y se clava como una de las mejores series originales de Netflix.