jueves, 9 de abril de 2015

BETTER CALL SAUL: Con sello propio

Seis años antes de Walter White, Saul Goodman era otra persona. Si usted vio las andanzas de Walter ya sabía, por el título de esta nueva serie cuya primera temporada acaba de finalizar, cuál iba a ser el hilo conductor: la vida y milagros del abogado cómplice de White antes que se convirtiera en par de sus andanzas.


Saul Goodman fue uno de los personajes más populares de “Breaking Bad”, y verlo convertido en protagonista absoluto de un programa nuevo parecía una idea atractiva pero arriesgada. ¿Conseguiría cumplir con las expectativas? Luego de ver toda la temporada, mi impresión es que el resultado es altamente satisfactorio.
Los comentarios sobre “Better Call Saul” han ido desde la aprobación medida hasta el más total entusiasmo. La crítica ha sido casi unánime al considerar que la serie arrancó algo lento, en sus 3 primeros episodios sobre todo; que se tomó su tiempo para presentar la trama y presentar a Saul como Jimmy. Pero cuando llegó el capítulo de mitad de temporada, “Better Call Saul” mostró todo su poderío, tiró sus cartas sobre la mesa, y luego de eso cada episodio fue humor, interpretación, hallazgo y distancia con su serie madre.



Los pilares que sostuvieron esta temporada son la genial interpretación de Bob Odenkirk; este buen actor (que en “Fargo” ya nos impresionó) le dio a su personaje una dosis brutal de ingenio y también de sacrificio. Conocer a Jimmy cuando vivía casi en la indigencia, conocer que su despacho era una sucia oficina oculta tras una peluquería, pero superando esa adversidad con una tremenda agudeza explicitada a la hora de “inventarse” clientes. Jimmy mostró su faceta picaresca, con referencias a un pasado como estafador callejero, como un perdedor. Esa propuesta nos hizo empatizar tremendamente con él.


Otra presencia que le dio mucha fuerza a la historia fue la de Mike, personaje de Jonathan Banks, que fue un gran apoyo y que fue modificando el actuar del protagonista. Él también se mostró con variantes; de ser un modesto administrador de estacionamiento pasó a resguardar los intereses de su familia, haciendo tratos por drogas y moviendo su vida recordando el asesinato de su hijo. Este personaje, traído de la serie madre también, encajó muy bien y podría seguir teniendo desarrollo. Su actuar fue absolutamente esencial en el capítulo de mitad de temporada, donde todo da un giro, por tanto, su presencia no es azar.


Otro soporte fue la existencia de Chuck, el hermano fóbico de Jimmy. Otrora exitoso abogado de una firma prestigiosa, pero que por problemas de salud deja su puesto de lumbrera de la abogacía para recluirse en casa como un ermitaño añoso. Jimmy acude en ayuda de su hermano pero buscando sacar de él apoyo en tintes legales. La relación parecía algo que no era pues Chuck termina echando por tierra las aspiraciones de Jimmy de ser un abogado de prestigio. La relación con su hermano podría haber sido un factor solamente de esta temporada, pero queda la sensación de que el talento derrochado en la interpretación puede dar para otra sesión. Pero Jimmy también quiere volar solo y no estar al alero de un hermano que no valora sus esfuerzos.




Considerando estos elementos, “Better Call Saul” no es una comedia. Sin duda que tuvo mucho humor, pero éste fue expuesto con sutileza. Fue paseándose entre el drama y el thriller criminal con un tono de tragicomedia, acercándose a ratos a la tensión que nos movía en “Breaking Bad”. Hay varias secuencias que las habríamos visto en “Breaking Bad”, pero esta serie no busca ser “Breaking Bad”….las series no se conectaron profundamente en esta primera temporada, y no sabemos si es opción de Vince Gilligan hacerlo en el futuro cercano.
En esta primera temporada James McGill mostró su personalidad: desesperado e irresponsable, pero ocurrente y buscando motivación y valoración a través de su título de abogado. No tenía hambre justiciera pero quería tener clientes como una forma de autovalidación. Antes de ver el inicio, podría haber existido la duda de si Bob Odenkirk y su personaje, que fue secundario en la ficción de Bryan Cranston, podría aguantar el peso del protagonista. La respuesta es rotundamente sí.

Algunos, de manera prematura, han querido comparar este esfuerzo con “Frasier”, ese otro spin off que terminó transformándose en una serie legendaria. Es demasiado pronto para lanzar tal aseveración porque no sabemos hasta dónde puede llegar “Better Call Saul”, ni siquiera los productores lo saben! Pero sí hay motivos para el optimismo.
“Ahora conoceremos quién es Saul realmente”, comentó Odenkirk antes de partir la temporada. Y eso es lo que hará “Better Call Saul”, mostrarnos la transformación de Jimmy en Saul. Porque eso es lo único seguro…..en algún momento Jimmy pasará a llamarse Saul, en algún momento sabremos por qué debió cambiar de identidad, sabremos cómo lo hizo y para qué lo hizo, por tanto, hay esperanza de que estamos recién en el inicio y que queda mucho paño por cortar.
¿La serie del año? , es muy temprano para asegurarlo pero dentro de las debutantes debiera ser top 3, a lo menos, por todo lo expuesto en estos 10 capítulos y porque, en algún minuto, conectará con la serie “madre”; sólo basta recordar los primeros minutos (memorables) donde se realiza un gran guiño a todo el viaje que hará el personaje nacido en “Breaking Bad”.




sábado, 4 de abril de 2015

Dr House, el Sherlock Holmes de la medicina

En el ciclo "Series que nos marcaron", voy a traer al presente a este genial médico que avivó la pantalla, durante 8 años, con dilemas éticos y morales, con frases memorables, con un humor negro artero, con desdén hacia la vida, con su deseo infatigable de ser un Sherlock Holmes aplicado a la medicina y para lo cual todo recurso (el que sea) era válido. Demasiado House en el Dr House, un personaje entrañable, con una interpretación espléndida de Hugh Laurie, y que impulsó el interés de las productoras de series en reavivar la temática relacionada con los médicos y la medicina.



 A House siempre lo vamos a reconocer por sus frases.

-El caso es una niña con un cáncer: House dice, "Que no se le acerque Cameron, la adoptaría".
-House entra en el despacho de Cuddy:"¿Sigue siendo ilegal hacerle una autopsia a alguien vivo?”.
-House a un médico del hospital:"Resulta que tus opiniones no dan buenos resultados. Te aconsejo que uses las mías".

Describir al Dr. Gregory House es fácil: exitoso médico de profesión, un fracaso como ser humano, y protagonista de una tremenda serie de televisión, estrenada el 2004, creada por David Shore. El argumento central nace de una columna médica escrita por la Dra. Lisa Sanders en The New York Times, y llegó a la TV para dejarnos a un personaje inolvidable, muy bien descrito por el guion y puesto como guante en la fachada de Hugh Laurie.
Difícil decidir qué es lo que más nos cautivó. Todo siempre estuvo en "armonía": Su facilidad asombrosa para atar cabos (lo que, curiosamente, ningún otro doctor puede hacer) y resolver casos complejísimos; su adicción al vicodin, su relación tan hermanable con Wilson, y su feroz capacidad de alejar a todo quien deseara acercarse.



El primer punto, en lo personal, es sumamente atractivo, pues a través de la medicina él se valida como ser viviente. Jamás le importo, siquiera un poco, alguno de sus pacientes, jamás se comprometió de verdad con un deseo de recuperación. Él sólo deseaba resolver el enigma médico que le planteaba cada ser humano, y para llegar a la resolución estaba dispuesto a todo: a escudriñar en un pasado tortuoso, en terribles historias familiares, de abandono, de abusos; era capaz de  mandar a su equipo a meterse a las casas de otros, a cometer actos de ilegalidad total (como cuando hicieron "eso" en el cementerio), todo en pos de la consecución del diagnóstico. En ese sentido, muy a lo Sherlock Holmes, unía cada dato, recordaba cada pisada, cada palabra, jamás le quedó un cabo suelto. Nunca necesitó de un libro de medicina, nunca recordó lo que le enseñaron en la Universidad, él sólo tenía su memoria y su olfato, con eso le bastaba para ser el mejor médico, escondido tras la fachada de un misántropo demoledor que no era querido, no era acompañado ni apoyado más que por un perro fiel: el Dr Wilson, que al igual que el Dr Watson de Sherlock Holmes, era su contacto con el mundo, su principal apoyo en el trabajo y en la poca vida que tenía fuera de el.


El Dr Wilson (Robert Sean Leonard), el Dr Foreman (Omar Epps), más la Dra Cuddy (Lisa Edelstein) fueron pilares que ayudaron mucho a sustentar a "House" como serie; cada uno en lo suyo, fueron un motor para que el personaje central se equilibrara, y a veces todo lo contrario, provocando las peores reacciones y las más sarcásticas respuestas oídas en televisión. Wilson en lo personal, Foreman tratando de encauzarlo en lo profesional ,recordándole (sin éxito) que era lo correcto en Medicina y en el actuar ético de la profesión, y la Dra Cuddy tratando de enseñarle a amar y amarse. Y es un hecho que cuando la Dra Cuddy (o más bien Lisa Edelstein) decide dejar la serie, ésta perdió una pata y la mesa empezó a desequilibrarse, anunciando que pronto se debía pensar en el final. Un personaje femenino con tanta fuerza como el rol principal masculino, y que nos dejó escenas memorables (¡cómo olvidar la estrellada del auto en el living de su propia casa cuándo ella decide dejarlo!).



¿Le debemos algo a House? Claro que sí!, le debemos:

Ser, junto con Toni Soprano y Don Draper, uno de los personajes mejor desarrollados por un guion de televisión. Porque siempre fue él, jamás se traicionó. Ni siquiera cuando estuvo recluido en la institución para enfermos mentales, donde conoció las miserias de los otros reclusos, los tráficos internos, las amenazas de bandas internas. Él también traficó, engañó, y ayudó a salvar enfermos.
Sus contradicciones: a pesar que se cree omnipotente necesita de su equipo para resolver los casos. Y así y todo, los maltrata constantemente. Y así y todo, ellos saben que están aprendiendo del mejor y “morirán” con él.
Su genialidad en la deducción; el utilizar el recurso de la experiencia y la asociación para reconocer cuál patrón se repite.
El conocer al ser humano y sus miserias. “Everybody lies” no sólo es el nombre del episodio piloto, sino también la base sobre la cual House fundamenta todo lo que hace. Todo el mundo miente. “La única variable es sobre qué”.
Su humor negro y artero, el que provocaba geniales revelaciones: “Si hablas con Dios eres religioso; si Dios habla contigo, eres psicótico”
Su pasión a la música. Esto es algo que Hugh Laurie descubrió justamente en la interpretación del personaje y, hacia el final, cada episodio era un regalo intenso de buena música.




Por todo esto y por capítulos de antología, la serie se consolidó totalmente. Ganó un Peabody, dos Globos de Oro y tres Emmy. Fue la serie más vista en 2008, con un promedio de 82 millones de personas en 66 países, y cómo todas las series autoconclusivas, fue agotándose hasta que se hizo necesario el final. Y de eso se valió el último capítulo de este fenómeno llamado "House": de la muerte, presentado como el enigma menos misterioso de todos. En un capítulo muy bien estructurado, donde aparecen personajes de temporadas anteriores que, en sueños, le hablan de las decisiones tomadas y a tomar luego de saber que Wilson está enfermo; en esos instantes, en esa vieja y abandonada construcción, él repasa lo que ha hecho y evalúa si es bueno desaparecer.....para el mundo, pero no para su amigo. La escena final nos habla que, a la larga, esta historia nunca fue sobre la medicina, nunca fue sobre la ética de la profesión, nunca fue sobre el amor o desamor. Era acerca de dos hombres solos, donde al final uno decide “morir“ (falsamente) por el otro y devolverle la mano ante un destino, según diagnóstico, adverso, y con la muerte como posibilidad en el horizonte. ¿Qué hubiera sido finalmente de House sin Wilson?