Ryan Murphy volvió a lograrlo. “Feud”
pareciera querer inventar un nuevo género a través de ficcionar rivalidades
históricas que “no nacen del odio, sino que del dolor”. El director se está convirtiendo
en una especie de dramaturgo, al explorar esta arista de llevar historias
reales a la pantalla, respetando el contenido histórico pero dibujando un guion
propio y una dirección que logra resultados muy eficientes. He ahí el gran
logro de “Feud”, cuya segunda temporada ya ha sido confirmada.
Ese dolor de haber sido adorada y
ahora olvidada es el que retrató la primera temporada de “Feud” (“pelea”, en
portugués) desarrollando un guion con el origen del dolor, pero aderezado con
los golpes directos que dos divas se dieron en lo más profundo, y que la prensa
de la época alimentó con ganas. La idea inicial fue retratar la dificultad
que tenían las mujeres de 50 años para encontrar buenos roles en el viejo
Hollywood, y qué mejor ejemplo para contar esa tesis que una rivalidad
histórica y efectiva: Bette Davis (Susan Sarandon) y Joan
Crawford (Jessica Lange) durante el período de grabación del clásico “¿Qué
fue de Baby Jane?”. Esta fue la punta de lanza de Ryan Murphy, quien además es
un reconocido admirador de Joan Crawford.
Bob Aldrich (interpretado de manera
muy correcta por Alfred Molina) tuvo la tarea de unir a las dos estrellas,
las que fueron tratadas como un producto en decadencia por ser maduras y no
poder sostener films más comerciales. La perspectiva de los medios de
comunicación cobró relevancia en “Feud”, pues ellos ayudaron a perpetuar la
idea de que Joan y Bette eran pilares del egocentrismo. De hecho, gran
parte del enfoque de la serie gira en cómo los medios empeoraron esta
rivalidad con comparaciones físicas y profesionales, ya que el Hollywood de los
‘50 y ‘60 era una especie de industria de la belleza, que alababa a sus divas
hasta cuando las arrugas delataban el paso de los años, convirtiéndolas en ejes
que ya no engranaban en la cultura pop. Esta arista fue soportada por Hedda Hooper,
una periodista que sabía los secretos más escondidos de las piezas que movían
Hollywood. Su nombre fue encarnado recientemente en “Trumbo” y ahora se repite
en “Feud”. Judy Davis dio vida a la periodista que funcionaba al off the récord
y que se jactaba de haber destruido carreras y haber potenciado otras. Ese
poder tenía en Hollywood.
Otra intención declarada de Ryan
Murphy para llevar esta rivalidad a la pantalla, era la de redimir a Joan
Crawford. Vapuleada por décadas tras la película que protagonizó Faye Dunaway (y
basada en el libro de su hija), Murphy quería establecer que nunca se ha dicho toda
la verdad sobre la actriz, la que tiene una historia de vida digna de admirar y
que no corresponde al prototipo de actriz de esos años: fue víctima de maltrato
y tuvo un ascenso social desde lo más bajo, ganándose su espacio haciendo películas
de dudosa calidad y peleando su lugar sin apoyo; este crecimiento en rango
social sería el que desencadenó su terror a la pobreza. En ese contexto, “Feud”
destaca el virtuosismo de Crawford pero también lo equilibra mostrando sus
manías, las que se ven en los extraños tratamientos de belleza que seguía, el
aprendizaje con la silla de ruedas o el repaso exhaustivo a las historias sobre
mujeres que ofrecía el mercado literario y que tan pocas opciones le dejaban. Murphy,
parte “explotando” el divismo loco de ambas actrices para, de a poco, ir
señalándoles un camino de redención.
Actuaciones
Dese que se anunció la dupla
Lange-Sarandon como protagonistas, sabíamos que esto no podía fallar. No solamente
ambas están consagradas, sino que tienen esa impronta de actriz de “carácter”
que les permite pasar de situaciones complejas a otras risibles sin mayor
esfuerzo.
En cuanto a Susan Sarandon, le
dio todo la personalidad directa, altiva, nada vulnerable, que tan bien definía
a Bette Davis. Y como si hubiera funcionado una especie de ley de la compensación,
Sarandon tiene menos protagonismo, pero alcanza un par de escenas mejor
logradas que Lange. Lo único que no nos convenció del todo fue el tono de voz
que consiguió, pero sería hilar demasiado fino. Por su parte, Jessica construyó
su personaje mostrando a una Joan llena de debilidades pero con ganas de
batallar contra todo obstáculo.
Unas líneas para el personaje de “Mamacita”,
el que también fue real. Anna Marie Brinke fue contratada por Crawford a comienzos
de los 60, para ser una ama de llaves muy especial. Jackie Hoffman la interpreta
de una manera muy graciosa pero no olvidando el carácter serio y recto de quien
fue enrealidad. Una de las revelaciones de la temporada, pues su función era
como la de un pepe grillo, al que no se le ponía suficiente atención.
Guion
Para armar los guiones, todos los
episodios se centraron en un momento de esta rivalidad, los que van desde
pequeños sabotajes durante el rodaje de “…Baby Jane” a la agresividad
maquillada de esa noche del Oscar de 1963, con un
impecable cruce de imágenes de lo que realmente ocurrió (imágenes reales de la
transmisión) y lo que pasaba en bambalinas (interpretación de la serie). El
texto de ese episodio es impecable y describió cómo la fortuna lograda por la
película no ayudó a "reactivar" las carreras de las actrices.
El guion tampoco dejó fuera los
problemas de Crawford con el alcohol: “El alcoholismo es un riesgo asociado a
ser actor, a ser viuda o a estar solo. Y yo soy las tres cosas”, sentenció.
En general, los guiones de la
temporada fueron un punto fuerte, estuvieron concisos y enfocados, sin permitir
la distracción del espectador. Y la dirección de los episodios fue más que correcta
en todo: ambientación, dirección de arte, fotografía etc.
Uno de los mejores capítulos fue
el dirigido por Helen Hunt, donde se empieza a construir la ruta hacia la
reivindicación. En una de las mejores escenas de la temporada, Joan se enfrenta
a Bette y le enrostra sus defectos, a lo que Bette reacciona preguntándole qué
se sintió ser la chica más bella del mundo; Joan responde que fue “maravilloso, pero no lo
suficiente”. Joan le contapregunta qué significó ser la actriz con más
talento en el mundo, y Bette le da la misma respuesta. Hubiera sido genial una
pregunta más! Porque el guion, a través de este diálogo, las puso en simetría, con
una Bette deseando ser bonita y una Joan deseando ser talentosa.
Más allá de la rivalidad, “Feud”
nos permitió observar ese viejo Hollywood y nos dio momentos de mucha
nostalgia, los que fueron más numerosos si bien nos acercábamos al final de
temporada. No era una melancolía simple, era una melancolía transformada en
admiración, porque aunque seamos muy jóvenes y no toda la filmografía de estas
actrices nos sea familiar, la serie construyó todo un universo de veneración; y para los que aún tienen recuerdos de esas películas y esos actores, la sensación era más real aún. Todas estas sensaciones de veneración son refrendandas como tal en el último fotograma del capítulo final, quizás
uno de los momentos más emotivos que veremos este año, en uno de los mejores
debuts de la temporada.