sábado, 25 de junio de 2022

Obi-Wan Kenobi: la pequeña gran historia del misterioso ermitaño

La miniserie del universo Star Wars se centra en la depresión de Obi-Wan, en el sentimiento de culpabilidad por todo lo que le ha ocurrido a la galaxia. Él tenía que entrenar al Elegido y ha fallado, ya que Anakin ha creado el Imperio y es un cazador de Jedi. Todo se ha perdido y en seis episodios, con más tintes de película que de miniserie, se va contando la forma en que él se va redimiendo y dando contexto a otros personajes.

 

La mayoría de las críticas a Kenobi se han centrado en las ‘luces’ y no en su rol dentro del trasfondo de la saga. Siempre ha sido fácil criticar el montaje, la dirección o los efectos y olvidarse del auténtico corazón de esta saga, que conecta generaciones gracias a sus raíces míticas y la fuerza de su relato.

En Kenobi, el ermitaño lleva diez años susurrando y suplicando  un perdón que no llega. Se nos transmite, de manera satisfactoria, la desolación y la tristeza gracias a un Ewan McGregor tremendo, que adapta el tono que Alec Guinness le dio al personaje en la trilogía clásica. De esta manera, el viaje que emprende Kenobi es  de expiación a través de la protección de una niña (elemento clásico en la saga); a lo largo de la travesía deberá reencontrarse a sí mismo para comprender la verdad, de que probablemente  él no tiene la culpa de aquello que lo atormenta.

Es ahí donde vienen los paralelismos y los simbolismos que tanto nos gustan. El episodio final de Obi-Wan Kenobi tiende un gran puente entre el Episodio III y el IV, disfrutando el volver a ver a Ewan McGregor y Hayden Christensen como Obi-Wan y Anakin; en cuanto a Anakin, la serie nos regala flashbacks y algunas escenas en las que el actor canadiense se reencuentra con el personaje que marcó su carrera. El primero, el de la Orden 66, debe ser una  de las escenas más icónicas de la franquicia, pues la hemos visto en La venganza de los Sith, en Jedi: Fallen Order, en cómics, en Clone Wars, en Bad Batch, en El libro de Boba Fett y ahora aquí. Y, junto al duelo del cual acertadamente se articula la quinta parte de la serie, consigue que comprendamos más de la caída de Anakin y cómo la piedad puede llegar a salvar; en el flashback, Anakin afirma que la misericordia nunca vencerá a nadie y muchos años después, será precisamente la misericordia la que salve a Skywalker. Como guiño, recordamos la escena de El regreso del Jedi donde Vader le decía a Luke que Obi-Wan una vez creyó que todavía él, el lord oscuro, podía redimirse. La serie se pesca a esa conversación y también de otra, cuando en Una nueva esperanza, Vader le decía a Obi-Wan que la última vez que se vieron, él era solo un aprendiz, pero ahora es un maestro. Kenobi juega con estos elementos y, si bien no queda tan claro ese intento de devolver a la luz a Vader, sí vemos cómo queda retratado como aprendiz, gracias al quinto episodio. 

Otro acierto y aunque los fans vetustos no lo reconozcan, es Vivien Lyra Blair; se roba cada segundo como la princesa Leia. A su corta edad, fue capaz de mostrarnos atisbos de aquella luchadora que conocimos en Una nueva esperanza y no me cabe duda de que Carrie Fisher hubiese aprobado totalmente su papel. Además, las dinámicas de la pequeña princesa nos confirman que era ella quien debió haber sido  entrenada en la Fuerza. Por otro lado, como inquisidora, Moses Ingram lo hace muy bien con un personaje hecho para detestarlo, aunque comprendas de dónde ha surgido y creo que, en el episodio quinto y sexto, logra una evolución interesante, aunque nada sutil; y por fin vemos qué papel jugará en el futuro. Ojalá  hubiesen hecho lo mismo con Ben Solo.

Por desgracia, el resto de los inquisidores juegan un rol más pequeño. El Quinto Hermano volverá en Rebels, pero la Cuarta Hermana se convierte en una incógnita que esperamos ver más adelante en alguna producción. Más relegada queda Tala, la que no logra destacar debido al irregular  cuarto capítulo, pero  su sacrificio da algo de luz a la visión más mortal de los personajes del Imperio. Y un detalle  interesante, aparte de un cameo de C-3PO, que tiene que ver con Bail Organa, Owen y  Beru, completando el rol de estos personajes dentro de la saga; si bien nos habría gustado más minutos en pantalla para ellos, ahora entendemos un poco más el sacrificio de estos personajes en la película de 1977.

La música de la miniserie, especialmente en los momentos que evocan a la trilogía original, juega un papel fundamental y si bien hay momentos en que se utiliza de manera memorable, la propuesta musical queda por debajo de anteriores BSO, y más allá de algunas debilidades, el guion  logró mostrar que el vínculo entre Obi-Wan y la princesa nos conmoviera, y se lo debemos  a la precisa elaboración emocional de Ewan McGregor, contenida pero llena de matices que le dieron credibilidad a su sentimiento. No obstante, los esfuerzos de Deborah Chow y el guion de Joby Harold, Hossein Amini y  Andrew Stanton se ven ensombrecidos a causa de una circunstancia inevitable: sabemos que todos los principales héroes van a sobrevivir  y eso le resta fuerza al drama, lo que no impide que siempre tengamos curiosidad por cómo se resolverán las situaciones. Lo que sí resuelven bien es  el combate decisivo entre Kenobi y  Vader, con James Earl Jones en la voz; éste se estiró hasta el final pero porque había  para darle la épica que corresponde a un acontecimiento como ese, y tanto la coreografía como la dinámica visual y los coros de la banda de Natalie Holt, dan con el tono épico. El espectáculo de los sables  y sus colores opuestos no decepciona, pero podría haber sido mejor, mientras que el intercambio de palabras entre  McGregor y el que fuera su aprendiz, nos deja conformes y es suficiente para entender que el jedi supera su dolor y su sentimiento de culpabilidad.


Esta miniserie ha servido para enriquecer principalmente a Leia, ya que ahora entendemos más  ese ‘ayúdame, Obi-Wan Kenobi. Eres mi única esperanza’, su conexión con la Fuerza, sus habilidades con la mecánica en el Halcón o la decisión de llamar a su hijo Ben. Si todo fue un ejercicio  de continuidad, está bien logrado y no rompe ningún lapso de tiempo ni nada por el estilo. Claramente es una miniserie poco perfecta, pero en el suma y resta, la sensación es de ganancia porque a estas alturas, toda historia del universo debe ser apreciada desde la fuerza que radica en la profundidad de la historia de Star Wars, en aquello que hace que la saga siga viva tantas décadas después, y aunque  no hay anunciada una segunda temporada y su directora dijo que el personaje se debía tomar vacaciones, deja promesas de continuidad para varios personajes.

Próxima parada del universo, Andor, serie protagonizada por Diego Luna, aunque antes tendremos una parada con el especial LEGO Star Wars.

domingo, 19 de junio de 2022

Peaky Blinders, final: La violencia como otro personaje

La historia de los Shelby no ha llegado a su fin con esta sexta temporada, pero sí cierra varias aristas de ella. La season final se resume como satisfactoria y toda una lección en la forma de analizar la sofisticada crueldad de su premisa, realizando el último trayecto de los Shelby de manera elaborada y muy potente.

 

El inicio de temporada fue, visualmente, impactante. Retomamos a Thomas Shelby intentando suicidarse, sin haberlo logrado y de bruces en el barro. Lizzie le pone al tanto de que Arthur quitó las balas al arma, aunque se las deja por si quiere finiquitar su intento. El haber decidido partir desde el mismo punto en que la historia había quedado, nos hizo preguntarnos de inmediato cómo resolverían la ausencia de Polly Gray. Era la gran pregunta de esta temporada, pues todos sabíamos del fallecimiento de la actriz  Helen McCrory. Su personaje de Polly siempre tuvo una presencia monumental en la historia y buena parte del primer capítulo es un homenaje tácito, no sólo a la actriz, sino al papel de Polly en la trama; todo un acierto, si se tiene en cuenta que el personaje fue el centro de la familia Shelby y la serie lo tiene muy en cuenta, pues traspasa un dolor palpitante, un punto de presión y una obligación a hacer un giro que fue duro en el guion. La escena de Shelby con el rostro desencajado dejó claro que la sexta temporada recorrería lugares oscuros, algunos de ellos no sólo para concluir las variadas líneas argumentales, sino que también para elucubrar sobre los puntos más altos de la historia. Y aunque los nuevos capítulos no son del todo conclusivos  (básicamente porque hay una película anunciada ), sí es evidente que los guionistas de Peaky Blinders manejaban muy bien el sentido multidimensional de su historia, en cuanto al alcance y a su poder. Y a partir de ahí, deciden avanzar hacia un nuevo espacio narrativo que sorprende por su efectividad. 

Un salto temporal nos lleva a 1933 y a la isla Miquelón, dominio francés en las cercanías de Canadá. Es el último día de la Ley Seca en Estados Unidos y el negocio de esa isla era, justamente, el contrabando de alcohol. Aquí aparece la primera paradoja: Tommy ya no bebe licor, solo agua, lo que desencaja a su contraparte y hasta lo entienden como traición, saliendo de la incómoda reunión citando un poema brillante sobre la ira y los enemigos. Por otro lado, ¿Quién fue el traidor de Black Cat? Peaky Blinders no da una solución sencilla pero tampoco simplifica su argumento, de modo que el primer capítulo es el que ofrece respuestas; no todas ni en orden, pero sí que coinciden con la mayoría de las teorías que manejaban los fans en los foros y canales de análisis. Una salvedad que hace especial al primer capítulo de la temporada, porque da una mirada que cohesiona la historia como conjunto.


Estamos de acuerdo que ni la quinta ni la sexta temporada han sido las mejores, porque las anteriores les habían dejado la vara alta, a pesar de algunos detalles que no quedaron bien resueltos. Por ejemplo, cuando en el cementerio gitano, Esmeralda puso a Tommy al tanto de la niña fallecida, temimos un deus ex machina, pero la situación estuvo bien resuelta y lo que nos deja es que la maldición solo estuvo en la cabeza de Tommy. En cambio, sí pareció un deus ex machina lo del hijo perdido; un personaje que solo apareció en los tres episodios finales y que se siente introducido a la fuerza, adquiriendo inusitada importancia a cada segundo. Tampoco se entiende bien en qué momento este hijo cambia su posición y se manifiesta como el responsable del legado familiar…aquí faltó una transición, un mayor desarrollo del personaje. También nos queda la duda qué le dijo Tommy al oído… ¿Le contó que iba a morir o hay algo más?. Suponemos que esos detalles son introductorios para la película anunciada para 2024.

Otra situación no tan bien resuelta, fue la posición de Ada; en un momento, la vemos como una Michael Corleone asumiendo la impronta familiar que antes había rechazado, y parecía más lógico que fuera ella y no un desconocido quien quedara a cargo. Lamentablemente su personaje se desdibujó en los últimos capítulos, a pesar de escenas brillantes, como en la reunión con Mosley y su futura esposa (representando a Thomas) y cuando sale a repeler a balazos a los nazis. Y queremos volver sobre  Polly, ya que su muerte quedó con explicación insuficiente y ajustada al límite con el desarrollo de la trama posterior. Quedaron sin cerrar las historias de Nelson y Mosley.  Tampoco se cerró totalmente el arco de Gina, con una interpretación genial de Anya Taylor-Joy  que fue saliendo de escena hacia el final. ¿Esclarecerán todo esto en la película?. Es una posibilidad. 

La guerra, que prácticamente marcó el inicio de la serie, siguió presente hasta el final: Arthur resuelve el tiroteo con máscaras antigás; Tommy no mata a Holford porque es la hora de la paz. Alfie también tiene su carga y es un personaje que merecía más pantalla.


Por otro lado, la temporada final también fue una ratificación de los puntos altos que siempre distinguieron a la serie. La fotografía entregó momentos inolvidables, como el intento  de suicidio inicial, el funeral de Ruby, el tiroteo del Garrison, la escena  del carro ardiente con él y su caballo dentro del plano (tal cual el primer episodio de la temporada 1), por nombrar algunos.

Las actuaciones se llevan otro galardón. Cillian Murphy nos dio un personaje creíble, magníficamente caracterizado en su decadencia y sus conflictos, pero prácticamente todo el elenco es digno de mención, no hubo puntos bajos. Y qué decir de la BSO con Nick Cave, Sonic Youth, Radiohead, Arctic Monkeys,  , Black Sabbath, hasta Mozart y Puccini. Todo ese contraste musical de estilos, encajaba perfectamente con el clima agobiante que la serie propuso.

En definitiva, hemos visto cuatro temporadas brillantes y dos buenas, lo cual es mucho más que la media de las series. El final fue emotivo, aunque la “última cena” perdiera algo de fuerza al saber que Tommy vivirá,  y solo queda preguntarnos qué nos traerá la película anunciada para 2024. Peaky Blinders regresó en plena forma para enfrentar su final, con la energía de los misterios no resueltos y las preguntas que abren la puerta a otros conflictos. Todo un logro que la convierte en una propuesta magnífica en cuanto a su mecanismo argumental.

viernes, 3 de junio de 2022

42 Días en la Oscuridad: ineficiencia e injusticia

La primera apuesta de Netflix por la producción nacional tiene la capacidad de atrapar, de no dejar escapar al espectador. Construida como un muy buen thriller policial, y basado en un caso real, ’42 Días en la Oscuridad’ refresca la pantalla demostrando que es posible hacer producciones de mucha calidad en el país.


Basado en el material escrito por el periodista Rodrigo Fluxá en el libro ‘Usted sabe quién: notas sobre el homicidio de Viviana Haeger’, la historia nos transporta al año 2010 y al relato de la desaparición de esta mujer en Puerto Varas. Claudia Hiaquimilla y Gaspar Antillo dirigieron la ficción que contó con la producción de Pablo Larraín y con una sinopsis que señalaba que “en medio de una tormenta mediática, una mujer lidera la búsqueda de su hermana desaparecida en una exclusiva comunidad de Chile”. Estas líneas responden a una estructura de historia vista muchas veces, pero que cuando tiene un caso sustancioso, le da vida nueva a un formato que lleva décadas en la televisión (thriller de desapariciones); el gran reto para la producción chilena era cómo armar una historia de seis horas, con un resultado que los chilenos conocían desde el inicio.

Para lograrlo, ’42 Días en la Oscuridad’ se narró en seis episodios de entre 40 y 50 minutos, demostrando que es hacia allá donde debiera apuntar el  streaming….series más cortas y con capítulos que no lleguen a la hora de duración. Producida por Claudia Di Girólamo, Pablo Macaya y Daniel Alcaíno, el resultado nos gusta porque, si bien sigue la línea típica que Netflix le ha puesto a estas ficciones, significa el aterrizaje del gigante en el país y con este buen inicio, la obligación de los productores es nivelar con propuestas por sobre este caso.

A través de los episodios, que se desarrollan rápido, vertiginosamente, pero definiendo muy bien el arco de los personajes, la serie agrega  elementos de ficción a una historia difícil de creer, donde la hermana de la desaparecida lucha incansablemente por descubrir lo que pasó, en medio de un acoso mediático insoportable, de un trabajo policial errático y de algunos personajes que al parecer solo quieren entorpecer la investigación.


’42 Días en la Oscuridad’ está  muy bien construida en todas sus aristas: narrativa, actoral, de foto. El guion contiene muchos pasajes del sur de Chile que se van mezclando con el desarrollo de la historia; la paleta de colores de los exteriores es densa, lúgubre, de magnitud, con imágenes de ese sur amplio que se pierde en el horizonte, dando cuenta que la resolución de este caso será tan magnánima como el territorio gélido que la rodea El gran trabajo de fotografía acompaña y resignifica la tristeza y frialdad de la historia.

Por otro lado, están las excelentes actuaciones de un reparto al que le quedó como guante cada personaje asignado, destacando el rol de Pablo Macaya, quizás en el mejor papel que le hemos visto, como el abogado Víctor Pizarro, que no teme escarbar donde nadie quiere, pero que al pasar del tiempo, las obstrucciones y nulo apoyo de la policía y la fiscalía hacen que el peso del caso se derrumbe sobre sus hombros, destruyendo su moral profesional y humana; Daniel Alcaino está imperturbable como Mario Medina, el esposo de la desaparecida,  quien se mete dentro de una calma abismal y de quien es imposible saber qué siente o piensa. Y Claudia Di Girolamo, como Cecilia Montes, completa el trío de grandes interpretaciones como la hermana de la víctima y sobre quien recae el factor emocional de una familia atravesada por el morbo de la prensa y la impericia policial; ella tiene excelentes escenas. Aplausos también para Amparo Noguera, Néstor Cantillana, Claudio Arredondo, en roles más secundarios, pero que complementan perfectamente la estructura narrativa principal y aportan minutos valiosos para construir 6 episodios de mucho suspenso. En este caso, conocer el desenlace antes de empezar a mirar, fue solo un detalle, porque al final lo que rebota en nuestras caras es comprobar la ineficiencia de la justicia chilena, con sus múltiples consecuencias en la vida de las personas. 

Chile merecía una serie original de Netflix producida en el país.  Pablo Larraín, Silvio Caiozzi, Alicia Scherson y tantos que pavimentaron el camino, hoy nos permiten celebrar que el debut de Netflix en Chile es sumamente satisfactorio y puede promover historias más profundas y mejor construidas.

miércoles, 25 de mayo de 2022

Better Call Saul, mid-season: la jugada maestra (y sangrienta)

Cuando se supo que Thomas Schnauz escribiría y dirigiría el episodio 7, sabíamos que nada bueno venía para los personajes. En 50 minutos, se muestra el paso de la comedia al drama, el estupendo juego de ajedrez que diseñan las líneas argumentales y por qué cualquier esperanza es desechada. Incluso el título, ‘Plan y Ejecución’, indicaba que todo estaba al borde de la corniza.

Dos hilos se movieron en este excepcional episodio de ‘Better Call Saul’. Primero, es doloroso ver cómo Howard no pudo hacer nada frente al destino que se posó sobre él.  Es un hombre inteligente, ve el puzzle que tiene al frente y sabe juzgarlo por las piezas que están ahí, pero desconoce el significado oculto, desconoce que fue víctima de una jugarreta que salió estrepitosamente bien; finalmente, la droga le hace efecto, siente calor, se le dilatan las pupilas y la reunión del ‘Día D’ resulta un fracaso para él. Y, por otro lado, es impresionante observar cómo Lalo convierte las amenazas en oportunidades. En la conversación con el tío, donde supone que el teléfono del hogar de ancianos está intervenido, le dice que planeará una sorpresa contra el pollero esa misma noche, sabiendo que Mike está vigilando y que pica el anzuelo: Gustavo irá a su propia casa a esperar la supuesta emboscada.

Y la escena final está construida para que nos preocupemos, para que estemos tensos en todo instante. Jimmy y Kim están en su casa, viendo ‘Born Yesterday’, película clásica cuya trama refiere a una mujer que aprende a estafar y le roba a quien le enseñó, y al parecer están esperando a que Howard venga. Y no solamente viene, sino que trae consigo un monólogo que pinta todas las características de este dúo, donde incluso descifra que no lo hicieron por dinero ni poder, sino que por simple diversión, y es evidente como ambos disfrutaron toda la adrenalina que significó llevar el plan a cabo. En el living de Jimmy y Kim,  Howard ya es un hombre derrotado, pero que llegó hasta ese momento con lo único que le quedaba: su dignidad. La tensión sube, pareciera que Howard, motivado por la ira, podría intentar hacer algo fuera del personaje, pero la dupla sabe que él no representa un peligro real porque su hábitat son las oficinas de HHM. Pero todo da un giro dramático cuando la vela anuncia que alguien más ha llegado.

Lalo Salamanca entra cuan fantasma y la cara de horror de Jimmy lo dice todo, pero Howard mantuvo la compostura hasta el final, porque ni siquiera la pistola de Lalo lo llevó al pánico y resultó ser su inesperado ejecutor, tal cual el nombre del capítulo. El narco no le da tiempo para terminar cuando lo despacha de un  balazo , y ante el rostro petrificado de Jimmy y Kim, termina la mitad de temporada con un ‘Hablemos’.


En todos los capítulos anteriores sentíamos que se avanzaba hacia una gran explosión . Es verdad que el impacto que provoca el asesinato a sangre fría de Howard podría  verse como una forma de dejar sin efecto todo lo relacionado con su trama en esta temporada, pero en realidad, era una transición necesaria para que se produzca la definitiva caída a los infiernos de Jimmy y Kim, y que esto sea producto de la actitud de ambos. Y es que con el personaje de Bob Odenkirk hace tiempo que eso hubiese parecido lógico, pero con el de Rhea Seehorn ha sido, en estos episodios, cuando ha mostrado su lado más ambicioso, añadiendo así más incertidumbre al porvenir de Kim, quien es la gran incógnita de esta temporada final de 'Better Call Saul'.

Punto sin retorno

Quedan 6 capítulos y  no sabemos cuál es el camino que han elegido los responsables de la serie. Lo más lógico es pensar que esto no se trata de un simple  ajuste de cuentas, sino que Lalo ha hecho esto para que Jimmy y Kim lo ayuden en su cruzada contra Fring. Y esto último significa una exhibición de fuerzas que puede ser brutal, por lo que tener a dos abogados a sus pies, tras este asesinato terrible que ha provocado en sus caras y que va a desbaratar sus carreras, no le viene nada de mal. Tampoco olvidemos que el resto del episodio ha tenido mucho de un juego de ajedrez en los dos grandes arcos narrativos:  Mike haciendo gala de su capacidad para anticiparse a cualquier amenaza, y Howard viendo cómo todo se desmorona en esa reunión. Y la muerte de Howard nos trastoca porque es un final trágico para un personaje que merecía algo mejor, lo que,  seguramente, pesará en las conciencias de Jimmy y Kim de cara a la segunda mitad de esta temporada 6. Tal vez esto sea el punto de ruptura de su relación, lo que permitirá que llegue Gene Takovic, Nebraska y, finalmente, se enlace con ‘Breaking Bad’.


Pensamientos y paralelismos

**La muerte de Howard tiene un paralelo evidente con la de Hank en ‘Breaking Bad’. Howard es el Hank de esta serie. Ambos encontraron más de lo que buscaban y ambos murieron de un balazo sin terminar su frase.

**‘Better Call Saul’, así como la serie madre, solo usa las casualidades cuando estas ofrecerán gran impacto: poner a Howard y Lalo en el mismo lugar y a la misma hora, por ejemplo.

**‘El amor es una trampa’, dijo, al inicio del episodio, el actor que se hizo pasar por el juez Casimiro, solo para que Jimmy aparezca de inmediato en escena. Este empalme de tomas, sumado a lo ocurrido con el hacha en el episodio previo, cuando Jimmy y Kim se besaban, insiste en un final triste para la pareja.

**¿Quiénes son Leopold and Loeb, a los que hace mención Howard?. Son dos universitarios que intentaron cometer el crimen perfecto, en 1924. En ‘Breaking Bad’, Walter le dice a Saul ‘tú no eres Clarence Darrow’, quien fue el abogado que defendió a esos dos universitarios.

**El movimiento de cámara en la escena del maquillaje da un efecto de tensión único, donde otras series habrían puesto  una toma única.

**‘Tal vez haya cosas más importantes’, le dice Howard al pasante de la oficina que está acomodando las latas de bebida. Esa frase nos hizo conocer más de él, pero ya era muy tarde.

**Lalo Salamanca es el mejor Pennywise que hemos visto. Macabro y le gusta observar desde el desagüe.

**Cuando Howard llega a casa de Jimmy, la pareja está viendo en la televisión la película ‘The Born Yesterday’, la cual trata sobre un millonario que, a consejo de su corrupto abogado (que se llama Jim), le traspasa todo su dinero a su amante y ésta, que ya ha aprendido el oficio de estafar, después no quiere devolver.

**Cuando Lalo entra al departamento, la primera reacción de Kim es preocuparse de Howard y le suplica que se vaya. Este detalle nos hace pensar que su muerte la podría cambiar por completo, rompiendo lo que conocemos de ella hasta ahora y desenrollando la madeja para el final de todo.



martes, 22 de marzo de 2022

El Poder del Perro: la represión del western

Jane Campion suele enfocarse en mujeres, pero esta vez, la psicología del hombre se toma su exitosa propuesta.‘El Poder del Perro’ es un filme que, a pesar de ser silencioso, siempre está nadando en tensión, a punto de reventar, porque habla de la represión y la masculinidad tóxica. 

Phil, George y un grupo de vaqueros visitan el restaurante de Rose (Kirsten Dunst). Las mesas están adornadas por flores de papel creadas por su hijo Peter (Kodi Smit-McPhee), un joven sensible que resalta por su delicadeza y delgadez, lo cual lo vuelve una presa perfecta para Phil, quien quema una de las flores y arremete psicológicamente contra él, formándose un arco dramático que, pensamos, nos llevaría en una dirección más o menos conocida, pero siempre hay sorpresas en films como este.

‘El Poder del Perro’ es la nueva película de Jane Campion y está inscrita en el realismo psicológico. Adapta la novela de Thomas Savage que sigue a Phil Burbank (Benedict Cumberbatch), un vaquero despiadado y del tipo macho alfa. Es 1925 y el mundo moderno empieza a asomarse, incluso en aquella casa de los hermanos Burbank, donde la masculinidad de Phil se ve amenazada ante la llegada de la esposa de su hermano, una amenaza tan grande que deberá ser erradicada sin contemplación; ante la invasión de la nueva esposa,  Phil va a retraerse a un estado de niñez adulta, donde solo un propósito guiará sus acciones: deshacerse de Rose y de su hijo Peter (Kodi Smit-McPhee), volviendo el mundo que habitan un caos intolerable. La película los seguirá e irá estructurando la narrativa como un  un intercambio de agravios, del que no hay más salida que la derrota de una de las partes.

La primera mitad de ‘El Poder del Perro’ se concentra en la desagradable personalidad del protagonista, sin embargo, Campion recompensa eso con una segunda mitad impredecible, en donde el minimalismo cobra sentido. Aquí, la película toma una dirección inesperada, al tiempo que la tensión y sensualidad aumentan, pasando de un thriller sobre un hombre aterrorizando a una mujer, a un estudio psicológico de la represión emocional y sexual masculina.


Benedict Cumberbatch  es espeluznante en su rol, pues cada vez que levanta su cabeza o se escucha su silbido, es señal de peligro. La soberbia música propuesta por Jonny Greenwood refuerza esa siniestra idea. Y luego, Campion hace algo mucho más efectivo: las trayectorias de Phil y Peter se empiezan a conectar y allí es cuando la película levanta el vuelo. De repente, comprendemos que ambos son unos inadaptados con grandes similitudes; por ejemplo, la escena con el conejo deja ver que el muchacho también tiene un lado cruel. Y la ubicación del rancho, entre montañas y hombres trabajando, cobra fuerza en la historia, mientras que los planos generales de un Phil aislado se hacen más significativos, porque lo que inició como un tormento psicológico provocado por el machismo, se fue transformando en erotismo.

Cumberbatch entrega una actuación sólida, que adquiere mayor fuerza cuando es vulnerable. Kodi Smit-McPhee se lleva muchos aplausos y la química entre ambos hace crecer el film. Por momentos, el personaje de Rose y George desaparecen, pero Campion siempre encuentra una manera de regresarlos al cuadro, mientras nos regala, durante toda la cinta, minimalismo puro y duro: la sangre, el sudor, el reflejo de la luz sobre la piel, los detalles de la montura, la suavidad de las manos…todo brilla con la misma intensidad, al tiempo que los planos generales nos regalan majestuosidad silente y cómplice de lo que el guion desarrolla.

Jane Campion vuelve a poner sobre la mesa personajes tan humanos que nos sentimos afligidos cuando los conocemos y no sabemos qué pensar de ellos. Son personajes que incomodan, porque eso transmiten, ni siquiera ellos están cómodos con ellos mismos. Eso inunda la pantalla mientras los sentidos se deleitan con un apartado técnico impecable. Su acertado elenco, los bellos paisajes, la fuerza de la historia, y fundamentalmente, la conjugación de todos estos elementos bajo una dirección notable, hacen que ‘El Poder del perro’ sea capaz de transportarnos a un mundo de hace 100 años ,y con eso, sigamos reafirmando que el western es un mar de secretos, la mayoría repletos de represión y urgencia de liberación.

CODA: el sonido, la felicidad y la vida

 Al igual que ‘Little Miss Sunshine’ o ‘Billy Eliot’, estamos ante una propuesta donde la familia será el problema y, a la vez, la solución. La adolescente con posibilidades de progresar en la vida, necesitará de los suyos para lograrlo, entretejiendo un relato de superación como tantos otros, que toca la fibra sensible para lograr la emoción.

 

Esta película es un remake del film francés 'La familia Bélier' que adapta ideas y mantiene el nivel de genialidad de la original. Es la historia de una familia sordomuda cuya hija menor es la única oyente y guía del resto. Sin embargo, en esta versión del director y guionista Sian Heder, la historia es ambientada en Massachusetts con la familia Rossi, miembros de una clase trabajadora dedicada a la pesca por generaciones, lo cual crea un obstáculo a a los padres cuando tienen que comprender por qué su hija quiere ir a la universidad.

Con ingenio y humor, 'CODA: Señales del corazón' nos involucra emocionalmente con la familia protagonista. Se traduce encanto en la rutina laboral, en el sacrificio del trabajo físico, el cual es compensado por una familia que alimenta un clima festivo a pesar de tener que lidiar con situaciones de indignidad del trabajo. Para ellos, la familia unida es motivo de felicidad siempre, a pesar de los problemas que genere el entorno.

Con inteligencia, el film jamás nos hace sentir lástima por la familia sordomuda. Su carencia es una entre otras (como la del dinero) y la actitud siempre alegre de superar sus conflictos, junto a sus personalidades extravagantes, logra un clima de empatía muy efectivo. El padre de familia es Frank, interpretado por Troy Kotsur, que ha arrasado en la temporada de premios; es un hombre limitado pero bueno de corazón; la madre, Jackie, es interpretada por Marlee Matlin, ganadora del Oscar por 'Te amaré en silencio', el hermano mayor, Leo, y  Ruby (Emilia Jones) conforman una familia que traspasa la pantalla con mucha humanidad. En esta última se centra el conflicto del guion, pues al no ser sorda, tiene y tendrá acceso a más posibilidades y de a poco empieza a entenderlo, sobre todo cuando conoce a su profesor de música, quien le despierta el deseo de cantar.

Y justamente, el profesor de música y el padre son roles fundamentales para la adolescente, porque se transforman en sus guías espirituales, y cada uno le aporta dudas y necesidades, las que alimentan el desarrollo de todo el film. Porque CODA se trata de la necesidad de comunicarse y, en ese punto, la película hace un tremendo uso del sonido para escenificar el conflicto, pero también, la felicidad.



martes, 15 de febrero de 2022

Nightmare Alley: la estrategia de Del Toro

'Nightmare Alley' (El Callejón de las Almas Perdidas) es la nueva película de Guillermo del Toro que adapta el libro de William Lindsay Gresham y que, a la vez, supone un remake de la película clásica de Edmund Gouldin. La base del film es vestirse de noir en el contexto de un extraño circo de posguerra. Si bien Guillermo Del Toro es dueño de muy buenas películas, su norte fílmico ha sido otro y queda la idea que esta adaptación pretendía ser una carta de presentación en otro código.


Del Toro toma este clásico de Edmund Goulding para recrear el relato de un personaje que, por ambición, lo pierde todo y toma un pasaje hacia la redención. Los que han visto las 2 películas las han comparado y ese siempre es un ejercicio complejo para quien hace el segundo intento, pues está presente el apelar a la nostalgia que generan los clásicos. Las distancias entre una y otra son muchas y el resultado, como casi siempre ocurre, favorece a la original por ser más sutil y elegante, mientras que Del Toro propone efectismo y una narrativa más larga, donde reluce el diseño de producción y vestuario, donde logra sumergirnos con habilidad en el mundo del espectáculo circense y de salón de posguerra. A nivel de foto, los escenarios interiores están llenos de misterio y seducción, con buen juego de luces. La foto de exteriores no es mala, pero es más fría y carente de magia. En cuanto al guión alargado, con respecto a la película original, éste acierta en dar mayor identidad al escenario del desenlace de la historia. Por otro lado, el evidente cambio tonal de los personajes ofrece un juego distinto que nos devuelve al film y funciona bien. Sin embargo, la agilidad de la historia se ve malograda y peca de un ritmo demasiado cargado, que acaba perjudicando el disfrute.

En cuanto a las actuaciones, Guillermo del Toro  reunió un gran cast. Bradley Cooper como Stanton Carlisle,  Cate Blanchett como la Doctora Ritter,  Rooney Mara como Molly, y Toni Collette . Personalmente, Cate Blanchett está reluciente, seductora, tramposa, perdiendo la inocencia de la interpretación original. Precisa en todas las teclas. Bradley Cooper tiene su mejor actuación en mucho tiempo, pero tarda en encontrar su lugar porque le da mucho espacio al tono seductor, como característica principal, dejando de lado el carisma que exprimió muy bien Tyrone Power. No es malo que haya elegido esa herramienta para entrar con su Stanton Carlisle, pero se demora en verse carismático. Lo que nos molestó fue que Rooney Mara queda muy en segundo plano,  cuando su personaje es fundamental para la historia; da la sensación que no estaba totalmente integrada a la narrativa.

Hay algunas escenas lentas y otras  donde el director acierta en la atmósfera que crea y logra que nos involucremos con la magia y el ilusionismo que propone.  El sonido está cuidado, como así también las respiraciones, la tensión y el engaño. 

'Nightmare Alley' del 2022 es más bien la intención de Guillermo Del Toro de salir de la etiqueta del director de ‘cine de monstruos’ o ‘cine B’ y se dispone a realizar un film de tono ‘más serio’. Si bien no lo logra del todo, la película tampoco es desechable completamente, por lo que más que una  maduración cinematográfica, esta 'Nightmare Alley' fue para él una inteligente estrategia.

jueves, 10 de febrero de 2022

El Libro de Boba Fett, temp 1: paliza a la nostalgia

La primera temporada de ‘El Libro de Boba Fett’ desaprovecha todo lo bueno que propone en su primera mitad, para luego caer víctima de las prácticas habituales de Disney: tirar de la nostalgia para compensar flaquezas de la historia.

 

Después del éxito de ‘The Mandalorian’ y el constante crecimiento del universo ‘Star Wars’, la propuesta de ‘El Libro de Boba Fett’ tenía un reto no menor, uno que consistía en mostrar algo novedoso sobre un mundo que parece tener reglas claras y que ha sido sobreexplotado. No olvidemos que ya hay oficializados  casi media docena de proyectos futuros, varias películas agendadas y la promesa de mayor material. De ‘Star Wars’ se ha dicho prácticamente todo. 

Entonces, ¿Qué tenía para decir ‘El Libro de Boba Fett’?. Después de todo, se trata de  una visión sobre un héroe solitario, muy semejante al reciente ‘The Mandalorian’. Pero mientras las aventuras de Mando y Grogu tenían un ingrediente más abierto, la historia de Boba Fett se quedó en una dedicatoria a los fans. ¿Y eso es malo?. Depende, porque Boba Fett es una pieza de enorme interés en la percepción de ‘Star Wars ‘y pasó de ser un personaje pequeño a una parte gravitante de la mitología, una que enlaza a la trilogía original, con las precuelas y ahora con el mundo de las series. Pero también, Boba Fett es en sí mismo, una estructura que permite revisar el poder de los puntos más agrestes de la galaxia. Pero el peso de encontrarse enlazada con ‘The Mandalorian’ no le permitió a la serie haber mostrado algo novedoso.

La serie sigue el estilo de la protagonizada por Pedro Pascal pero acentuando su lado western, para bien y para mal, distanciándose de la épica característica de ‘Star Wars’ y presentando una historia más terrenal. Así vemos a un llanero solitario que busca enfrentar a la autoridad corrupta tras un suceso traumático, dividiendo la historia en dos bloques: el resurgimiento de Fett y la guerra por el dominio de Tatooine. Pero le fue imposible equilibrar ambos y cuando se notó que la historia comenzaba a flaquear, Disney recurrió al refuerzo de siempre: la nostalgia.

A lo largo de la serie (especialmente al comienzo) se trata la relación de Boba Fett, como extranjero, con un pueblo nativo muy famoso en la franquicia. Esta relación es el motor para la evolución de Fett y de la serie, pero a mediados de temporada queda en el olvido y todo se centra en la lucha por Tatooine; ahí es cuando la serie pierde su riqueza y, al mismo tiempo, se toma la decisión de incluir a un grupo de personajes que desentonan por completo. ¿Qué hacer para apalancar el fallo?, pues acudir a una apuesta segura: The Mandalorian. Dos de los siete episodios de la temporada 1 de Fett están dedicados a Djarin, los mandalorianos, Grogu y la Fuerza; son puro fanservice y una paliza de nostalgia que enamoraría a cualquier fanático, parecido a lo que ocurre en el Arrowverso. De todas maneras, hay que destacar que aquellos episodios están brillantemente trabajados y muy bien dirigidos por Bryce Dallas Howard (la que TIENE que dirigir una de las futuras películas); sin embargo,  se sienten como una forma de rellenar la temporada, hasta el final.

Estos episodios dieron paso a una especie de temporada 2.5 de ‘The Mandalorian’ y es más que claro que la temporada 3 de ésta, se va a conectar con la  1 de ‘El Libro de Boba Fett’. En conclusión, había un potencial que se perdió en Boba Fett, pero igual fue una propuesta disfrutable y la gran mayoría se dejó encandilar por la nostalgia. Nos quedamos con la banda sonora, la ambientación, los personajes, las escenas de acción, Roberto Rodríguez y su amor al western, Bryce Dallas Howard y su tono implacable en la dirección y, por supuesto, con Temuera Morrison , quien da vida a un Boba Fett creíble y desaprovechado, que debe ceder a un Disney que, de seguro, está dispuesta a mantener el tono western. ¿Es posible otra temporada donde se puedan revelar todos los secretos de Boba Fett?, si así lo deciden, la serie tiene un desafío mayúsculo, siendo el más relevante, encontrar una voz propia. 

sábado, 8 de enero de 2022

Licorice Pizza: aire fresco y alegría de vivir

Con colores cálidos y con un espectro brilloso, Paul Thomas Anderson logra transportar a la audiencia no solo a la época setentera, sino que también a la atmosfera obtenida en Punch-Drunk Love e Inherent Vice. El director construye un film repleto de primeros planos que se convierten en la mejor carta de presentación para Cooper Hoffman y el mejor debut del año: Alana Haim.

“En unos años serás un hombre exitoso y te iras de aquí. Mientras, yo seguiré acá”, dice Alana. “Nos iremos los dos”, responde Gary. La  confianza y la inseguridad son los hilos que mueven la nueva historia de Paul Thomas Anderson. Gary es un adolescente que ha vivido mucho y Alana es una mujer que ha vivido poco y que necesita urgentemente buscar su camino. Así vamos viendo cómo esta historia de encuentros y desencuentros, se desarrolla por personajes absorbidos por la cultura gringa de los ‘70. Licorice Pizza es una carta de amor sobre los sueños de una vida que  comienza y examina la nebulosa que recorre el pensamiento de un chico que cree que puede enamorar a una adulta o abrir su propio negocio en plena adolescencia. Es un film que aprovecha la idiosincrasia norteamericana de la época y expone a Gary como celoso y orgulloso, pero también preocupado por los suyos. Mientras que Alana vive contra reloj. 

El juego de roles se encuentra siempre presente en los personajes de Paul Thomas Anderson. Todos  buscan responder  esa terrible pregunta de ¿Quién soy?, y allí es donde han aparecido aquellos  que sienten que el mundo les pertenece, como Eddie de Boogie Nights, Frank de Magnolia, Lancaster Dodd en The Master, o Daniel Plainview y Reynolds Woodcock en There Will Be Blood y Phatom Thread; y hasta aquellos donde la inseguridad interna no los deja avanzar, como Barry en Punch-Drunk Love, Linda Partridge en Magnolia o Larry en Inherent Vice. Lo que tienen en común es que, en estas tramas adultas y complicadas, el autor siempre  dejaba caer a sus personajes rendidos ante el amor…ya sea al padre, al olvido de un hijo o a la de una relación toxica. Todo este cine abrumador a veces puede necesitar de una válvula de escape para que el director se reencuentre con su estilo. Y es ahí donde aparece Licorice Pizza en la vida de PTA, porque tras el desgaste que significó para él rodar Phantom Thread, necesitaba algo simple, pero con vida. Licorice Pizza es su novena película y es donde decide volver a la simpleza. Toma personajes jóvenes y antes de que caigan sucumbidos ante la avaricia y el orgullo, interviene para cambiar sus destinos, ese donde triunfa el amor, donde se nota que filmó ‘en familia’, donde asoma el hijo de Phillip Seymour Hoffman, Maya Rudolf, los hijos del director, las hermanas de Alana Haim. Aire fresco, libertad, alegría, con aires a American Grafitti y a la propuesta de Richard Linklater.

La película aprovecha pequeñas situaciones que parecen no tener relación, para ir construyendo la necesidad de ambos protagonistas; por ejemplo, cuando la policía se lleva a Gary, Alana corre hacia él, y lo mismo cuando ella cae de la moto del personaje interpretado por Sean Penn. Corren mucho durante la película y cada corrida corresponde a un punto importante, porque a pesar de que ambos creen que nunca van a estar juntos, por la diferencia de edad o por sus evidentes discrepancias, una fuerza mayor siempre los hace regresar. De esta manera, Licorice Pizza es una buena película de comedia, con escenas que recuerdan a la antigua comedia norteamericana. Y qué decir de su BSO, con un gran Jonny Greenwood y el siempre eficiente uso de la música de David Bowie. También cuenta con cameos de Bradley Cooper (con una increíble interpretación del productor Jon Peters), además de Tom Waits, Sean Penn, Ben Safdie y hasta el papá hippie de Leonardo DiCaprio.

Apoyando la tesis sobre el destino de los personajes de Anderson del párrafo anterior, puede ser que Gary y Alana tampoco tengan un buen final. Pero es solo una probabilidad y eso le da vida a esta especie de  cuento de hadas, narrada con sensibilidad, con un  tono de filmación adecuado para eso, con bromas que resultan y otras que no, con personajes bien logrados y otros que no, con el lente envejecido que da la apariencia de estar viendo esas comedias del cine de los ‘70….todos estos detalles la vuelven una pequeña rareza dentro de una filmografía fulgurante, pero igualmente es más cercana y simple que varias perlas del mejor director de cine de los últimos 20 años.