La adaptación de la novela homónima de Margaret Atwood, comenzó como una propuesta muy original y cruel que sorprendió a quienes no conocían el libro, sin embargo, y ya con la cuarta temporada concluida, podría decirse que se percibe un declive en la calidad de la historia y que el hilo conductor perdió un poco de sentido.
La rúbrica de The Handmaid's
Tale es una crítica concreta al patriarcado y al capitalismo. En la
primera temporada, la serie nos situó en un futuro distópico, donde un grupo
fundamentalista impone una tiranía gobernada solo por hombres y en la que
la gran mayoría de mujeres eran sometidas a las peores vejaciones para
procrear. Así, en el avance de la historia, casi dos años hubo que esperar para
volver a ver en acción a June, luego de
haber sacado un avión lleno de niños rumbo a Canadá. Tanto tiempo de
espera para quedar con un sabor de boca agridulce.
No faltó la montaña rusa de
emociones tan clásica de la serie, con una mezcla de momentos que emocionan y convencen, junto a otros que a todas
luces muestran que las ideas empiezan a acabarse y que el chicle solo se estira.
Pero lo que sí está claro, es que hubo muchos hilos argumentales diferentes en desarrollo,
donde Elisabeth Moss debutó como directora incrementando al máximo las cuotas
de emotividad y drama. Gilead y Canadá son los epicentros de las acciones,
teniendo como propósito, en el país capturado, el seguir luchando, total, ¿Cuándo
han sido fáciles las cosas en las vidas de las criadas?. Ante este cuestionamiento, June asume el liderazgo con una de las
frases que definieron la temporada: "Nosotras no nos escondemos, nosotras
luchamos".
A partir de ahí, ella toma una
actitud rebelde, menos sentimental y más vengativa, lo que da cierto combustible a la historia, sobre todo cuando logra, por
fin, salir (a regañadientes) de aquel lugar. Nick (Max Minghella) siguió con sus
indecisiones, la tía Lidia (Ann Dowd) tuvo una historia más estática y que no se desarrolló en completitud y el Comandante
Lawrence (Bradley Whitford) que, incomprensiblemente, se salvó de caer por el
muro. Esta postura de tomar venganza colocó a June en una suerte de jugada
final cargada a la violencia, que tuvo como su gran víctima a Fred Waterford
(Joseph Fiennes). A pesar de algunos desaciertos narrativos, este acto ha
sido interpretado como que la justicia llegó a The Handmaid's Tale.
Pero no nos convence aquello, y los "noeslaformistas" dirán que la ejecución de
la idea muestra que no fue bien concebida.
En Canadá, en tanto, se jugaron otras variantes. Los hijos de las Marthas experimentan problemas y extrañan su vida en Gilead, mientras Luke (O. T. Fagbenle), Moira (Samira Wiley) y Deglen (Alexis Bledel) intentan muchas cosas que no les están resultando para nada fáciles. Si bien se plantean interesantes reflexiones, se dibuja una sensación de que la justicia no avanza y hay discrepancias en los métodos de acción. Además, el marido de June empieza a estar un poco hastiado y el reencuentro no subió en efervescencia. Pero los hemos visto poco juntos durante la serie, entonces fue normal contemplarlos como si fueran amigos. ¿Y el matrimonio Waterford?. El buen personaje de Yvonne Strahovski tuvo momentos interesantes, en que flaqueó y luego giró a su lado maquiavélico, pasando toda la temporada con la espera de un nuevo hijo. La escena final, con ella a punto de hacer esa conexión por Zoom (muy actual) indica que habrá definiciones para ella en la próxima temporada, las que esperamos, estén a la altura de un arco dramático de los más interesantes de esta historia.
Claroscuros en la cuarta
temporada de The Handmaid’s Tale. Muchos son los seguidores de esta serie, la
que aún basada en una novela escrita hace 40 años, refleja ciertos aspectos
desafortunadamente muy actuales si nos referimos al comportamiento patriarcal. Y
aunque ya debería haber terminado, esperamos que encare de una buena vez su
final (algo que con una quinta temporada ya confirmada no se ve del todo
cercano), porque esta sesión confirma que el desgaste empieza a notarse, que se
repiten patrones y que hay cosas que no son del todo razonables . El principal
problema radicó en la morbosidad de las
acciones, en el volver a recluir a June para potenciar su ira y deseos de recuperar
su vida pasada, porque solo se hizo para dejar servido el cliffhanger hacia
la quinta temporada, donde anhelamos que ese final feliz le llegue aunque,
conociendo a los creadores y teniendo a Moss como productora y directora, todo podría concluir, incluso, de
la peor manera.