lunes, 15 de julio de 2019

The Virtues: la generación sin memoria


“Sex Education”, Fleabag” y “After Life” son lo más destacado del año y todas son británicas. A esta lista hay que agregar a “The Virtues”, una historia  desgarradora sobre cómo los olvidados por la sociedad arrastran una cruz no escogida, y grafica el momento en que la única forma de sacudirla de la espalda es volviendo atrás, para reconstruir un rompecabezas lleno de dolor.

Las series británicas gozan de excelente momento creativo, es más, últimamente hay un montón de nombres que son casi imprescindibles; pero no todas están en la categoría mainstream, hay otras más de nicho, más complejas en su narrativa, pero que levantan la misma polvareda por su gran calidad. Este es el caso de “The Virtues”, lo último de Shane Meadows,  realizador que batió todos los récords con “This is England” hace dos décadas, esa maravillosa ficción sobre los skinhead que lo acogieron en una etapa de su juventud. Porque Meadows tuvo una vida difícil y ha utilizado las series para exorcizar su propia historia, para recordarla, para sanar y perdonar. Y mucho de esto da forma a “The Virtues”.

Protagonizada por un sobresaliente Stephen Graham, el resultado es una de las mejores series de 2019. Graham se pone en la dañada alma y piel de Joseph, quien fue separado de su hermana en la niñez, enviado a un hogar de niños del cual escapó, y construyó su adultez intentando olvidar. Pero cuando su ex esposa le comunica que se va con su hijo a otro país, su vida se vuelve a derrumbar. El estilo visual del director es absolutamente realista, con muchas escenas sin diálogos, pero  evocadoras de los pensamientos sufridos del protagonista, recursos con los que Meadows se mueve con facilidad. Joseph es un personaje habitual de su filmografía, aquel integrante de una clase obrera desamparada por instancias de la vida, pero también por inequidades provenientes del gobierno.  Tras no poder hacer nada para incidir en la decisión que ha tomado su ex, Joseph decide volver a su Irlanda natal para encontrar las respuestas de un pasado que tiene completamente reprimido y que, sospecha, es lo que lo tiene convertido en esta persona totalmente descompuesta.

Apoyados en la sugerente música de la gran P.J.Harvey, que firmó una gran banda sonora, sentimos a los personajes  y  deambulamos con ellos en busca de sus respuestas. Joe nos hace sufrir y empatizamos totalmente, porque sabemos que el dolor ha sido muy gratuito. La serie, además, nos presenta el parangón de las decisiones de Joe con las de Dinah, personaje muy importante y que, a sus 20 años,  pareciera repetir los problemas del protagonista pero en otro segmento etareo. Su historia va en paralelo y nos permite contrastar las diferentes actitudes frente a las jodas  de la vida en dos etapas diferentes. El triángulo lo completa Anna, la hermana de Joseph y quien lo acepta tras 20 años sin verse y, en pocos episodios, parecen atravesar toda la vida que los ha separado.

“The Virtues” se vuelve sólida mientras explora su premisa y utiliza elementos del thriller psicológico. Finalmente, es la encarnación de una generación que ha sido objeto de la desmemoria. La trama le ofrece, representada en Joe, la posibilidad de un reseteo mental para intentar tener la paz interior que le ha sido negada.

Alejado de cualquier moralidad, Meadows presenta su última serie como una denuncia clara de la situación de su país pero sin usar el Brexit como excusa, sino más bien construyendo un drama sobre un hombre que sólo quiere curar las heridas del estar vivo.

viernes, 12 de julio de 2019

Stranger Things 3: la cautivadora nostalgia


Fenómeno mundial en 2016, “Stranger Things” llegó a una impensada 3a temporada escribiendo una carta de amor a Steven Spielberg, John Carpenter, H.P. Lovecraft, Stephen King y tantos más. En sus letras se evidencia sinceridad,  geniales arcos narrativos y subtramas propias de la adolescencia para ejemplificar una fantástica labor de los hermanos Duffer, Curtis Gwinn, Paul Dichter, William Bridges y Kate Trefry, escribiendo libretos que cruzaron lo intergeneracional y abrazaron el género de ciencia ficción y horror que alumbró la década '80, y construyó la vida y las sensaciones de millones de jóvenes que hoy se ven reflejados en los 8 episodios.

Es cierto que la temporada 2 había sido algo dispersa en su empeño por volverse oscura y verse menos infantil; sin embargo, allí fue donde radicó el inesperado y absoluto éxito de 2016 asique no había que inventar la pólvora, había que hacer el ejercicio de reconocerse a sí misma como culto y no como homenaje a los '80. Para ello, el equipo de guionistas hizo una labor soberbia rescatando el mejor carisma de su extraordinario elenco y dividiendo a los protagonistas en grupos, los que fueron por caminos paralelos y con ritmos distintos para avanzar en sus respectivas historias. 

Y resaltamos lo del libreto, realmente maestro, sin cinismos, reconectando al grupo de amigos con “El día de los muertos”, “Zombi”, “The Stuff”, “Oz” (¡más miedo aún!) o “La invasión de los ladrones de cuerpos”, en la versión de Philip Kaufman (por eso hay una zapatería Kaufman en el centro comercial!). Pero también asoman en todo su esplendor “Terminator” y, sobre todo, “La Cosa”. De esta manera, los Duffer deciden apostar por el terror multirreferencial enfatizando dos pilares narrativos recogidos del film “Amanecer Rojo”: la paranoia anticomunista de la época y su analogía  de suplantaciones corporales alienígenas. Ambas corrientes se desarrollan muy bien y de forma entretenida, gracias al personaje de Smirnoff y Murray que dejan momentos que no flaquean.

Aparte del guion, toda la temporada sale adelante gracias al desempeño, nuevamente, de un fantástico elenco. La dupla compuesta por Steve y Dustin se afianza como el de las estrellas de la comicidad, sobre todo Gaten Matarazzo, quien es casi un John C. Reilly en potencia. El Hopper de David Harbour evolucionó a una simpática versión de detective estilo “Magnum”, mientras que la gran revolución fue Maya Hawke, hija de Ethan Hawke y Uma Thurman, con una actuación hilarante y espontánea. A eso le agregamos a la mega estrella Milly Bobby Brown perdiendo sus poderes y dejando a su novio para ir en búsqueda de quién es en verdad, para sentenciar una temporada bisagra que podría ser detonante de, quizás, una temporada final.

La música ha sido fantástica otra vez. Desde “Never Ending Story” hasta “Wake Me Up Before You Go Go” y “Material Girl” sentencian un soundtrack de lujo. Sin embargo, hay un detalle importante y que tiene quer con “Heroes” de Peter Gabriel. Es la última canción que suena en la temporada y que ya había formado parte de la sesión inicial cuando encuentran el cuerpo de Will en el lago (después descubriríamos que estaba en el upside down), y acompaña el triste momento en que Once lee la carta que Hopper había escrito y no se atrevió a conversar. Dado que la hermosa versión de Gabiel para el tema de David Bowie suena en un momento de pérdida, tal cual la temporada 1,  muchos ya especulamos con que refiere a que el detective está vivo, ¿acaso está cautivo por los rusos y es lo que vemos en la escena final post créditos?.

Casi 100 millones de dólares de presupuesto, una brillante factura técnica, secuencias de acción sólidas, personajes frescos y nuevos rostros que aportaron humor y dinamismo al mejor blockbuster del año. “Stranger Things 3” es atractiva en todos los aspectos y encaja perfectamente porque, en realidad, nadie quiere crecer realmente: aún somos, y para siempre, los seres que éramos en el colegio. Ahí se afianza el éxito intergeneracional de esta nostálgica propuesta.