domingo, 23 de diciembre de 2018

Mejores series de 2018


La naturaleza de este blog es hacer listas de fin de año, lo que es muy difícil considerando lo explosivo de la oferta y que ya no todo está en Netflix. Con cerca de 400 series, de todo tipo de estilos, cualquier listado se puede quedar corto, pero igual le sacamos brillo a la libreta que, durante todo el año, anotó nuestras (in) certezas sobre la gran cantidad de propuestas que consumieron nuestro tiempo. Con esa información haremos un balance del querido, esclavizante, pero imprescindible mundo de las series en 2018.

22. Altered Carbon
Dentro de 300 años, las nuevas tecnologías habrán cambiado totalmente a la sociedad. Y es en ese momento cuando conocemos a Takeshi Kovacs (Joel Kinnaman), el único soldado superviviente de un grupo de élite de guerreros interestelares que fueron derrotados en un alzamiento contra el nuevo orden mundial. Si bien fue decayendo hacia el final, fue una de las grandes apuestas de ciencia ficción que hizo Netflix para este año y que nos regaló una apología visual. La comentamos en extenso aquí 

21. Homeland
A pesar del paso del tiempo, la propia realidad política norteamericana le hado da oxígeno, aunque la realidad esté superando a cualquier ficción. Sin embargo, y ante el anuncio de su última temporada, “Homeland” prometió más paranoia, hacer evidente el sesgo mediático, colocar en el centro el mal uso de las redes sociales y, con lucidez, los guionistas buscaron develar la oscuridad que hay detrás de aquello llamado "inteligencia”. La comentamos en extenso aquí 

20. The Good Fight
Un excelente drama de abogados que siguió los debates del mundo real y que se acercó, desde una perspectiva legal, a cuestiones como la libertad de expresión vs discurso de odio vs troleo. La mezcla perfecta de lucha contra la brecha racial, feminismo y crítica a Trump, en una temporada muy entretenida y a la altura de su serie madre The Good Wife.

19. Sabrina
La pequeña Sally Draper de Mad Men, se convierte ahora en protagonista de una de las series más comentadas del año. Con un punto de partida similar al de la serie de los ’90, este proyecto nos inspiró más brujería, más magia, más terror gótico y combinó lo macabro y necromántico con mucho encanto. 

18. La Peste
Alberto Rodríguez y Rafael Cobos (multipremiados con La Isla Mínima y El hombre de las Mil Caras), son los responsable de dar un paso al frente en la crecida ficción española, la cual cada vez tiene mejor factura. Serie de época sobre la Sevilla del siglo XVI, con imágenes dejan entrever la alta calidad en la producción y desarrollando un guion oscuro, duro (el último capítulo tiene escenas escalofriantes), lleno de detalles. No es para todo espectador, puede que cueste enganchar fácilmente con la trama, pero ayuda a entender el porqué del desarrollo de nuestros pueblos.

17. Counterpart
Magnífica exposición sobre la identidad a través de un trepidante thriller de espionaje. Simmons, con menos de lo que parece, interpreta de formas diferentes al mismo personaje y lo hace de manera atrapante. No solo por las diferencias en cómo visten, hablan, en la pose, en la seguridad con que dibuja a cada uno. Tremendas sutilezas interpretativas.



16. American Crime Story: Gianni Versace
Usar el crimen contra el gran diseñador, como excusa para hablar de la homofobia en los años ‘90 (con ecos de actualidad), es lo que más ganó con la apuesta de Ryan Murphy. Darren Criss logró una soberbia interpretación incluso opacando el despliegue de Ricky Martin y Penélope Cruz. Si bien quedó por debajo de la primera ACS, se agradece el mensaje y la siempre necesaria exposición de crímenes de odio.

15. Castle Rock
Perturbador reflejo de la mente de Stephen King. Poco a poco el fan del thriller sobrenatural se ve encandilado por la propuesta de Sam Shaw y Dustin Thomason, la cual combinó la dimensión mitológica con  la arista más intimista de las obras de King, tejiendo una saga de luz y sombras con mucha aura épica. Fantástica.

14. The End of the F***ing World
Ácida, divertida, joven, rebelde. Todo un espectáculo audiovisual con diálogos espectaculares y un soundtrack inolvidable. Una serie que rompió cánones y clichés de los personajes, los que tratan de hacerte ver  que esos clichés no se sostienen y son destrozados.

13. Sharp Objects
La gran apuesta de HBO. Una atmósfera brutal, con un trío protagonista de primera (Adams,  Clarkson y Scanlen), se impuso por sí sola y fue uno de los golpes de 2018. La casa, otra gran protagonista, te hacía pasar a un lugar lúgubre que inundaba el visionado de angustia y miedo por quiénes estaban allí. La interpretación sin emociones de Patricia Clarkson la elevó a un sitial que hace rato no recibía y ratifica a Amy Adams como una actriz de estirpe superior. Y qué decir de develar, dentro de los créditos finales, al verdadero asesino. Una apuesta, un acierto.

12. McMafia
Otra historia de Michael Corleone, arrastrado a las turbias operaciones de la familia. McMafia tiene la ventaja de que Norton es un buen protagonista y mantiene un aire de hermetismo e imprevisibilidad que permiten dudar siempre de si acaso Alex está a un paso de caer. Muy buena.



11. The Romanoffs
Riqueza editorial, riqueza cinematográfica. Eso describe a una de las series imperdibles del año, porque es un ejemplo del punto donde la televisión se convierte en arte y  confirma que aún puede dar la talla con buenas opciones estéticas.

10. Wild Wild Country
Serie documental que se encuadra, tanto en la narrativa como en la estructura de la entrega de información, en el subgénero del true crime. Relato disparatado y perturbador, construido sobre la base de sectas, amor libre, batallas judiciales y un buen etc., que hacen loables los pliegues dramáticos y temáticos de su visionado, sobre todo cuando retiene a sus personajes en una ambigüedad moral que dificulta distinguir a los buenos y los malos de la historia.

9. Killing Eve
Desde Hannibal que no veíamos una relación tan inquietante entre asesino y policía. Killing Eve es la misma fórmula, en versión femenina, pero con mucha más conexión, admiración y rechazo. En su atmósfera es menos siniestra y oscura, pero tiene un objetivo muy parecido. Eve Polastri (Sandra Oh) es inteligente, perspicaz, divertida, ingeniosa, descuidada y uno de los personajes del año, dentro de una propuesta muy inteligente. 

8. La Maldición de Hill House
Fenómeno de terror del año y una de las mejores producciones de 2018. Es impactante, espectacular y con todos los adjetivos nos quedamos cortos. Esta adaptación de la novela de Shirley Jackson plasma perfectamente la atmósfera opresiva del material original logrando la máxima altura, obteniendo nota 7 en esa componente. Las interpretaciones están perfectas (destacan las de los niños) y el guion fue uno de los más trabajados y coherentes en su desarrollo, tanto así, que hay varios episodios que están en el listado de lo mejor de la temporada.

7. The Alienist
La adaptación televisiva no escatima a la hora de visualizar los intensos detalles de la novela. Sin poner en duda la importancia del papel de Daniel Brühl, quien lidera el reparto junto a Luke Evans y Dakota Fanning (en su primer trabajo protagónico en televisión), en The Alienist el verdadero protagonista es Nueva York en su estado más sórdido. Los puntos fuertes que sostienen la propuesta es ver los inicios de la psicología, especialmente la enfocada al campo criminal. Asimismo, vemos también los primeros pasos de la ciencia forense, el cómo se estudiaban los “asesinos en serie” antes de que incluso se inventara el término.

6. The Terror
Impresionante descenso a un infierno blanco, en el que los  elementos de terror fueron tratados y puestos en escena con brillantez absoluta. Comenté la alucinante propuesta en extenso, aquí 




5. Better Call Saul
Cada año se supera, cada año nos promete más y  va cumpliendo. Por eso se mete siempre entre lo mejor del año y ya muchos postulan que ha logrado emparejar a Breaking Bad. Saul está aquí señores. La comentamos en extenso acá 




4. Patrick Melrose
Tras su exitosa experiencia en Sherlock, Benedict Cumberbatch vuelve con una de sus mejores interpretaciones al narrar la historia de un hombre traumatizado por su dura (y millonaria) infancia. Cada capítulo se centra en una novela y hace un retrato irónico, desvergonzado y canalla de la alta sociedad inglesa, mientras la historia es contada desde la niñez de Melrose. La mirada satírica y desquiciante de la vida millonaria, a través de los ojos de su problemático protagonista. Una serie que desborda inteligencia.




3. Bodyguard
Magnífico ejercicio de tensión narrativa. Una fantástica miniserie británica que logró construir una trama de conspiración y terrorismo quitándole el peso de la traición emocional que, muchas veces, eclipsa la trama criminal. Y esto, a pesar, de cierto enredo romántico que incluyó el guion pero que no jugó en contra de la química entre los dos personajes, la cual está tan bien trabajada que termina siendo un plus. No abusa de las temáticas de género ni del "nadie es lo que parece". El exitoso Jedd Mercurio diseñó a sus personajes con toda una escala de grises que no nos permite precipitar presunciones y entramos en el mismísimo juego del misterio. Excelente.




2. Atlanta
Mucho más conceptual de lo que su primer capítulo hacía suponer. Toques surrealistas, diversas temáticas, entusiasmo por lo que presenta, ansiedad por saber qué viene ahora. Y ese entusiasmo se asienta en el cómo refleja lo que es vivir en una gran ciudad de Estados Unidos, siendo negro. Glover se atrevió a entrar en terrenos polémicos, sobre todo en aquel episodio en el que aparece caracterizado brutalmente, que duró el doble de lo habitual y que  ha situado a la serie, otra vez, entre lo mejor del año.




1. The Americans
Varios años colándose en los puestos más altos de nuestras listas, y no podía ser menos en la temporada de su despedida. Su desenlace ya se cuenta entre los mejores de la historia de las series y solo puede estar en la cúspide. La comentamos con emoción acá  


Y para ti ¿cuál fue la serie del año?.

jueves, 20 de diciembre de 2018

Mis mejores capítulos de series (2018)


No fue un año completamente brillante, pero sí que hubo propuestas interesantes y series con historias que nos dejaron episodios inolvidables, con personajes o hechos que definieron el rumbo. Ese episodio especial está preparado con antelación, es revisado y reeditado varias veces y suele quedarse en la memoria por la emoción o el quiebre que provoca en la trama. Este año hubo varios capítulos de ese estilo, acá mis preferencias:


17. Counterpart
Temp 1, Episodio 6: “Act Like You’ve Been There Before”
Una de las razones por las que este drama fue uno de los mejores debut del año, fue por su capacidad de ir construyendo un profundo misterio, saltando entre realidades alternativas sin trampas propias de la ciencia ficción. El final de este episodio ejemplifica gran parte del misterio que la hizo resaltar de otras de su tipo.


16. Homecoming
Temp 1, Episodio 6: “Toys”
“Toys” es el ejemplo  de todos los trucos llamativos que usó Sam Esmail para no olvidar nunca la esencia de sus personajes. No es un episodio repleto de momentos  memorables, pero sí expresa un collage de instantes  que nos recuerdan exactamente el fondo de la trama.


15. Glow
Temp 2, Episodio 8: “The Good Twin”
Una media hora  alegre y basada en bocetos que revelan para qué sirve toda la sangre,  las lágrimas y las relaciones arruinadas que se ven en esta propuesta. Todos los actores de la serie están comprometidos con sus personajes y con lograr la mejor lucha sobre y bajo el ring. Ruth (lesionada) siguió siendo parte de la acción y es ahí donde la serie se valida como un producto perdurable.


14. Homeland
Temp 7, Episodio 4: “Like Bad at Things”
El showrunner y el director Alex Graves capturan el asalto con intensidad visceral, pero el episodio también se esfuerza por enfatizar qué todo pudo haberse evitado, más aún sabiendo que las partes responsables se entienden que están más allá de quién dispara. Este capítulo se enlazó muy bien con aquel de las fake news, otra buena acción de la temporada.


13. Succession
Temp 1, Episodio 6: “Which Side Are You On?”
La serie fue ordenando las piezas hasta llegar al momento del golpe de timón: el  líder de un conglomerado de medios internacionales es débil y sus hijos, hambrientos de poder, desarrollarán nuevos planes por su cuenta. Susan Soon He Stanton creó una hora angustiante en la que pudimos comprobar que ninguno valía la pena.




12. Sharp Objects
Episodio 7: “Falling”
La leyenda de la mujer de blanco resulta ser una realidad cuando descubrimos que Adora Crellin es la posible responsable de los asesinatos de Ann, Natalie y el de su propia hija, Marian. Al final del capítulo, Camille decide que no quiere huir, sino que quiere enfrentar sus problemas y a su madre. “Es tu momento de probar que no estás muerta, Camille“.

11. Killing Eve
Temp 1, Episodio 3: “Don’t I Know You?”
Incluso la muerte inicial en este episodio, inspiró risas y simpatías.  Cada secuencia fue muy hilarante y todo se unió de excelente forma para desembocar en una de las buenas propuestas del año, esa que buscó el humor hasta en la situación más extraña. Intensa mezcla de thriller de espionaje y humor.

10. BoJack Horseman
Temp 5, Episodio 11: “The Showstopper”
Excelencia en la dirección y la narración. Este capítulo es la culminación de una temporada con líneas cada vez más borrosas, con fronteras muy inestables entre la vida televisada de BoJack y la real. En solo 25 minutos, el episodio desenfoca las realidades y es un resumen de cómo, en su quinta temporada, el programa ha aumentado la crueldad de la salud mental de BoJack, y no tenemos claro de cómo podrá salir de ahí.

9. The Terror
Temp 1, Episodio 6: “A Mercy”
Un elemento importante del brillo de The Terror, es que los diversos pasos de los personajes para evitar las terribles circunstancias, solo los han hecho avanzar hacia su marcado destino. Este episodio presenta una serie de intentos para contrarrestar el peligro abstracto, el cual ya se había vuelto totalmente real. Las acciones auto justificadas, de un solo hombre, condenan a toda la tripulación.



8. The Alienist
Temp 1, Episodio 8: Psychopathia Sexualist
Escrito por John Sayles y dirigido por David Petrarca, el episodio aumentó la apuesta inicial de sus personajes principales. El asesino resulta ser un reflejo de la violencia de Estados Unidos contra los vulnerables, y el meticuloso trabajo de nuestros héroes, al ponerlo todo en conjunto cuando a nadie le importa, es impresionante y conmovedor.

7. The Handmaid’s Tale
Temp 2, Episodio 9: “Smart Power”
Lo más  valioso de la tibia temporada 2 de Handmaid's Tale fue, definitivamente, Yvonne Strahovski. Ningún episodio captó mejor la paradoja de la existencia de Serena como éste, y al mismo tiempo logró que las alegorías políticas se sintieran demasiado reales. El viaje de los Waterford a  Canadá se produjo en el momento álgido de la temporada, y nos permitió sentir, con aún más peso, el contraste entre sus sociedades. Este capítulo fue un importante recordatorio de qué es, exactamente, Gilead.

6. Better Call Saul

Temp 4, Episodio 10: “Winner”
Habría sido fácil para el show ofrecer un clímax  devastador con una ruptura de Kim y Jimmy, por ejemplo. Igualmente hay un asesinato, pero solo de un nombre. Jimmy declara que ya no va a practicar la ley bajo el apellido McGill, y gracias a las actuaciones extraordinarias de Bob Odenkirk y Rhea Seehorn, el entusiasmo escéptico se encuentra de golpe con el horror de no saber hacia dónde nos llevará el próximo capítulo de la vida de Jimmy. ¿Todo bien, hombre?. No.






5. La Maldición de Hill House

Temp 1, Episodio 6: “ Two Storms”
Dentro de su excelente estructura, el capítulo  6 destaca por su finura técnica. Seis semanas de ensayos, cientos de marcas de cámara e iluminación y un esfuerzo gigante del reparto y el equipo es lo que muestra Mark Flanagan, responsable de Oculus: El espejo del mal, Ouija: El origen del mal y otros títulos, los que le sirvieron de gran entrenamiento para llevarnos, en La Maldición de Hill House, a impresionantes planos secuencias de este capítulo en particular, los que resultan ser un prodigio en el aprovechamiento del espacio/tiempo para filmar terror como un maestro.


4. Bodyguard
Temp 1, Episodio 2
El ritmo con el que se ejecutó este capítulo fue impresionante. Jedd Mercurio, uno de los mejores guionistas británicos, logró profundizar en la psicología de los personajes, mientras creaba una trama tipo rompecabezas, la que fue cambiando constantemente. Habíamos visto a Montague conduciendo sin incidentes, tantas veces, que no estábamos preparados para el ataque repentino del francotirador. Nada en la acción sugería que esto sería una posibilidad. La serie y este episodio en particular, fue suspenso de alta calidad.


3. Patrick Melrose
Temp 1, Episodio 1: “Bad News”
Edward Berger y el guionista David Nicholls exploraron  las consecuencias físicas y psicológicas de las adicciones y la carga emocional que arrastra Melrose desde niño. Todo el episodio fue presentar este cóctel nocivo que lo irá llevando hasta el abismo, literal y metafóricamente. Todo lo que nos queda por ver será paranoia de un tipo que no va a parar hasta tocar el fondo. Desde el capítulo 1, de hecho, ya no distingue ese fondo.   

2. Atlanta
Temp 2, Episodio 6: “Teddy Perkins”
Ningún otro episodio desafió a la audiencia como Teddy Perkins. Denso, emocional, aterrador incluso. Donald Glover interpretó al personaje con una inclinación más dramática que de costumbre, gracias a un maquillaje casi inhumano. Todo el capítulo gira en una metáfora de los efectos destructivos del racismo estadounidense cuyo guión descansa en una dirección innovadora de Hiro Murai, la cual la hizo destacar absolutamente de todo el resto.


1.  The Americans
Temp 6, Episodio 10: “Start”
La queremos, por eso su final nos dolió tanto, siendo totalmente redondo y justo. El thriller de espías de Joe Weisberg y Joel Fields fue un drama familiar, primero, y un examen impactante de la putrefacción burocrática de la era Reagan, después. La huida final, con pelucas y disfraces, fueron el centro durante la tensa secuencia en el cruce de la frontera, escena diseñada para hacer que te preocuparas por quién se subía al tren, en lugar de estar pendiente de si alguien bajaba. La escena final, ya en Rusia, es totalmente icónica porque no es que Elizabeth y Philip no acaben recibiendo un castigo por sus crímenes. La diferencia es que el castigo no implicó la cárcel o la muerte, significó regresar a Rusia vivos, pero perdiéndolo todo. Lo sacrificaron todo para infiltrarse en Estados Unidos, y volvieron a darlo todo para regresar a su país pero…¿quiénes son ahora?. Ese “nos acostumbraremos” que dice Elizabeth en ruso, parece más una muestra de resignación que la de un atisbo de esperanza.


Y para ti ¿cuál fue el episodio del año?

miércoles, 28 de noviembre de 2018

House of Cards, temporada final: la puerta de atrás


La última temporada de la serie que catapultó a Netflix como plataforma de producciones streaming de valor, llegó a su final con la cruz de haber tenido que sacar de pantalla a su carisma principal, introduciendo nuevos personajes que trataron de llenar el vacío inmenso dejado por Kevin Spacey.

El despido de Kevin Spacey tras un escándalo sexual terminó por hundir  “House of Cards”. Es cierto que la serie ya venía acusando un deterioro, pero la desaparición repentina de su rostro primordial la sentenció sin remedio. Sin embargo, la adelantada de Netflix ya había trabajado en el desarrollo significativo del personaje de Robin Wright y no fue sorpresa que ella, ahora, tomara el control y para muchos seguidores eso era lo que tendría que haber pasado hace tiempo. Sin embargo, por sí sola, no funcionó.
En esta temporada de cierre se agregaron más personajes para intentar repartir el protagonismo. Los Sheperd, una influyente familia, trataron de poner contra las cuerdas a la presidenta Claire apelando a todo tipo de malas artes. Annette (Diane Lane) y Bill (Greg Kinnear) lucharon en ese terreno donde la nueva viuda era experta. Además, entró el personaje de Cody Fern, quien simbolizó el omnipresente poder de los medios y los ataques contra la privacidad que vivimos actualmente. Todos partieron como promesas y fueron palideciendo con el correr de la serie.

La transición de mandatos tampoco fue problema para el espectador, porque ya se nos había avisado de aquello. Por eso, al ver los tres primeros episodios del final, el anunciado fallecimiento del personaje de Spacey se asumió sin dramas pero con un sacrificio del ritmo narrativo y del propio guion; no era que un personaje como ese pudiera olvidarse así como así y, lamentablemente, las incorporaciones no cubrieron del todo el vacío dejado por Frank, cuyo recuerdo es evidente hilo conductor. Pero hubo otros momentos donde sí que el guion nos recordó de qué estaba hecha “House of Cards”; por ejemplo, cuando vimos todo tipo de negociaciones en un funeral, algo típico de la serie el desarrollar las traiciones justamente en un contexto de muerte. En aquellos minutos, Doug era quien mantenía vivo el espíritu de Frank, como alumno en recuerdo a su maestro y hasta el final fue quién le rindió  homenaje. Eramos muchos los que queríamos ver si el final de la serie sería el ajusticiamiento del perro fiel al amo cruel, sin embargo, Michael Kelly tampoco nos ofreció la fortaleza de antaño perdiendo su rol de pieza clave en este juego de a tres.  


Otro buen momento de esta temporada fue cuando Claire descubrió un pájaro atrapado en la pared y decidió liberarlo, no sin antes hablarle a la cámara sobre lo que para ella significa el dolor. Este es un gran paralelo con la primera escena de la serie, cuando Frank estrangula  a un perro herido frente a su casa. Y así fue como el primer capítulo de esta última sesión nos daba la impresión que podía ser enfocada de manera muy terrorífica, pero tras el tercer episodio cayó en otras reflexiones actuales, como cuestiones de género, coletazos de los asesinatos de Zoey Barnes y Tom Yates, el estúpido accidente de Catherine Durant, tramas ya obsoletas, extraños flashbacks a la infancia y adolescencia de Claire y la búsqueda obsesiva por resolver segmentos narrativos que seguían abiertos. Desde el instante en el que Frank empujó a Zoe a las vías del tren, “House of Cards” disfrazó su sobriedad de excesos, los que no pararon de abundar posteriormente definiendo la personalidad de Underwood, pero dando muchas licencias al guion y sacrificando su esencia. Y esto se acentuó más con la salida de su creador, Beau Willimon, donde ya fue total el cambio de tono. Si bien la serie nunca perdió su belleza visual, siempre llenó de fango a sus protagonistas, los que no pudieron (no podían) limpiarse las manos nunca más.

La ausencia obligada de quien nos presentó “House of Cards” y que creó un estereotipo de personaje desarrollado por otras producciones, a mayor o menor escala, fue lo que no permitió un fresco final y lo amarró a un fantasma, a una fuerza omnipresente que siempre nos hizo preguntarnos “¿Qué habría hecho Frank”?. O quizás, el clima político ya está tan asimilado en su bajeza que nada de lo que presentara la serie iba a resultar escandaloso o impresentable. Como fuere, y ante las lamentables circunstancias, era imposible que Claire, la que creció mucho como personaje y sin duda que Wright ofreció una destacada interpretación, pudiera salvar el barco sin su media naranja, empañando la despedida de una serie que fue todo un hito en su momento pero que se confundió en ese lapso de querer sonar seria, al tiempo que se llenaba de cuestionamientos. Lo lamentable es que el salir por atrás la deja con menos relevancia de la merecida.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Bohemian Rhapsody: visita mágica a Wembley

El film que pretende mostrar cómo Freddie Mercury se convirtió en un mito, ha sido todo un éxito no porque la película esté bien hecha ni porque el guión sea exuberante. Lejos de eso, el tránsito por todas las etapas de la vida del artista, hasta desembocar en el mítico concierto  en el Live Aid de 1985, logran que el talento, carisma y liderazgo de Mercury traspasen la pantalla, se impongan por encima de todo y nos deje, por días, con fiebre de Queen.


Freddie Mercury es uno de los artistas más importantes del siglo XX y Queen una banda legendaria que  tiene muy bien ganado su puesto entre las mejores agrupaciones musicales del último medio siglo. Estos son dos motivos más que suficientes para entender por qué el mundo entero ha sucumbido ante "Bohemian Rhapsody",  película que tuvo que sortear complejos avatares para ser realidad; de hecho, debería haber sido protagonizada por Sacha Baron Cohen, quien abandonó el proyecto por no estar de acuerdo con la línea que los productores (May y Taylor) prefirieron abordar. Tras 7 años de ires y venires, de entrada y salida de actores y directores, por fin ha llegado al cine la "película de Queen" y finalmente da lo mismo si no te gusta la banda u odias los musicales; al finalizar el film, el aura luminosa que inunda la sala  es tan indescriptible que es imposible no salir de allí contagiado por la fiebre de Queen. Sin ir más lejos, escribo esta reseña con "Another One Bites the Dust" de fondo y tarareando con una energía digna de haber estado realmente en Wembley.

La película en sí, explora la búsqueda constante de identidad por parte de Freddie, la cual lo persigue desde sus orígenes en el seno de una familia indio/parsi. En líneas generales, la cinta entretiene, pero si esta fuera una crítica acabada de cine diríamos que al guión de Anthony McCarten le falta fuerza a la hora de profundizar en todo lo que  rodea a Freddie; diríamos que la puesta en escena es fluida, lo que potencia la naturaleza liviana de la película y cumple con el objetivo de no encasillarse en un musical y así llegar a más público. Y la música.....no hay palabras.



"Bohemian Rhapsody" se plantea como dos películas. Una es la que se construye sobre la constante lucha del artista por no malgastar aquello que siente que se le va. Allí asoman frases como "Freddie debes volver con tu familia" o "Freddie debes buscar el amor de una pareja que realmente te quiera". En esa lucha es clave Paul Prenter, mánager personal y que actúa muy bien en el rol de villano que controla la vida del artista; es uno de los personajes mejor logrados. Pero también hay otra "Bohemian Rhapsody" cuando va más allá de esta perdición/salvación y que busca dar con el alma del cantante; primero se aferra a Mary, luego se aferra a la banda y luego se agarra a la vida sin límites que le ofrece el ser gay. A través de las miradas nerviosas de Rami Malek, vemos siempre a un hombre que no encaja. 

Pero cuando el guión no es la gran cosa, es ahí donde aparecen los actores para salvar el barco. Y lo que logra Rami Malek es sobresaliente. Mercury es un artista único y había muchas posibilidades de que quedase corto y que su performance fueran solo excesos burdos. El protagonista de "Mr. Robot" no solamente sale airoso del reto pues da con el verdadero Freddie, representado en la apariencia física y en la utilización del lenguaje no verbal, clave en este caso. De hecho, cuando la película termina y aparecen imágenes reales de la banda al ritmo de "Don't Stop Me Now", Malek te va a parecer más real que el Freddie Mercury de esa secuencia final. El actor se entrega al personaje, se mimetiza, logrando compensar otras debilidades de la película, como por ejemplo, los tiempos que no coinciden y la nula mención a la relación del grupo con el productor Roy Thomas Baker y su importantísima contribución al sonido que lograron. Por otro lado, Ben Hardy (Roger Taylor), Gwilym Lee (Brian May) y Joe Mazzello (John Deacon) logran buenas interpretaciones de los otros miembros de Queen, los que siempre asumieron su segundo plano pero que en esta película tienen minutos que nos permiten descubrir algo más de ellos sin que sea aburrido, porque lo que más nos interesa y lo que más queremos ver y oír  es la música, las creaciones de  estos ingleses que desde 1972 han dejado su huella imperecedera en muchas generaciones que no olvidan himnos cargados de creatividad y excelente ejecución. Mercury y el resto  consiguieron hacer de Queen un grupo que cambió la escena musical y con experimentos como "Bohemian Rhapsody", demasiado larga para la época para que igual pudo ser  single, o con  "We Will Rock You", hecha para incentivar al público de sus conciertos a ser partícipe y crear juntos la atmósfera asombrosa que se respiraba en esos shows. La obra de Queen y la figura de Mercury serían total influencia para los movimientos que surgieron en los '80, incluso para el Metal y la corriente speed, si nos remitimos a "Stone Cold Crazy", por ejemplo. La grandeza va mucho más allá de lo que este accidentado film pudo abarcar, pero que en su intento lo logra....claro que sí.



"Somos cuatro inadaptados sin nada en común, que tocan para otros inadaptados, para los marginados al fondo del salón, que saben que no pertenecen a ese lugar, pero nosotros les pertenecemos a ellos",
dice Mercury en un  lapso de la película tratando de destilar el espíritu de la banda. "Bohemian Rhapsody" consigue, a pesar de sus falencias,  representar ese espíritu gracias a un trabajado look setentero y ochentero, con jeans altos de cintura, camiseta de tirantes apretada y cinturón con tachuelas. O esas piezas de cuerpo entero que sólo alguien como él podía llevar con convicción y estilo.
La versión reducida del concierto Live Aid termina por sellar el objetivo de la película. Es una logradísima recreación  y funciona como un emocionante clímax. Y no exagero con que es emocionante, porque desde la butaca  se viven esos quince minutos como si realmente tuviéramos a la banda en su esencia total. El director va más allá  y nos vuelve partícipes de este momento único para la música contemporánea, pero, y al mismo tiempo, utiliza el espacio que dejan esas creaciones musicales para retratar a Mercury como artista, porque si el hombre no sabía quién era bajo el escenario, sobre él era un privilegiado que inundaba todo el lugar con su voz y presencia. Ambas posturas son potenciadas por la nostalgia de lo que ya no está, por lo que si eres fan  es imposible que las lágrimas no corran al final y que andes con fiebre de Queen durante días. Bryan Singer es un director experto en manejar personajes incomprendidos y rebeldes, por lo que Freddie Mercury le vino como anillo al dedo, mientras que el brillante desempeño de Rami Malek hizo el resto en el excepcional equilibrio que logró entre la energía avasalladora y la fragilidad enorme de Freddie.

"Bohemian Rhapsody" te eriza la piel gracias a su subtexto, aquel dibujado con el cuerpo, el baile y los gestos que transmite Malek. Y el desenlace del film esgrime la idea de que alcanzó a lograr la paz con todos sus mundos. Finalmente, la expresión artística, representada en la cumbre del concierto en el estadio de Wembley, fue la coronación de  su paso por este mundo como un artista de proporciones enormes. Sabemos que no se puede representar absolutamente toda la genialidad que exhibió en vida porque eso es imposible, pero a nosotros, que nunca fuimos a Wembley y solo crecimos escuchando de eso, lograr, mágicamente, por un par de minutos, situarnos en medio de esa multitud,  escuchar esa melodía al piano y oír ese desgarrador "Mammaaaaa", es suficiente para sentir una emoción inexplicable, esa que solo transmiten genios y espíritus formidables como el de Freddie Mercury.




Las canciones de "Bohemian Rhapsody":

"Somebody to Love" mientras Freddie sale al escenario del estadio de Wembley para el concierto Live Aid.

"Keep Yourself Alive", la primera canción que interpreta Freddie cuando Queen todavía se llamaba Smile.

"Killer Queen", la canción que cantan en la actuación de la BBC en la que los obligan a hacer playback.

"Love of my life", la canción que Freddie compone para Mary.

"Bohemian Rhapsody", vemos cómo graban este tema en un granero en medio de la nada, aplicando todo tipo de técnicas casi experimentales.

"Now I'm Here" y "Crazy Little Thing Called Love".

"We Will Rock You", en Madison Square Garden y vemos cómo Brian May tuvo la idea para su inicio, queriendo que la audiencia participara.

"Another One Bites the Dust"

"I want to Break Free"

"Under Pressure"

"Who Wants to Live Forever"

La actuación de Live Aid con los temas: "Bohemian Rhapsody", "Radio Ga Ga", el "Ay-Oh", "Hammer to Fall" y "We are the Champions".



"Don't Stop Me Now" y "The Show Must Go On" en los créditos.






sábado, 13 de octubre de 2018

Better Call Saul, temp 4: el mejor producto dramático del año


La historia del carismático abogado de Walter White ha sido tan atractiva como la serie madre, aunque más oscura y con menos acción. Sin embargo, en eso radica la magia que ha sostenido a "Better Call Saul" en sus cuatro temporadas: en sugerir más que en mostrar, haciéndose adulta, libre de comparaciones y con la posibilidad de servirse la temporada de premios, porque su producción dramática está a un nivel superlativo.

Hemos llegado a un punto en donde muchos estamos empezando a  resignificar "Breaking Bad". Porque finalizada la cuarta temporada de “Better Call Saul” estoy dudando de seguir llamándola un spin-off (lo es), porque ha alcanzado tal solidez que ya es capaz de caminar completamente sola, marcando tiempos que la podrían poner en situación de premios. Hemos llegado, en esta sesión, a la fundación de ese Albuquerque conocido por sus laboratorios y antihéroes sin moral.

¿Se acuerdan de esa última conversación entre los hermanos McGill?. La inclusión del hermano mayor en el desarrollo del personaje de Jimmy fue tan acertada, que creíamos que sin Chuck se perdería un eslabón que apuntaló al menor ante la audiencia. Sin embargo, su muerte no causó gran resquemor en Jimmy y decidió que era una mochila que no quería cargar. Asesinando a Chuck en su memoria, de alguna manera también mató al Jimmy que conocimos los tres años anteriores.

A diferencia de otras series que se llenan de nuevos personajes, en esta cuarta sesión "Better Call Saul" necesitó de sus 5 ó 6 habituales para ser relevante, siendo Kim la reina absoluta gracias a un desarrollo psicológico complejo. Tal como lo escribió el director Guillermo del Toro (completamente rendido ante la serie) ella fue la clave, jugando un rol fundamental en este inicio de transformación hacia Saul Goodman. Tras luchar contra su ética, Kim se vuelve aliada de las trampas de Jimmy, sin darse cuenta cómo esto dañaría su relación. El inicio del capítulo 7 enfatizó perfectamente ese apartado de la trama.

Paralelamente, las historias de Mike (Jonathan Banks) y Gustavo Fring (Giancarlo Esposito) siguieron progresando hacia "Breaking Bad". Mientras el primero trabajó junto a los criminales y mostró su sangre fría asesinando en plena noche (en una toma de fotografía brillante), el segundo extendió su poder  destruyendo a los Salamanca y construyendo la futura fábrica  donde trabajará White. Ambos arcos dramáticos se diseñaron para poner a los personajes en ruta hacia la serie madre pero sin prisa, con narrativas superlativas de un guion pulido y trabajado que amagó constantemente con presentarnos a Saul y haciéndonos temer por el futuro de Kim (qué impactante estuvo Rhea Seehorn, deben nominarla a todos los premios sin excusas). Juego psicólogico perverso de los creadores!


En cuanto a la puesta en escena, continuó la alta factura en todos los niveles, e incluso  cuesta señalar cuál fue el mejor capítulo de la temporada (el año pasado escogí a "Chicanery" como el que secundó al grandioso "Twin Peaks"). "Smoke" y ese inicio cargado de tensión, cada segundo es un nudo en la garganta. "Breathe" tuvo el mejor diálogo de Kim defendiendo a Jimmy ante Howard. "Quite a Ride" es mi favorito y está lleno de guiños a BB, sobre todo por ese blanco y negro de absoluto dramatismo y tensión. "Something Stupid" estuvo cargado de emoción y con una secuencia de inicio fantástica. "Piñata" mostró a Jimmy tomando el control y urdiendo un plan para vengarse de esos pillos que le jodieron su negocio de celulares y "Winner" también se pelea los honores. Cada uno de ellos se lució con encuadres perfectos, armados para ser más fuertes que las palabras; una fantástica fotografía, que siempre buscó ensombrecer; un rico lenguaje audiovisual puesto al servicio de la historia más un grandioso uso de los silencios y del ruido ambiente, sin necesidad de tener que musicalizar las escenas; el montaje bordeó lo insuperable (nuevamente el episodio 7 es digno de todos los reconocimientos). Pero la joya principal es y sigue siendo el manejo constante de la tensión. Una genialidad magnánima a nivel de producción.

Vince Gilligan y Peter Gould no se apartaron demasiado del universo que crearon, pero lo encararon desde otro ángulo y con tópicos más humanos, golpeándonos donde más nos duele. Cuando Jimmy logró recuperar su licencia de abogado y anuncia que regresará a los negocios turbios con un nombre falso, queda develado el clímax del mejor drama del año, el mejor confeccionado, el mejor actuado y el mejor psicológicamente trabajado. El rictus confundido de Kim y el "It’s all good, man" nos pusieron ante la posición que todos veíamos venir. Los últimos 2 minutos de la temporada fueron un golpe directo al mentón,  porque nos señala que el genial Jimmy McGill se ha ido en busca de una quinta temporada de definiciones.



martes, 31 de julio de 2018

Glow, temporada 2: Sin conteo de 10


Las chicas que se convirtieron en reinas de la temporada de series gracias a su propuesta innovadora y profundamente humana, empujaron una segunda temporada que demuestra que los éxitos  sorprendentes pueden forzar las decisiones más arriesgadas, como lo es el estirar los episodios mientras se repiensa la idea inicial.

Liz Flahive y Carly Mensch, creadoras de la serie, sabían que no la tenían fácil. Una historia como la que cuenta “Glow” debía desarrollarse con el tono adecuado y un elenco que la sostuviera sin caer en la caricatura ni la pose. Ya sabemos que “Glow” fue un fenómeno televisivo en los ’80, mostrando lucha libre femenina, por tanto, estábamos ante una propuesta para nada delicada.
“Glow” llegó en uno de los momentos sociales más intensos de empoderamiento femenino, lo que parece ser la respuesta al crecimiento de sus personajes en vetas más personales  y más alejadas del wrestling. Estaba dada la posibilidad de hacer crecer el arco narrativo  para desplegar el potencial argumental, el cual también tenía otro objetivo muy claro: dejar la puerta abierta para una tercera temporada. La duda era si este tránsito iba o no a desgastar la propuesta.

Así pasaron los 10 episodios de esta segunda sesión, poniendo sobre la mesa discusiones sobre sobre el panorama laboral, el acoso sexual sin disimulos,  el lesbianismo y la igualdad de género. Con mayor o menor suerte, lo que es indiscutible es que el inexperimentado reparto ha sabido llenarse de loas. Ya demostraron saber dar buenos golpes en el ring, pero en esta nueva entrega evolucionaron y consolidaron sus interpretaciones. Los personajes siguen burlándose de sí mismos, al  tiempo que iban generando una especial fraternidad. En el apartado de los actores, muy llamativo fue el tratamiento que tuvo el personaje de Marc Maron, el cual se sumió en una inmersión compleja. Sam fue menos Sam a medida que iban pasando los episodios. Por otro lado, los que pensábamos que Liberty Bell había superado la infidelidad de su marido, estábamos equivocados; la herida fue profunda y Debbie se mostró vulnerable, vengativa, frustrada y débil; en este torbellino emocional, que la tuvo sumida en constantes cambios de ánimo, terminó tomando decisiones y haciéndose dueña de su propio camino, lo que no habría podido lograr si no hubiera tenido en frente al tremendo personaje de Alison Brie. Es impresionante el desplante que Ruth tiene en pantalla, en el escenario y bajo el mismo. Ha demostrado que la comedia le acomoda en demasía, y que acompañada del otro pilar fundamental de la serie (Marc Maron), son un dúo complejo pero que se atrae. Hasta el momento no olfateamos que se vayan a confundir los sentimientos, algo que no quedó del todo claro en los últimos 3 episodios, pero que tampoco creemos necesario.



Por el lado de las chicas, si bien supimos algo más del resto de ellas no existió el gran paso ninguna. Ese es uno de los  fallos de la temporada, pues  mantener el peso de la serie en sus dos protagonistas, que ya conocimos muy bien en la primera temporada, quita interés en un clan muy bien dibujado y que está en la banca esperando entrar a la cancha. La que más nos mostró fue “la reina de los subsidios” (Kia Stevens, luchadora profesional en la vida real y que trabajó en la WWE y TNA), pero la historia con su hijo no se desarrolló. Del resto, Yolanda, la luchadora lesbiana, es otra que podría poner otro acento en temáticas de total actualidad.  Por otra parte, los hombres de “Glow” adquirieron  pinceladas más profundas, pues el director debió enfrentar una inesperada paternidad de una adolescente y que nos mostró un lado dulzón de Sam, mientras que Bash tuvo que enfrentarse a la tragedia de la pérdida de un amigo más que especial. Lo complicado es que, mientras vemos que la historia de Bash podría darle más dimensión al personaje,  la de Sam podría estancarlo en un estereotipo romanticón que su personaje no necesita, insistimos en eso. Ojalá lo mediten muy bien en el guion.

Por el lado de la ambientación, la segunda temporada mostró mejor manejo de recursos, mejores trajes y producción, manteniéndose el sello humano que la hizo tan visible en su temporada debut.
Lo que más respaldó las dudas que nos dejaba el guion, fue que los capítulos son de  corta duración. Y en ese aprovechamiento del tiempo, resaltó absolutamente el octavo episodio, probablemente el más innovador al colocarnos como un espectador habitual del espectáculo. El montaje potenció el lazo de las historias de estas mujeres  con los combates, y para quienes somos habituales espectadores de RAW y SmackDown y crecimos con los combates de tantas leyendas, el haberse posicionado delante del televisor de los años ’80 fue muy gratificante.

Ahora,  contrariamente a lo que podría pensarse de una ficción de lucha libre, “Glow” pecó, en esta segunda temporada, de un ritmo lento. Por más temas ochenteros y reconocibles que fuera la excelente música escogida, con mucho break dance incluido, la trama se hizo esperar, siendo adornada por esa necesidad de los estadounidenses de transformar todo en un show. Ahí fue donde cayó en la misma tentación de “The Handmaid´s Tale”, donde la segunda temporada se vuelve  solo un puente para cruzar hacia una tercera, en la cual, “Glow” debiera mejorar en aspectos donde tiene gran amplitud para hacerlo; si tienes solo media hora por capítulo, pues ve al grano y agiliza las tramas, y si quieres lucha libre propiamente tal, lamento decirte que ésta solo podría ir quedando como la excusa para desarrollar más dramas que alegrías en la vida de estas mujeres, y donde el derrotar los estereotipos tan actuales se puede ir convirtiendo en la verdadera batalla. Esa es una de las cosas que hace a “Glow” tan especial, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de una ficción ambientada hace más de treinta años.

martes, 17 de julio de 2018

The Handmaid’s Tale, temp 2: transmutar la desesperanza


La serie de Hulu utilizó los mismos ingredientes  que le consiguieron alabanzas y premios en la primera temporada, pero esta vez con un guion más lento y confuso, lo que dio la sensación de querer estirar la historia para forzar una tercera temporada. Con los aires feministas cubriendo el mundo, el guion quedó corto.

Globos de Oro y muchos Emmys, entre ellos, los de mejor serie dramática del año. Un gran examen tenía que dar “The Handmaid’s Tale” en su segunda temporada, tras llenarse de elogios en 2017. Interpretaciones soberbias, iluminación artística, dirección cuidada y  una historia asfixiante y sorprendente,  mantenían la calidad visual de este futuro distópico llamado Gilead. Sin embargo, y con sorpresa, constatamos que esta segunda temporada se perdió, durante un buen rato, en la pereza.
Los primeros episodios fueron solamente recordar todas las desgracias a las que fueron sometidas June, Emily, Moira y las demás, pero con June solamente en la lucha por  su propia supervivencia, tras los intentos fallidos de  huida. Estos nuevos capítulos se desmarcaron del libro de Margaret Atwood, aunque ella participó en la confección de los guiones para que fueran coherentes con su visión de Gilead, sin embargo, y a pesar de su agudo ojo, la historia fue una madeja que mezcló pasado y futuro en desorden, a la vez que se introducían nuevos personajes de los cuales no supimos, hasta muy avanzada la historia, su verdadero valor. Un ejemplo claro es el de Eden, cuyo objetivo se devela casi al final y le da sentido a lo observado antes.

Pero el problema no es de la serie propiamente tal, es de la gran historia que nos presentaron y cuya vara quedó en un nivel difícil de igualar. Los actores y personajes se repetían pero en una trama más reposada, llena de monosílabos, primeros planos, silencios largos, imágenes oscuras. En los primeros episodios (los más débiles, sin duda) nos mostraron a una June altiva y con guiños de rebelión, los que fueron aplacados por la fiera Serena, estableciéndose una relación que sería el sostén de la temporada. “Hemos tenido demasiado la una de la otra” le recalcó la dueña de casa cuando le comunica que, tras el nacimiento del bebé, deberá marcharse.

La tía Lidia siguió siendo  protagonista pero perdió peso y autoridad, lo que diezmó su particular carácter y le quitó continuidad a la historia. Ahora se notó más cercana a las criadas, como que hasta les tomó cariño, lo que fue otra evolución difícil de comprender ante la altivez y tiranía expresada en la primera sesión y que le valió merecidos reconocimientos a la gran Ann Dowd. Pero las verdaderas protagonistas siguieron siendo June y Serena, esta última explotando en un gran potencial. Yvonne Strahovski le da un sello vibrante a su personaje de mujer dura y alimenta perfectamente esa relación tormentosa con June, la que se suaviza abruptamente cuando nace el bebé. Su revelación nos acercó a  esos momentos en los que a la mujer la mueve la compasión y  la sororidad.


En el apartado técnico, la serie mantuvo el tono tétrico y los planos fueron más allá; en esos primeros planos se buscó visualizar el lado más  impactante del miedo. El vestuario siguió en  la línea ya conocida, mientras que los flashbacks fueron herramienta constante para observar y recordar cómo era la vida de June y las demás, tratando de establecer ese paralelo entre el ayer y el ahora. Hay que reconocer que la temporada toma vuelo muy avanzada la sesión, lográndose episodios de buen nivel. El octavo, llamado “El trabajo de las mujeres” da indicios de que la fachada de Gilead comienza a resquebrajarse. El hecho de que Serena compruebe que no es inmune a la crueldad con la que se trata a las mujeres le provoca el shock que dará vida a lo que ocurre desde este capítulo y hasta el final. Otro episodio muy difícil y violento es “La última ceremonia”, donde la violación de June no es la escena más dura, sino que el reencuentro con Hannah, donde en pocos minutos se exploran las heridas más profundas del corazón, las recriminaciones y las dudas sobre el futuro.

"This Woman's Work" de Kate Bush, "Going Back to Where I Belong" de Sugar Pie De Santo, o "Go!" de Santigold, fueron algunos de los temas que barnizaron el ritmo de una entrega que fue una agonía lenta al principio, pero que se tornó más ágil al final, manteniendo su oscuridad y transmutando la desesperanza.

Por momentos emanó la sensación de que los guionistas de la serie dudaron sobre si convertirla en la historia de una gran fuga o si seguir la línea de la novela de Margaret Atwood, pues, al mismo tiempo, está Donald Trump en la Casa Blanca y la extrema derecha ganando peso en Europa. Quizás fue esa indecisión la que motivó una primera parte lenta y una segunda (los últimos 5 episodios) más extrema, violenta y concluyente, con respecto a la debilidad de la democracia y al papel reaccionario que las mujeres deberán tomar. Y la escena final es decidora al respecto.

La Biblia llena de anotaciones de la joven Eden, y que fue encontrada por June, es la señal de algo nuevo. La tercera temporada fue confirmada con la serie aún al aire (un guiño a las críticas que la estaban destruyendo), lo que nos da esperanza de que la rebelión viene (supuestamente). Considerando la oleada feminista, la tercera temporada no debiera mantener el peso del sufrimiento en las mujeres y debiera darles a los hombres (ausentes en protagonismo) la responsabilidad de la reflexión. Si el empoderamiento femenino existe en el mundo real, una serie como esta debiera reflejarlo y ya se acabó el tiempo para la espera.

domingo, 3 de junio de 2018

The Americans, temp final: Perdiéndolo todo


Joel Fields y Joe Weisberg, los showrunners de “The Americans” no son rusos, pero parecen haber recurrido a toda la tragedia emocional de su literatura para construir el fin de una de las mejores series de estos últimos 5 años. Este final no dejó cadáveres ni tiroteos, pero dejó el corazón del matrimonio Jennings completamente roto. 


Suena "Dont Dream It's Over" de Crowded House y un par de carteles anuncian el estreno de “Wall Street”. Así partió la sexta y última temporada de “The Americans” delatando con la canción y las películas, que entre la sesión anterior y ésta habían pasado tres años, y con el transcurrir de los episodios íbamos a captar cuánto había cambiado todo en la pareja de espías soviéticos. Desde el inicio, hace cinco años, la historia protagonizada por Keri Russell y Matthew Rhys, como un matrimonio de espías rusos infiltrado en el Estados Unidos de final de la Guerra Fría, ganó adeptos acérrimos en la crítica especializada y una inesperada actualidad ante las noticias sobre las relaciones del entorno de Donald Trump con el régimen de Vladímir Putin. Más allá de los eventos políticos, lo que siempre importó en “The Americans” fueron los lazos que unieron a la familia Jennings, los que los llevaron a matar, engañar, conspirar en pos de un objetivo  ideológico. Y la empatía ocurrió. Si bien el contar una historia de espionaje ruso-norteamericano no sea tan interesante, considerando la amplísima oferta seriéfila de hoy, la historia de los Jennings conectó y los guiones siempre contaron la historia de dos personas, aunque con el paso del tiempo, la trama dio para la evolución de otros personajes.


Stan, ese amigo fiel
Estar al tanto del accionar del FBI era fundamental para el objetivo de los Jennings en Estados Unidos, y escogieron a Stan (Noah Emmerich) como su blanco y así Entablaron una amistad que incluía tardes de cerveza y una relación sincera hasta con los hijos. Si bien “The Man” pudo haber descubierto mucho antes quiénes eran los Jennings (el guion no lo deja muy bien desde ese punto de vista), y sus sospechas solo fueron evidentes en la temporada final, esa “muerte” de la amistad y el develo de la traición se producen cuanto Stan los enfrenta en ese estacionamiento. La verdad y los reproches hirieron más que todas las balas que los Jennings dispararon en toda la serie. La escena no duró más de diez minutos y sólo tuvo  dos interlocutores, con  intervenciones más cortas de las otras dos, pero que dieron más esencia a la tensión de sentirse descubiertos por esa persona que siempre les actuó de buena fe. La sensación de Stan de saberse traicionado y de tener razón en sus sospechas  contrastó con el alivio de Philip, porque ya no habría que mentir más. Finalmente, este momento le dio la reafirmación, peso, a esa verdadera amistad, y  fue solo ese valor el que les permitió cumplir su plan de salir del país de manera clandestina y no ser detenidos por este agente del FBI engañado. Sin embargo, el momento en que Philip le pide a Stan que cuide de Henry es uno de los tremendos golpes emocionales del capítulo; todo lo político queda atrás, finalmente la miseria humana y la sensación de estar perdiéndolo todo afloró en su magnitud, helando nuestros huesos y señalándole a Stan que ahora tiene otra responsabilidad heredada de esta amistad sincera.

El factor Paige
Al principio parecía riesgoso incluir una  evolución del personaje de Paige (Holly Taylor), la hija adolescente de los Jennings. Finalmente, el guion planteó que una vez enterada de la verdadera identidad de sus padres, comenzara un acercamiento con la patria de ellos y se le fueran planteando cada vez más contradicciones con su país de nacimiento. Y si bien decide aventurarse en el mundo del espionaje, (sus padres le presentaron una fachada demasiado idílica de su trabajo),  fue obvio que nunca estuvo convencida del todo y que el hecho de dejar a Henry significaba un precio demasiado alto para alguien que no tenía una real conexión con Rusia. Su imagen sola en el andén, mientras sus padres entran a Canadá en un tren que no va a detenerse es brutal, de una sinceridad conmovedora, aplastante. Sin duda que el matrimonio hubiera preferido que Stan les hubiera disparado antes de patentar que su familia estaba rota, que su hija había decidido quedarse en su país de nacimiento, sin que el guion nos de pistas de qué camino va a seguir. Otra duda que quedó sin resolver fue la de Renee, y si era o no una espía soviética. Philip se lo desliza a Stan  para evitarle futuras frustraciones, pero le clarifica que no está seguro del todo y nosotros tampoco lo estamos.

La música fue otro factor importante en la serie, pues fue utilizada como herramienta evocativa para hacer avanzar la trama. Fleetwood Mac, David Bowie, Elton John, Talking Heads, Peter Gabriel, U2, Dire Straits entre otros, jugaron un papel clave en evocar la relevancia de la  cultura popular en los hechos que se devenían. Cambios, separación, frío, inquietud, todo atravesó como un puñal a esta historia.



Desde la primera temporada defendí “The Americans” y resultó realmente milagrosa su supervivencia en FX. Lamentablemente, las audiencias fueron siempre bajas y la sensación es que muchísima gente se perdió la oportunidad de disfrutar un producto de alta factura. La última temporada nos dio mucho a nivel humano y equilibró el bajón que hubo en la anterior, porque el retrato que se hizo de Elizabeth, sobre todo, fue realmente impresionante. Ella fue la dueña de la temporada final y la más castigada tras este doloroso fin. No fue a la cárcel, no murió, regresó a Rusia viva junto a Philip, pero claramente regresaron habiéndolo perdido todo.

Un final de serie inspirador. Ese “nos acostumbraremos”, en ruso, que pronuncia Elizabeth mientras mira su país desde un puente solo denota la desesperanza que teñirá su nuevo destino. Por más vidas que haya quitado este matrimonio, por más sangre que hayan derramado de otros, finalmente, fue la propia sangre la que los castigó y será el dolor más grande que deberán cargar.

domingo, 6 de mayo de 2018

Homeland, temp 7: más fresca y relevante que nunca


A quienes la abandonaron después de su tercera o cuarta temporada, es deber señalarles que se están perdiendo la serie más consistente del momento. Considerando la actualidad mundial que ha tomado, como bastiones políticos, la paranoia y el sesgo mediático, expresado a diario en las redes sociales y leído, con lucidez, por los guionistas, su posición es inmejorable para develar la oscuridad que hay detrás de aquello llamado "inteligencia".

“Sin Nick Brody no hay serie”. Mucho se leyó de aquello en el pasado de “Homeland”, una de las series más premiadas de la última década y que acaba de finalizar su 7ª temporada. Las anteriores, nos mostraron a la patriota Carrie Mathison instalada en medio del conflicto palestino-israelí, dirigiendo la inteligencia en Medio Oriente y, luego,  trasladándose a Europa cuando la maternidad le hizo el ruido de buscar una vida más normal para su hija. Porque en “Homeland” nada es normal si debes luchar contra los enemigos de Estados Unidos.
Es cierto que hubo temporadas flojas, pero la anterior y en ésta que acaba de terminar, hay  nuevos aires que han refrescado el guion y que le dieron nuevo impulso a la historia, aprovechando los rincones más repugnantes de internet para lograrlo. Gracias a los dos ejes ensamblados en el guion (la paranoia y las fake news), la propuesta nos entregó una temporada excelente, con momentos dignos del mejor cine clásico de espías. ¿Fue demasiado loco crear a un provocador de internet, como O’Keefe, o que Twitter fuera revelado como plataforma para echar a andar una misión contra Estados Unidos?. No, no es nada loco. Menos en un mundo en el que Donald Trump es presidente. 


Más que nunca, "Homeland” le hizo justicia a su nombre y nos permitió reencontrarnos con lo mejor de la serie: un argumento que exprime la actualidad con un prodigioso sentido de la oportunidad. Alex Gansa y Lesli Linka Glatter hicieron un trabajo brillante en su interpretación de la política actual y de las nuevas relaciones que se están instaurando entre países; nos propusieron otra vuelta de tuerca y el resultado no defrauda en absoluto.
Observamos una administración dividida y una revolución en aumento, pero también nos mostró la vengativa cacería de brujas que habría dentro de las propias agencias. Saul Berenson y Yegveny Gromov (gran trabajo de Costa Ronin, quien también lo está dando todo en "The Americans") estaban dispuestos a sacarse los ojos. 
El guion siguió desarrollando el concepto de las fake news (noticias falsas) y los turbios movimientos de poder, para dejar en claro que esto está movido por muchos intereses, económicos por sobre todo. El capítulo 4 (“Like a bad at Things”), dirigido brillantemente por Alex Graves, o el capítulo dedicado a Twitter, instalan la idea de que Carrie terminará muy mal; cuan hombre araña, aparece siempre aferrada a los dos extremos del tren, esforzándose, de manera  heroica, para mantenerlos unirlos. A pesar de declarar que estaba tomando sus medicinas y que había abrazado la maternidad, nada impedirá que ese sentido de la responsabilidad para con su país la ponga en un tremendo riesgo, al punto de trepar un edificio para ir por su objetivo, al punto de ser tomada prisionera, al punto de entregar la custodia de su hija, al punto de perderse como ser humano.


Pero el guion también ganó con la incorporación de secundarios potentes, los  que tomaron un control de la trama y que aportaron a que  cada episodio se viera como la orilla del precipicio, con la conspiración siempre presente. Al final, no solo el futuro de Carrie está en riesgo.

Ganadora de los Writers Guild Awards, los  Emmys, los American Film Institute, los Critic’s Choice Awards, el Globo de Oro. “Homeland” se enfrenta a la que será su temporada final más fresca y relevante que nunca porque, hoy por hoy, aparece en inmejorable posición para abordar todas estas cuestiones que son total actualidad para las políticas de Estado, y eso la hace más valiosa que antes. 

martes, 1 de mayo de 2018

"Avengers: Infinity War": Quebrados por el pasado


La película causa el mayor impacto emocional en diez años de cine Marvel. Es de trama sencilla, la que  va quitando el aliento hasta dejar solo preguntas al final. Una cinta de superhéroes con letras grandes en lo técnico, pero es en el guion donde los hermanos Joe y Anthony Russo le sacan brillo a la oscuridad del ser humano, la que ya habían retratado con maestría en "Capitán América: The Winter Soldier" y "Capitán América: Civil War".


La película más ambiciosa de Marvel está a la altura de lo esperado. Luego de 18 films, en 10 años, los directores Anthony y Joe Russo han conseguido la historia más relevante de toda la saga. Desde el primer minuto este producto, diseñado para sorprender, empieza a dar vuelta las teorías sobre el destino de los superhéroes a un ritmo sin pausa ni descanso, y aunque hay muchos chistes en el guion, la historia se sostiene en su oscuridad.
Hay que partir comentando que hay una lluvia de personajes que enloquecería a cualquier guionista y, desde luego, al público no muy familiarizado con todas las sagas. Pero quienes la llevan son los actores ya reconocibles a través de estos  personajes que a ellos, también, les han traído mucha fama: Robert Downey Jr. , Chris Evans, Chris Hemsworth, Scarlett Johansson, Mark Ruffalo y Benedict Cumberbatch. A ellos se les unen el resto de las estrellas de los Vengadores, los Guardianes de la Galaxia, de Wakanda, incluso el buen SpiderMan, de Tom Holland. Toda esta vorágine va desenredando una madeja que se desarrolla en distintos escenarios, con estética colorida, mucha acción, humor recurrente y una historia que siempre se presenta intensa, tanto como lo fue "Capitán América: Civil War", la historia mejor lograda si analizamos a cada Vengador por separado. 

Entonces, para salir del problema había que simplificar las cosas aclarando, desde el inicio, el arco argumental, el cual corrió por cuenta de un villano. Thanos, que había estado muy presente en la saga sin haber entrado en acción, por fin salía a buscar las seis gemas del infinito y es él quien lleva la carga dramática. Él es un genocida que cree tener un loable propósito: acabar  aleatoriamente con la mitad del universo  porque los recursos no alcanzarán para todos. Pero la responsabilidad de tener el poder absoluto y de tomar esa decisión, le crea dilemas. De esta manera, Marvel salda una cuenta pendiente y da con el villano que mejor ha delineado.


Ocurren muy buenos diálogos entre Doctor Strange y Tony Stark, produciéndose una balanza interesante entre ambos egos. Capitán América dejará un poco el protagonismo y no cargará con el peso del drama y luchará, en la Tierra, con parte de su team. Visión y Wanda llevarán encima la historia de amor de la película y que provocará uno de los momentos más  dramáticos, mientras que Thor muestra una increíble evolución gracias al buen tratamiento que se le dio al personaje en "Thor: Ragnarok", haciéndolo más cercano. En esta ocasión, Thor estará más volcado al drama, pero el personaje contribuye en muchos otros aspectos al éxito del film. Pero la gran conclusión tras el visionado de "Infinity War", es que nuestros superhéroes están cansados, frágiles, quebrados por el pasado, y miran con rostro incierto y sombrío lo que depara el futuro.

Convengamos que las películas de Marvel no son complejas. Son familiares, aptas, con muchos toques cómicos que salvan más de una escena, junto a la sensación de acción y fantasía que generan los efectos especiales bien logrados. Todo esto se cumple en "Avengers: Infinity war", siendo la única falla el que no existió el tiempo suficiente para solucionar asuntos que habían quedado pendientes entre algunos personajes. Pero tan cerca del final de la saga (Marvel ya anunció que en 2020 se acaban las películas del universo MCU), lo más probable es que sean más muertes que reconciliaciones lo que veamos como cierre de ciclos. De hecho, esta "Infinity War" puede interpretarse como la parte 1 de la película final, cuya última escena es un bien logrado "continuará...".

Desde 2008, Marvel ha lanzado 18 películas, todas con información relevante para entender "Avengers: Infinity War", la que cumple con entretener pero que deja muchos flancos abiertos y más dudas que respuestas. Ni siquiera la escena post créditos (increíble como NADIE se movió de su asiento en el cine esperando esa escena), da alguna luz de lo que pueda ocurrir de cara al film que deberá cerrar 12 años de reencuentros con héroes que han unido a generaciones y que Marvel tiene, en su poder, la posibilidad de darles una gran final. Puede que en la gema del Tiempo esté la solución para salir de semejante embrollo.





¿Por qué Doctor Strange entregó la gema del Tiempo?. Recordemos que él ya vio los posibles futuros...."Tony, es la única forma...".