La miniserie del universo Star Wars se centra en la depresión de Obi-Wan, en el sentimiento de culpabilidad por todo lo que le ha ocurrido a la galaxia. Él tenía que entrenar al Elegido y ha fallado, ya que Anakin ha creado el Imperio y es un cazador de Jedi. Todo se ha perdido y en seis episodios, con más tintes de película que de miniserie, se va contando la forma en que él se va redimiendo y dando contexto a otros personajes.
La mayoría de las críticas a Kenobi se
han centrado en las ‘luces’ y no en su rol dentro del trasfondo de la saga. Siempre
ha sido fácil criticar el montaje, la dirección o los efectos y olvidarse del
auténtico corazón de esta saga, que conecta generaciones gracias a sus raíces
míticas y la fuerza de su relato.
En Kenobi, el ermitaño lleva diez
años susurrando y suplicando un perdón
que no llega. Se nos transmite, de manera satisfactoria, la desolación y la tristeza
gracias a un Ewan McGregor tremendo, que adapta el tono que Alec Guinness le
dio al personaje en la trilogía clásica. De esta manera, el viaje que emprende
Kenobi es de expiación a través de la
protección de una niña (elemento clásico en la saga); a lo largo de la travesía
deberá reencontrarse a sí mismo para comprender la verdad, de que probablemente
él no tiene la culpa de aquello que lo
atormenta.
Es ahí donde vienen los paralelismos y los simbolismos que tanto nos gustan. El episodio final de Obi-Wan Kenobi tiende un gran puente entre el Episodio III y el IV, disfrutando el volver a ver a Ewan McGregor y Hayden Christensen como Obi-Wan y Anakin; en cuanto a Anakin, la serie nos regala flashbacks y algunas escenas en las que el actor canadiense se reencuentra con el personaje que marcó su carrera. El primero, el de la Orden 66, debe ser una de las escenas más icónicas de la franquicia, pues la hemos visto en La venganza de los Sith, en Jedi: Fallen Order, en cómics, en Clone Wars, en Bad Batch, en El libro de Boba Fett y ahora aquí. Y, junto al duelo del cual acertadamente se articula la quinta parte de la serie, consigue que comprendamos más de la caída de Anakin y cómo la piedad puede llegar a salvar; en el flashback, Anakin afirma que la misericordia nunca vencerá a nadie y muchos años después, será precisamente la misericordia la que salve a Skywalker. Como guiño, recordamos la escena de El regreso del Jedi donde Vader le decía a Luke que Obi-Wan una vez creyó que todavía él, el lord oscuro, podía redimirse. La serie se pesca a esa conversación y también de otra, cuando en Una nueva esperanza, Vader le decía a Obi-Wan que la última vez que se vieron, él era solo un aprendiz, pero ahora es un maestro. Kenobi juega con estos elementos y, si bien no queda tan claro ese intento de devolver a la luz a Vader, sí vemos cómo queda retratado como aprendiz, gracias al quinto episodio.
Otro acierto y aunque los fans
vetustos no lo reconozcan, es Vivien Lyra Blair; se roba cada segundo como la
princesa Leia. A su corta edad, fue capaz de mostrarnos atisbos de aquella
luchadora que conocimos en Una nueva esperanza y no me cabe duda de
que Carrie Fisher hubiese aprobado totalmente su papel. Además, las dinámicas de
la pequeña princesa nos confirman que era ella quien debió haber sido entrenada en la Fuerza. Por otro lado, como
inquisidora, Moses Ingram lo hace muy bien con un personaje hecho para detestarlo,
aunque comprendas de dónde ha surgido y creo que, en el episodio quinto y
sexto, logra una evolución interesante, aunque nada sutil; y por fin vemos qué
papel jugará en el futuro. Ojalá hubiesen hecho lo mismo con Ben Solo.
Por desgracia, el resto de los
inquisidores juegan un rol más pequeño. El Quinto Hermano volverá en Rebels,
pero la Cuarta Hermana se convierte en una incógnita que esperamos ver más
adelante en alguna producción. Más relegada queda Tala, la que no logra destacar debido al
irregular cuarto capítulo, pero su sacrificio da algo de luz a la visión más
mortal de los personajes del Imperio. Y un detalle interesante, aparte de un cameo de C-3PO, que tiene
que ver con Bail Organa, Owen y Beru,
completando el rol de estos personajes dentro de la saga; si bien nos habría
gustado más minutos en pantalla para ellos, ahora entendemos un poco más el
sacrificio de estos personajes en la película de 1977.
La música de la miniserie,
especialmente en los momentos que evocan a la trilogía original, juega un papel
fundamental y si bien hay momentos en que se utiliza de manera memorable, la
propuesta musical queda por debajo de anteriores BSO, y más allá de algunas
debilidades, el guion logró mostrar que
el vínculo entre Obi-Wan y la princesa nos conmoviera, y se lo debemos a la precisa elaboración emocional de Ewan
McGregor, contenida pero llena de matices que le dieron credibilidad a su
sentimiento. No obstante, los esfuerzos de Deborah Chow y el guion de Joby
Harold, Hossein Amini y Andrew Stanton
se ven ensombrecidos a causa de una circunstancia inevitable: sabemos que todos
los principales héroes van a sobrevivir y eso le resta fuerza al
drama, lo que no impide que siempre tengamos curiosidad por cómo se resolverán
las situaciones. Lo que sí resuelven bien es el combate decisivo entre
Kenobi y Vader, con James Earl Jones en la voz; éste se estiró hasta
el final pero porque había para darle la
épica que corresponde a un acontecimiento como ese, y tanto la coreografía
como la dinámica visual y los coros de la banda de Natalie Holt, dan con el
tono épico. El espectáculo de los sables y sus colores opuestos no decepciona, pero podría
haber sido mejor, mientras que el intercambio de palabras entre McGregor y el que fuera su aprendiz, nos deja
conformes y es suficiente para entender que el jedi supera su dolor y
su sentimiento de culpabilidad.
Esta miniserie ha servido para enriquecer principalmente a Leia, ya que ahora entendemos más ese ‘ayúdame, Obi-Wan Kenobi. Eres mi única esperanza’, su conexión con la Fuerza, sus habilidades con la mecánica en el Halcón o la decisión de llamar a su hijo Ben. Si todo fue un ejercicio de continuidad, está bien logrado y no rompe ningún lapso de tiempo ni nada por el estilo. Claramente es una miniserie poco perfecta, pero en el suma y resta, la sensación es de ganancia porque a estas alturas, toda historia del universo debe ser apreciada desde la fuerza que radica en la profundidad de la historia de Star Wars, en aquello que hace que la saga siga viva tantas décadas después, y aunque no hay anunciada una segunda temporada y su directora dijo que el personaje se debía tomar vacaciones, deja promesas de continuidad para varios personajes.
Próxima parada del universo, Andor,
serie protagonizada por Diego Luna, aunque antes tendremos una parada con
el especial LEGO Star Wars.