Bastaba saber que era una
película de gansters, realizada por el mismo grupo que renovó el género en los ’70,
para elevar las expectativas al máximo. Más aún, si el líder de la aventura volvía a ser Martin Scorsese, quien grafica en este film uno de los puntos de vista que
marcaron su trayectoria: los procesos de
la culpa, la traición y la redención.
Scorsese es un director con
ideas, con estilo, pero, además, con algo que lo distingue de miles: tiene
mucha calle. Y en “The Irishman”, se ven reflejados esos condimentos que
lo han llevado a la gloria del cine. Se trata de un film muy bien elaborado y dirigido,
rico en su lenguaje cinematográfico, con actuaciones magistrales y una
utilización interesante de la tecnología de moda en Hollywood: la del
rejuvenecimiento digital de actores.
El guion está basado en el
libro “I Heard You Paint Houses” sobre la misteriosa desaparición de Jimmy
Hoffa (Pacino), un famoso sindicalista estadounidense vinculado con la mafia,
mientras que De Niro es “el irlandés” Frank Sheeran, alguien que se dedica a pintar
casas (la metáfora que usa la película); este pilar se entreteje con momentos
de la historia estadounidense, como la presidencia de John F. Kennedy, su
asesinato y Watergate, por lo que el estilo de filmación revisa más el pasado que el presente, con
toda la carga evocativa que supone. En ese sentido, la fotografía de Rodrigo
Prieto nos parece cercana a la de Gordon Willis en “El Padrino”, con muchos claroscuros
y sepias, lo cual crea esa atmósfera fúnebre donde se va desenvolviendo
la vida de Sheeran, el personaje omnisciente, veterano de la Segunda Guerra y
que es adoptado por Russell Bufalino (Pesci). Allí entra el segundo pilar del
guion, ese donde el irlandés se verá atrapado entre dos religiones: la de
Bufalino y la de Hoffa. ¿Por cuál se definirá y con qué consecuencias?.
Esa pregunta se va respondiendo a
través de la presentación que el director hace de los miembros de la red
mafiosa que se cruza en la vida del personaje de De Niro, y en el cómo nos explica
de qué forma murieron: congelando el
fotograma y añadiendo palabras en la pantalla. La mayoría de ellos fueron
asesinados afuera de su casa, comprando cigarros o por medio de un coche bomba.
Nadie se salvó y ahí es donde, también, se manifiesta la predilección del
director de describir el alma y los sentimientos de sus personajes, reconociendo
muchas características del tratamiento en “Goodfellas”, pero
agregando más eufemismo como forma de comunicación.
Más allá de la nostalgia que produce
ver a Harvey Keitel, o cuando De Niro habla italiano, o esos
fantásticos planos secuencia con cámara en mano, “The Irishman” cuenta
con una larga lista de actores de reparto que hemos podido ver en series del
género, como “Boardwalk Empire” (Aleksa Palladino, Louis Cancelmi)
o “The Sopranos” (Kathrine Narducci, Paul Herman, Steve Van Zandt), o
a veteranos de “The Wire” (Domenick Lombardozzi, Paul Ben-Victor).Pero
también se sumó savia joven con Jesse
Plemons y Anna Paquin, los que lamentablemente no tuvieron historia suficiente
para exprimir sus talentos. Sobre todo el de ella, cuya presencia sirve solo
para graficar el paso del tiempo de una niña que no soportaba al personaje de
Joe Pesci, pero que cayó rendida ante la personalidad magnética del Hoffa de
Pacino, y que será la presencia constante que nos recordará que siempre hay alguien más
que paga por los pecados de los padres.
Esa niña guía el desarrollo de la culpa en De Niro a través de los años.
¿Qué decir de los actores?,
¿Podríamos juzgarlos cuándo verlos en pantalla, y a todos juntos, es pura nostalgia hacia ese cine de antaño que aprieta el corazón?. En ese sentido, el
trabajo de Pesci es sorprendente pues se aleja de sus registros anteriores y crea
un ser que gobierna con la mirada y no con la palabra. Pacino, igual de
vehemente que en toda su trayectoria pero igual de sólido, en un rol hecho como guante y que debiera tenerlo en las quinas de esta temporada de premios sin lugar a dudas; y De Niro, en solitario, soportando el
peso de la culpa en un desarrollo que nos recuerda por qué es una leyenda del cine.
Se necesitan varios visionados
para descubrir tantas capas, ya que en cada una sobresalen elementos que hacen
a “The Irishman" comparable con “El Padrino”, sobre todo en la foto, con “Godfellas”,
por el tono, y con “Silence”, por su mística y necesidad de redención. Verla en
el cine es una obligación, pero la duración de la película puede volver compleja esa experiencia, mientras que en Netflix es más adecuado pero te da la
opción de parar y perder la atmósfera. ¿Podría haber sido una miniserie de 4 ó
5 episodios?, también!, y de esa forma se le habría dado más tiraje a algunos personajes. Al final, lo rescatable de este Scorsese
es que nos presenta un guion clásico, trabajado desde lo clásico, editada al dedillo
por Thelma Shoonmaker (quien debería ir por su 4to Oscar), y aprovechando hasta la
última gota de tecnología para mostrarnos este abanico de actorazos en una gala de
despedida, pues es probable que sea la última reunión de tales capos en una
película.
“The Irishman” es uno de los films
del año no solo por la forma en la que un cineasta ha revisitado algunos de los
temas que definieron su carrera, sino porque si hay algo en lo que Scorsese
innova es en la reflexión que hace sobre las implicancias que tiene el
hacerse viejo y cómo, con el tiempo, todos podemos acabar hablando de un pasado
luminoso que se volvió pesado, y que terminó por definir el presente como insignificante.