sábado, 30 de noviembre de 2019

The Irishman: todo tiempo pasado...

Bastaba saber que era una película de gansters, realizada por el mismo grupo que renovó el género en los ’70, para elevar las expectativas al máximo. Más aún, si el líder de la aventura volvía a ser Martin Scorsese, quien grafica en este film uno de los puntos de vista que  marcaron su trayectoria: los procesos de la culpa, la traición y la redención.

Scorsese es un director con ideas, con estilo, pero, además, con algo que lo distingue de miles: tiene mucha calle. Y en “The Irishman”, se ven reflejados esos condimentos que lo han llevado a la gloria del cine. Se trata de un film muy bien elaborado y dirigido, rico en su lenguaje cinematográfico, con actuaciones magistrales y una utilización interesante de la tecnología de moda en Hollywood: la del rejuvenecimiento digital de actores.

El guion está basado en el libro “I Heard You Paint Houses” sobre la misteriosa desaparición de Jimmy Hoffa (Pacino), un famoso sindicalista estadounidense vinculado con la mafia, mientras que De Niro es “el irlandés” Frank Sheeran, alguien que se dedica a pintar casas (la metáfora que usa la película); este pilar se entreteje con momentos de la historia estadounidense, como la presidencia de John F. Kennedy, su asesinato y Watergate, por lo que el estilo de filmación revisa más el pasado que el presente, con toda la carga evocativa que supone. En ese sentido, la fotografía de Rodrigo Prieto nos parece cercana a la de Gordon Willis en “El Padrino”, con muchos claroscuros y  sepias, lo cual crea  esa atmósfera fúnebre donde se va desenvolviendo la vida de Sheeran, el personaje omnisciente, veterano de la Segunda Guerra y que es adoptado por Russell Bufalino (Pesci). Allí entra el segundo pilar del guion, ese donde el irlandés se verá atrapado entre dos religiones: la de Bufalino y la de Hoffa. ¿Por cuál se definirá y con qué consecuencias?.


Esa pregunta se va respondiendo a través de la presentación que el director hace de los miembros de la red mafiosa que se cruza en la vida del personaje de De Niro, y en el cómo nos explica de qué forma murieron:  congelando el fotograma y añadiendo palabras en la pantalla. La mayoría de ellos fueron asesinados afuera de su casa, comprando cigarros o por medio de un coche bomba. Nadie se salvó y ahí es donde, también, se manifiesta la predilección del director de describir el alma y los sentimientos de sus personajes, reconociendo muchas características del tratamiento en “Goodfellas”, pero agregando más eufemismo como forma de comunicación.


Más allá de la nostalgia que produce ver a Harvey Keitel, o cuando De Niro habla italiano, o esos fantásticos planos secuencia con cámara en mano, “The Irishman” cuenta con una larga lista de actores de reparto que hemos podido ver en series del género, como “Boardwalk Empire” (Aleksa Palladino, Louis Cancelmi) o “The Sopranos” (Kathrine Narducci, Paul Herman, Steve Van Zandt), o a veteranos de “The Wire” (Domenick Lombardozzi, Paul Ben-Victor).Pero también se sumó savia joven con Jesse Plemons y Anna Paquin, los que lamentablemente no tuvieron historia suficiente para exprimir sus talentos. Sobre todo el de ella, cuya presencia sirve solo para graficar el paso del tiempo de una niña que no soportaba al personaje de Joe Pesci, pero que cayó rendida ante la personalidad magnética del Hoffa de Pacino, y que será la presencia constante que nos recordará que siempre hay alguien más que paga  por los pecados de los padres. Esa niña guía el desarrollo de la culpa en De Niro a través de los años.

¿Qué decir de los actores?, ¿Podríamos juzgarlos cuándo verlos en pantalla, y a todos juntos, es pura nostalgia hacia ese cine de antaño que aprieta el corazón?. En ese sentido, el trabajo de Pesci es sorprendente pues se aleja de sus registros anteriores y crea un ser que gobierna con la mirada y no con la palabra. Pacino, igual de vehemente que en toda su trayectoria pero igual de sólido, en un rol hecho como guante y que debiera tenerlo en las quinas de esta temporada de premios sin lugar a dudas; y De Niro, en solitario, soportando el peso de la culpa en un desarrollo que nos recuerda por qué es una leyenda del cine.


Se necesitan varios visionados para descubrir tantas capas, ya que en cada una sobresalen elementos que hacen a “The Irishman" comparable con “El Padrino”, sobre todo en la foto, con “Godfellas”, por el tono, y con “Silence”, por su mística y necesidad de redención. Verla en el cine es una obligación, pero la duración de la película puede volver compleja esa experiencia, mientras que en Netflix es más adecuado pero te da la opción de parar y perder la atmósfera. ¿Podría haber sido una miniserie de 4 ó 5 episodios?, también!, y de esa forma se le habría dado más tiraje a algunos  personajes. Al final, lo rescatable de este Scorsese es que nos presenta un guion clásico, trabajado desde lo clásico, editada al dedillo por Thelma Shoonmaker (quien debería ir por su 4to Oscar), y aprovechando hasta la última gota de tecnología para mostrarnos  este abanico de actorazos en una gala de despedida, pues es probable que sea la última reunión de tales capos en una película.

“The Irishman” es uno de los films del año no solo por la forma en la que un cineasta ha revisitado algunos de los temas que definieron su carrera, sino porque si hay algo en lo que Scorsese innova es en la reflexión que hace sobre las implicancias que tiene el hacerse viejo y cómo, con el tiempo, todos podemos acabar hablando de un pasado luminoso que se volvió pesado, y que terminó por definir el presente como insignificante.

sábado, 23 de noviembre de 2019

“The Crown”, temp 3: los hombres de la Reina


Actores nuevos en roles que pasaron a otra etapa de sus vidas, una monarquía que se estabiliza mientras el país deja de ser el oasis de los años ’50. Pero en esta temporada de  “The Crown”, es la inteligencia emocional (o falta de ella) de los personajes masculinos lo que se explora con más matices, llegando a ser conmovedor el  retrato que  hace el guion de los hombres de la reina: Felipe y Carlos.

“Heavy is the head that wears the crown” o “pesada es la cabeza que lleva la corona”.  Si lo aplicamos a “The Crown”, la explicación sería que Isabel es la Reina, sin que esto signifique que su vida sea envidiable. Peter Morgan sigue basando la serie en su deslumbramiento por Isabel II, y nos presenta a una Reina más cercana al rol que vimos en la película “The Queen”, donde la familia era sumamente importante, pero no tanto como el deber.  La 3a temporada resuelve el cambio de actores con mucha naturalidad y expone que, en un principio, Isabel tenía ganas de cambiar algunas cosas, pero en esta etapa  ya se observa totalmente integrada a la maquinaria.

Los hombres que forman su vida tomaron protagonismo y se les dio más de 15 minutos de fama. En el excelente episodio “Tywysog Cymru”, que abordó la conexión entre el Príncipe Carlos y el profesor que lo introdujo en la cultura galesa (muy a lo “Discurso del Rey”, con esa amistad improbable), nos ayudó a entender la relación del heredero con sus padres en esta etapa de adultez; esto ya había comenzado en “Paterfamilias”, cuando Felipe obligó a su hijo, aún niño, a seguir la educación que él mismo sufrió. En la escena final de “Tywysog Cymru”, Isabel le dice a Carlos (interpretado de manera fantástica y memorable por Josh O’Connor, a punto de quebrarse en todo momento), que sus sentimientos, su personalidad y su voz no importan, porque él, al igual que ella misma, es solo un símbolo; allí es cuando Isabel pone la verdadera corona en la cabeza de su hijo.



El cuestionamiento de esa masculinidad tóxica en el personaje del Duque,  avanzó un paso más para profundizar en la pasiva madurez de Felipe, quien ya se acostumbró a su puesto en las sombras y a quien da vida un melancólico Tobías Menzies. “Bubbikins” y "Polvo Lunar" son capítulos donde reflexiona sobre su falta de fe, su posición en la vida y el cómo va dejando atrás esa masculinidad del tipo “Mad Men”. También hubo lugar para la insinuación del supuesto flechazo entre la Reina y el entrenador de sus caballos, y el adiós sentido a la relación que tuvo con Winston Churchill. “Olding”, el primer episodio, nos permitió asistir al reconocimiento que hace la Reina de que sin él no habría podido asumir tantas responsabilidades.


A los Príncipes se sumaron otras figuras masculinas interesantes, como Tony Armstrong-Jones (marido de la princesa Margarita) y Harold Wilson, con quien la Reina estableció una complicidad que se fue construyendo en el tiempo. También aparecieron dos hombres viejos estandartes, y que fueron parte de la vida joven de Isabel; el encuentro con su moribundo tío David cierra el círculo con quién dibujó su destino, mientras que se deja notar el evidente respeto que siente hacia Lord Mountbatten, sin que esto fuera suficiente motivo para que la Reina sucumbiera a su idea de dar un golpe de estado.


Aparte de afianzar el peso de los hombres de Buckingham, el guion fue más allá en la tensión entre las hermanas Windsor. Helena Bonham Carter da vida a la fiestera princesa Margarita, quien vive desenfrenada tratando de no envidiar a quien lleva la corona, mientras que Carlos y su hermana Ana juegan a posturas contrapuestas: ella, moderna y desafiante, y él, más tímido y con dudas sobre su papel en la realeza; el aura emocional que le otorgó Josh O’Connor es de un alto nivel, traspasando la pantalla con su fragilidad.

La interpretación de Olivia Colman era gancho inmediato. La actriz viene de ganar el Oscar y atraviesa el mejor momento de su carrera, dando la talla con su retrato frío, asumiendo la posición de  una mujer ya indivisible del deber con la nación. Muy gráfico de esto es el episodio dedicado a la tragedia de Aberfan, en el que Morgan declaró la incapacidad de la monarca para conectar con el sufrimiento del pueblo.

Episodios brillantemente filmados, con planos medios, planos cenitales, y donde se trabajaron las perspectivas para dar amplitud al Palacio y a los espacios opulentos donde se desarrolla la historia. Hermosos vestuarios, libreto milimétrico, paisajes de ensueño, la temporada 3 de “The Crown” atraviesa trece años de historia inglesa, aquellos del desequilibrio económico, del enfrentamiento entre el progresismo y lo más antiguo, las crisis sociales y la posición de la aristocracia ante ellas. Actuaciones macizas y una Reina que se va mimetizando con los hombres que flanquean su vida y su desempeño en el trono. Y si los hombres fueron el puntal de esta temporada sólida y ganadora, mejor es lo que nos espera para la 4ta sesión, donde por fin veremos a Diana de Gales y a Gillian Anderson como Margaret Thatcher. 



sábado, 16 de noviembre de 2019

The Capture: ¿podemos seguir creyendo en lo que vemos?


La BBC es capaz de darnos series de un rigor absoluto y, en otros casos, puro entretenimiento y acción. “The Capture” se incluye entre estas últimas, cautivando a la audiencia con una temática en sintonía con los tiempos.

En la línea de “Bodyguard”, pero con un final más desconcertante, la inspectora Rachel Carey abandona su lugar en la sección de Antiterrorismo para  poder mantener una relación sentimental con su superior. Su llegada a Homicidios le plantea un escenario totalmente nuevo cuando un ex soldado, acusado de matar a sangre fría a un talibán, es liberado de la cárcel gracias a que su abogada demuestra  que la captura de imagen, donde se ve al hombre disparar, podría tener el audio desfasado. Cuando la detective interpretada por Holliday Grainger es asignada para evaluar el caso, se encuentra con una maraña de desinformación.
  
“The Capture” es ese thriller de espionaje de tendencia paranoica, que saca su fuerza de los temores del momento: fake news y falsificaciones en la era del terrorismo, lo cual es el ingrediente que mueve vertiginosamente un guión que a veces tropieza por culpa de ese  ritmo, tal cual le ha pasado a “Homeland”, por ejemplo. De esta manera, la serie se mueve en una atmósfera menos frontalmente política que “Bodyguard” porque se fija en que sus personajes no respiren, porque todo es acción y acción y giros inesperados; igualmente lanza su crítica a la sociedad  tecnológica  que deja  campo libre a la  manipulación, al tiempo que la verdad se vuelve  quimera. 


A partir de esta premisa y la carrera contrarreloj que toman los hechos, se descuida el que ningún informático pueda separar lo real de lo añadido por computador. O que  una prestigiosa oficina de abogados se le ocurra fingir un autosecuestro y falsificar pruebas que los inhabilitarían como defensores y los llevarían a prisión. O más increíble, que a Rachel no se le haya ocurrido mirar primero la cámara del bus para comprobar si Hannah lo tomó. Y es bien delirante pensar que el MI5 colabore con la CIA para que ésta asesine a una ciudadana británica en suelo británico. Muy loco.

A nivel de actores, como siempre, las series inglesas cumplen. Buen protagónico de Hollyday Grainger , quien fuera Lucrecia Borgia en la serie inglesa sobre la familia papal, y gran satisfacción de ver que al jefe del operativo de la CIA en Londres lo interpreta el incombustible Ron Perlman. Y Callum Turner, con cada gesto y diálogo, nos convencía de  que nuestros cerebros son sugestionables.
Una vez más, los ingleses  ofrecen  entretenimiento contemporáneo inteligente. “The Capture” es ambiciosa y con su frenético desarrollo descuida un poco el final, pero sin duda que tiene muy buena producción y establece un punto acerca de si los servicios secretos deben tener mayor supervisión por parte del poder civil. Aún no se confirma una segunda temporada aunque, y después de sopesar sus opciones, la CI Carey tenga casi decidido establecerse como topo dentro del programa de correcciones y así poder  observar a los observadores.

jueves, 14 de noviembre de 2019

The Affair, temp final: el difícil arte del perdón


Muchos fans confirmaron tras los primeros episodios, que el cierre de “The Affair” corría el riesgo de no ser satisfactorio. La serie, famosa por usar el truco de los puntos de vista múltiples, llegó a su fin tras 5 temporadas, cocinando su final a fuego lento y con ciertos vacíos que hablaban de su fatiga. 

La muerte de Alison en la temporada anterior fue imprevista, sorpresiva, y dejó un sabor agridulce en los espectadores que habían seguido “The Affair”. De esta manera, la serie se enfrentaba a una situación compleja para las ficciones que deciden matar a uno de sus personajes principales, porque no es fácil reenganchar al público ni lograr que las cosas tengan sentido. La salida de Ruth Wilson  no estuvo exenta de polémica y dejaba dudas de cómo llenar ese vacío en el guión. 

“The Affair” comenzó su  temporada final en dos líneas temporales: un futuro  inmediato al de la 4ta sesión y que nos dio el primer portazo a la cara: nadie nos había contado que Cole desaparecía por completo. Si ya la muerte de Alison era difícil de llevar, no sabemos cómo explicarnos por qué no fue más el personaje de Joshua Jackson, el cual le daba inmensa emotividad a la historia. ¿Tan poco peso tenía el  papel para eliminarlo sin explicación?. Su final, entonces, fue ese  viaje en auto con Joanie, donde le explica la muerte de su madre de una manera muy dulce; sin embargo, durante la temporada final, vamos descubriendo que el guión lo deja como un malvado que casi traumatizó a su hija durante su infancia. Cruel.

Entonces, sin Alison ni Cole, la temporada final solo versa en la previsible reconciliación de Noah y Helen, enmarcando sus narrativas a través de los puntos de vista de cada uno pero agregando, ahora, los de otros personajes; esto significó cometer los mismos errores de incluir algunas secciones que no se terminan entendiendo, como la de Juliette.
la segunda línea temporal es el futuro. Allí es donde aparece la historia de Joanie; aquella niña que vimos en el auto con Cole ahora es una mujer, con dos hijas, dedicada a calibrar los efectos del cambio climático, y llena de traumas emocionales. Aunque sorpresiva, la propuesta de ver su historia termina siendo aceptada al responder la premisa de que “los traumas se heredan de generación en generación”. A través de sus puntos de vista,  la serie se obliga a saltar  30 años en el futuro y si bien se observan avances tecnológicos (celulares casi transparentes, un dispositivo que permite ver el clima de hace 30 años), ella vuelve constantemente al pasado y trata de ir respondiendo las dudas que siempre la han atormentado. Y Whitney, la hija mayor de Helen y Noah, pasa casi a ser protagonista y, aunque a veces tampoco parece conducir a ninguna parte, su historia permite encajar todo. Ella es fundamental cuando aparecen las acusaciones del #MeToo contra su padre, tema de plena actualidad, y da la posibilidad de reflexionar sobre las razones del movimiento, sin embargo, este hilo argumental queda lamentablemente inconcluso.


Los últimos capítulos bajan el ritmo con una extraña tara en la edición, ya que Joanie salió de algunos capítulos y  su final se mantuvo en vilo tras descubrir que las sospechas de Cole, sobre la muerte de Alison, eran ciertas. Y Si el penúltimo capítulo supuso la reconciliación de Helen y Noah, y la redención de éste con sus detractores, piquete de serpiente incluido, el episodio final es un broche inesperado a una temporada que en sus comienzos acusaba cansancio.

Palabras finales para los protagonistas que terminaron cerrando esta historia simple, la de un amorío de verano que terminó rompiendo familias y sueños. Maura Tierney brilló en su interpretación de Helen dejando de ser definida por sus hijos como codependiente, a ser alguien que pasó de la pérdida de su pareja, a apoyar a su vecina Sierra, a salir con un actor famoso, y a aceptar que seguía enamorada de Noah. Este último le calzó como anillo al dedo a Dominic West, quien abrazó a un personaje maravillosamente defectuoso y cuyas acciones afectaban, como un cataclismo, a quien lo rodeara; al menos el guión les dio un hermoso final a ambos. La representación de Anna Paquin como Joanie es enigmática, dura, e igual de perdida que las demás almas problemáticas de “The Affair”. Para eso sirvió su inclusión en este contexto, junto con mostrarnos que, efectivamente, en el futuro el cambio climático hará estragos. Especialmente emotiva es la escena en la que un Noah anciano, atiende a Joanie en el Lobster Roll (donde comenzó todo), conversando de una vida que ambos ya vivieron, pero que Joanie no lograba cerrar y de la cual Noah se sentía rehabilitado. Este encuentro es el final de serie, pues permitió que ella comprendiera a su madre, de la que solo tenía la versión cruel que Luisa y Cole le habían contado.

Al estilo “Six-Feet-Under” terminó esta historia que nos cautivó en sus dos primeras temporadas y que luego sufrió un vaivén inestable pero que, a tropezones, logró cerrar sus tramas con convicción. El baile de Noah frente un océano que está hundiendo Montauk, justamente por el cambio climático, suponen una delicada guinda para ese fan que les aguantó todo a estas 2 parejas que representaron la fragilidad del amor, de la confianza y de las relaciones, a pesar de la extraña salida de Ruth Wilson y la desaparición inexplicable de Jackson; la mitad de la exitosa ecuación dejó algo en jaque las expectativas de un final redondo, pero “The Affair” acierta en centrar su discurso en que al final del día todos debemos plantearnos la alternativa del perdón.

martes, 12 de noviembre de 2019

The Deuce, temp final: en el podio


En 3 hermosas y melancólicas temporadas, “The Deuce” contó la historia de la edad dorada del porno, su legalización y surgimiento como industria en la Nueva York de los ‘70. Desde la corrupción del gobierno y la policía, hasta la violencia y la epidemia de las drogas, en una fantástica historia que coincidió con un cambio de época y de la forma de ver al mundo, la economía y a las mujeres.

El título “The Deuce” nació del nombre coloquial que se le daba a la calle 42, entre las avenidas Séptima y Octava, y la historia, nace de la habilidad de David Simon de analizar al ser humano. Simon sabe asegurar calidad y por eso  HBO lo ha mantenido en sus filas por casi 20 años. “The Wire”, “Treme” y “Show me a Hero” son sus bastiones, a los cuales se unió “The Deuce” y su encuentro con el nacimiento  de la industria de la pornografía en Nueva York. Con grandes personajes, una ambientación descollante y un ritmo abismal, la tercera y última temporada comenzó en la víspera de 1985 con un Vincent agotado y  volviendo a conectar con su ex esposa, Andrea, y cuando su relación abierta con Abby se volvía más distante. Por su parte, Candy y Harvey no están de acuerdo sobre el futuro del porno porque ella quiere  atraer al público femenino, pero Harvey le dice que no hay dinero. Hay desilusión y desesperanza, sensaciones que atraviesan cada episodio.

Hay un innegable valor artístico en la propuesta de la serie. “The Deuce” no ha sido la más cara de producir pero sí es una experiencia muy impresionante y transportadora. Su  atmósfera hipnótica permitió a Simon y Pelecanos implementar una estructura narrativa tipo “cápsula del tiempo”, la cual fue contando la historia y mostrando a sus personajes capa por capa. En la temporada final se integraron perfectamente las tramas y se resaltaron aquellas más secundarias. Paul se enfrentó a la epidemia del SIDA,  Bobby  se asusta ante la posibilidad de estar contagiado,  los condones se volvieron fundamentales para el porno,  Abby luchó por asumir un puesto de defensa por los derechos de quienes conoce y Candy dolió en su sueño de pasar del porno al cine clásico. ¿Cómo podía Candy encontrar satisfacción artística cuándo ve que la pornografía, por la que tanto se esforzó de elevar de nivel, había tomado el camino regresivo de las oscuras salas de cine?.

Responder esa pregunta refleja el trato de máxima humanidad que se le dio a los personajes, y es lo que dignifica a esta serie como una de las propuestas más sólidas de la temporada; hasta el mafioso más miserable hacía empatizar, así como los patinazos de los protagonistas, los que nunca dejaban de decepcionar a sus cercanos traspasando esa amargura por la pantalla.


Simon y Pelecanos no  olvidaron su matiz social al criticar al capitalismo, el cual fue el responsable de la “limpieza” de Manhattan en pro de la decencia y salubridad, solo para que unos pocos se aprovecharan con la especulación inmobiliaria. Mejorar la vida de la gente nunca fue el plan de los políticos, los que usaron la fuerza policiaca para infringir terror. ¿les suena conocido, cierto?.

Para una buena serie, una gran historia. Gracias a personajes perfectos, adorables en sus miserias y sin importar a qué se dedicaban, “The Deuce” triunfó en su temporada final y como propuesta dramática y audiovisual. A través de cada episodio, los espectadores pudimos ver cómo la cultura porno se infiltró en la sociedad reforzando, desde la mirada masculina, un tipo de lenguaje publicitario y cambiando nuestra forma de pensar sobre el sexo. Con una escena final brutalmente triste y melancólica,  momentazo televisivo de 2019, “The Deuce” dice adiós manifestando que cuando un vecindario cambia, es  reflejo del cambio de la propia nación, y en ese cambio generalmente se arrasa con las personas hermosas que habitan dentro de ella y con los sueños de cada una.

“Peaky Blinders” temp 5: al borde de la cornisa


Después de cinco años en BBC Two, la famosa serie pasó al principal canal de tv de Reino Unido. Y no sorprende. La serie creada por Steven Knight ha visto crecer su audiencia significativamente, y desde Netflix su popularidad se ha extendido. Después del espectacular final de la 4ta temporada, la actual sesión nos presenta un punto de inflexión justo en un cambio de década, junto al ingreso de nuevos y geniales personajes a la trama.

Con ese duelo en la playa se dio un  giro de guion que, de cara a la 5ta sesión, prometía cambiar la serie. Y luego de observar los capítulos de esta temporada, comprobamos que el riesgo dio en el clavo. La entrada de Tommy Shelby al Parlamento, el continuo fantasma de su stress postraumático y el ingreso de nuevos personajes, llevaron a “Peaky Blinders” a un nuevo nivel.

La historia se desarrolló considerando la crisis financiera de 1929, y en la que Tommy tiene su primer contacto con el mundo político, teniendo que tomar decisiones que afectarán no solo el futuro de la familia, sino también el de su nación. Esto se debe a que la serie engancha, de manera perfecta, con el  ascenso del fascismo en Europa, algo que su creador ya había adelantado: “Tommy Shelby se enfrentará a la fuerza más oscura que  haya enfrentado jamás”

Desde el primer minuto pasan cosas, lo que hace que cada episodio, de más de 50 minutos cada uno, atraviesen por un tobogán de sucesos y emociones. Desde el arranque  nos muestran que la mente de Tommy cada vez está peor, con constantes delirios y recuerdos de Grace, más el temor de perder su imperio. Asimismo, nos presentan las tramas de los demás personajes e inducen a uno de los villanos de la temporada: los Billy Boys.

Arthur y Polly siguen teniendo peso dramático y se mantienen como soportes fundamentales de la trama, pero ya mostrando algunos sesgos y tomando sus propias decisiones; Michael tuvo una evolución notoria en protagonismo y carácter, pues perdió mucho dinero de la compañía producto de la crisis estadounidense. Sin embargo, regresa casado con una atrevida chica que, de seguro, será un dolor de cabeza para la dinastía Shelby y agitadora en la disputa entre Tommy y Michael, la cual ya fue introducida en una gran escena y que alimentará la próxima temporada.
Y la política ingresó al guion de la mano de Oswald Mosley, líder de la Unión Británica de Fascistas y a quien solo le interesa el poder. El mejor capítulo de la temporada, el quinto, lo deja bien estructurado y plantea todas las preguntas. Mosley ve una ventaja en el liderazgo de Tom, quien accede para socavar el movimiento desde adentro. ¿Podrá hacerlo?.


Mientras los Billy Boys pusieron la acción y la confrontación en la temporada, Mosley se erigió como ese antagonista  poderoso que describía Knight y quien, probablemente, marcará las decisiones del líder de los Shelby. Fue muy audaz la forma en que decidieron introducir el ala política a una serie que no la había requerido, pero como el perfil de cada uno estuvo tan bien hecho, no se sintió forzado, por el contrario, le otorgó amplio oxígeno a la serie para que los Peaky Blinders caminaran, por primera vez, sobre la cornisa.

La elegancia visual de la serie es una de sus características más notorias,  pero en esta 5ta sesión ampliaron la apuesta con una fotografía increíble. La ambientación y puesta en escena se distiguen con un correcto uso de la vestimenta de la época, tonalidades oscuras, mucho humo, y un gran uso de contraluz. Escenas como la crucifixión del hijo de Aberama, o Mosley mirándose en el espejo, dejan ver un manejo audiovisual de altura y que le suma puntos al drama.
De la banda sonora ni hablar. Perfecta mezcla de rock de la época con canciones más contemporáneas y que calzan  con toda la rebeldía que  transmite.

Tommy Shelby evolucionó pero no sabemos si para bien. Este  desarrollo ha apuntado a la psique del líder de un clan que se desestabiliza; recordemos que ahora sabe que su abuelo y su madre se suicidaron, al tiempo que el fantasma de Grace lo invita a estar con ella. Sin dudas el crecimiento, desde la 1a temporada hasta ahora, ha sido coherente y demuestra el gran trabajo del guion con este protagonista.
El final nos dejó abierta la disputa entre Tommy y Mosley, además de McCavern, y la de Tommy y Michael por el control de la familia. Una muy buena temporada que mantiene el nivel de una de las series del año, que además deja sobre la mesa a la política y la venganza como caldos de cultivo para que los Peaky Blinders renazcan en gloria o sucumban definitivamente ante los nuevos tiempos que se avecinan, con el inicio de la década de los ’30 y un recambio generacional.