Por primera vez, el enfoque del
miedo giró al ángulo en el que se conectaron política occidental y control de masas, tomando
como pretexto el clima de la elección presidencial y el triunfo de Donald Trump.
La premisa de “Cult” fue que lo que ocurre en la realidad causa más terror que
las historias sobrenaturales, sin embargo, hubo algo que los creativos
olvidaron en el camino.
Cada temporada de AHS ha dado indicios
de estar frente a una gran historia. Jugar con el miedo, en sus distintas
manifestaciones, ha sido el caldo de cultivo para excelentes pasajes, sin
embargo, así como han sido buenas las premisas, también han sido varias las
ocasiones en las que Ryan Murphy y Brad Falchuk destiñen más que aciertan. Y esto se
grafica claramente en “Cult”.
¿Cuál era la personificación del
miedo?, Kai, una personalidad que solo era comparable a la de los psicópatas de
“Mindhunter”; por otro lado, ¿Cuál era la componente psicológica? el clima
político enfervorizado, el cual correría por un carril distinto al que
hubiéramos esperado. En el primer episodio, “Election Night”, se nos
presentaron los personajes principales en el juego de la división de América, la de Hillary y la de Trump, pero ejemplificándola
a una escala menor; es allí donde conocimos a Ally (Sarah Paulson) cuya
reacción a la victoria de Trump es tan negativa que agrava su inestabilidad
mental y potencia sus fobias. Y, aparentemente, en el otro lado, está Kai
(Evan Peters) dispuesto a transformar toda la ciudad con su discurso
americanista radicalizado; justamente, este personaje es quien lleva en sí
mismo el slogan de Trump de “make América great again” y, para llevar la frase
a la práctica, se va haciendo de discípulos dispuestos a morir por él.
Todo iba relativamente bien hasta
el cuarto episodio. Había desesperación, inestabilidad, un matrimonio lésbico
con un niño concebido en fertilización, asesinatos macabros, payasos terroríficos, mucha sangre, sin
embargo, la trama comenzó a caer en el aburrimiento, los crímenes se repetían,
los discursos fanáticos aumentaban y la estética se tomaba la serie. Así, vimos
a Evan Peters interpretar a Andy Warhol, en un episodio dedicado a Valerie
Solanas; también hizo de Charles Manson en el dedicado a los asesinatos de su
secta, y otros más también aparecieron; si bien pudo ser interesante este
repaso de grandes asesinos en serie, cada uno visto por separado y tomándose
medio episodio, no aportó gran cosa a la trama ni a su desarrollo, ni al
carisma de ninguno de los personajes centrales. Este fue uno de los errores de
la temporada, el no trabajar correctamente el perfil de los personajes.
Destaquemos lo bueno.
Lo mejor de
la temporada fue Evan Peters, el que ha demostrado, una vez más, todo su
potencial dramático. Gracias a él la temporada tuvo algún significado. Sarah
Paulson, por su lado, estuvo en la vereda de enfrente sufriendo al principio
pero construyendo en secreto su otra personalidad, la que veríamos al final. Del
resto, se rescatan algunas interpretaciones pero esta dupla fue la que más
luchó por dar coherencia a una trama que se desdibujó y que nos hizo extrañar
mucho a Jessica Lange. ¿Y el cierre de la historia? Fue lo más extraño.
Los dos capítulos finales fueron a
toda velocidad, intensos, matando los minutos, como si todo debiera resolverse
lo más pronto posible. Y la escena final, verdaderamente, fue para la
risa. Las elucubraciones que hablan de una posible líder feminista camuflada en el universo que Kai buscaba liderar, no se
sostienen. La conclusión es que los guionistas no supieron cómo cerrar, porque la
historia se les había ido de las manos.
Lo lamentable, es que AHS entró en una
espiral en la que, realmente, nunca se sabe qué esperar. Esto ha ido ahuyentando
a la fanaticada que la glorificó en sus excelentes primeras temporadas y que ha
soportado estoica y paciente lo que ha venido después. “Cult” se ubica por
debajo de “Roanoke” y no está en el podio de lo mejor que ha hecho Ryan Murphy.