domingo, 25 de junio de 2017

Better Call Saul, temp 3: Walter (aún) no es necesario

Personajes con un propósito y en constante evolución; tramas con profundo drama y una fotografía muy cuidada, fueron los aspectos que elevaron la 3a temporada de “Better Call Saul” hasta lo mejor que veremos este año en series. Muchos piden que, pronto, una cabos con su antecesora. Nosotros pensamos que eso, aún, no es necesario, porque su personalidad ya es propia.

Esta temporada de BCS partía con todos los conflictos que se gestaron en las temporadas anteriores, pero con la misión de que alcanzaran su clímax. Esto obligaba a Jimmy McGill a resolver ciertas encrucijadas morales que tenía ancladas en su interior. Y estos diez capítulos fueron desenredando esa madeja afirmándose en el suspenso, bastante humor y mucho drama, equilibrándose de tal forma que la balanza empezó a mostrarnos, de a poco, atisbos de Saul Goodman. Los inicios de temporada de esta serie siempre han sido lentos y fue difícil comprender cuál sería la trama concreta porque, reiteramos, esto se trataba de desenlaces. Pero sin duda que el más relevante de todos, era saber cómo seguiría esta rivalidad entre Jimmy y su hermano Chuck, la que se fue desenvolviendo de manera tensa (tensión construida de manera magistral por los guionistas). Ya estábamos llegando a un punto en el que sus vidas podrían cambiar drásticamente.

Esta precuela ha logrado que convivan tres tramas que, por sí solas, podrían ser una serie por sí mismas: por un lado, están las aventuras de Mike; por otro, las del propio Jimmy y, por otro, las de don Héctor y sus muchachos. De las tres, son las fechorías legales de Jimmy, las únicas que mantienen el tono de comedia que se pensó originalmente para la serie, para que fuera un producto diferente en estilo, pero las encrucijadas que se han desarrollado han obligado a mostrar un lado más dramático, alcanzándolo a la perfección gracias a la versatilidad de sus actores. 
A nivel de guion, “Better Call Saul” (temporada 3) fue excepcional. Gilligan y compañía han construido un relato con escenas y diálogos coherentes con sus temporadas anteriores y todo estuvo conectado.

Las actuaciones fueron un aspecto fundamental para su éxito. Bob Odenkirk ha demostrado ser un tremendo actor dramático. Con solo una mirada muestra todas las contradicciones que conviven en su personaje, el que se debate en el querer hacer las cosas bien, y en el no poder estar a la altura de su hermano e impresionar a su pareja. Por ese lado, Michael Mckean se ha lucido, porque  ha mostrado todos los estados emocionales posibles. Te da pena, lástima, rabia, incomprensión. Rhea Seehorn, por su parte, ya venía haciendo un muy buen trabajo. De hecho, en este blog reclamamos que no estuviera nominada en la pasada temporada de premios, porque su desempeño fue estupendo; los guionistas permitieron el crecimiento de su personaje y le dieron relevancia en el devenir de la historia. Michael Mando también se convirtió en un personaje clave. Si bien su presencia siempre fue importante, este año fue toda la complejidad de Nacho la que quedaba a la vista. Le dieron más tiempo y hubo más profundidad en su historia. Jonathan Banks estuvo sensacional. La línea argumental de Mike es la que permite desarrollar el foco policial del relato y es por esta línea donde más asoma “Breaking Bad”. Y Giancarlo Esposito superó el desafío de volver a interpretar un personaje único, pero en otro tono, todavía alejado del rey de la metanfetamina.
Estos nombres, sin duda, que van a estar nominados en la temporada de premios. Sobresalientes.

Visualmente, la composición de planos  fue mucho más libre y la fotografía fue deslumbrante. Hay un buen manejo de metáforas visuales que potencian todo lo que se está contando.


Como conclusión, Gilligan y Gould no han hecho mucho por satisfacer los pedidos del público que pide ver más de “Breaking Bad”. Por el contrario, la serie desafió al espectador a comprometerse con un relato donde la psicología de los personajes es lo que marca el rumbo. Si a eso le sumamos una narración cuidadosa, tenemos como resultado que “Better Call Saul” está creciendo por sí misma y si bien aún es un spin-off, de cara a una cuarta temporada, se avisora que cualquier camino que tome (lejos o cerca de “Breaking Bad”) será el correcto y nos dejará escenas y diálogos notables.


Hemos quedado ad portas de que se inicie la guerra. Hemos quedado absortos pensando en qué giro dará Kim tras su accidente y cómo afectará esta decisión a Jimmy. Hemos quedado paralizados con la escena final en casa de Chuck (¿desenlace de una de las líneas argumentales?). Hemos apluadido de pie el capítulo de la escena judicial en el Colegio de Abogados, uno de los capítulos del año, con todo derecho.

“Better Call Saul”, en su 3a temporada, en vez de darnos asesinatos y drogas, nos ha entregado un drama profundo, complejo al retratar el vínculo humano. ¿Queremos que se siga acercando a “Breaking Bad”?, ¿O queremos seguir observando cómo se resuelve la vida de un hombre que busca su lugar en el mundo?. En términos narrativos y artísticos, “Better Call Saul” ya es casi tan grande como su predecesora, y lo mejor es que aún tiene claros espacios para intentar superarla.

Fargo, temp 3: homenaje a la era de la no-verdad

La serie ha hecho de la etiqueta “miniserie antológica” uno de sus sellos de identidad, y su creador ha sabido darle uno de los mejores usos que se hayan visto en los últimos años.

Esta 3a temporada partió en Berlín Oriental, cuando un oficial de la Unión Soviética interroga a un sospechoso de haber matado a su novia. “Lo que usted me está dando son palabras”, le dice el oficial. “Eso es a lo que llamamos “una historia” y no estamos aquí para contar historias. Estamos aquí para contar la verdad”. 
Esta conversación dibujó el resto de la temporada, haciéndole al espectador la pregunta  ¿qué es verdad?,  ¿qué es una historia verdadera, o true story, como dicen los títulos de cada episodio?.

El creador de “Fargo”, Noah Hawley, ha demostrado en anteriores ocasiones ser un autor gustoso de experimentar con formas narrativas, pero esta última temporada es donde mejor supo jugar con las expectativas de los espectadores; la 3a temporada de “Fargo” no estuvo hecha para contar historias, sino para contar una verdad.
Así, como una nueva oportunidad de seguir desarrollando el universo que crearon los hermanos Coen para la película, y que la serie aprovechó para hacer un salto temporal y volver a 2010, volvía "Fargo" junto a un elenco sólido, el que debió dar vida a la construcción de un universo moral gigante, al menos en el plano político. El guion coqueteó con la postverdad pues cada personaje establecía la suya según le convieniera; este rasgo está muy presente sobre todo en los capítulos finales, y esto fue así porque las elecciones de Estados Unidos tuvieron lugar cuando Hawley ya tenía escritos los primeros episodios, pero le faltaba redactar la parte final.

Esa realidad estructural, de un mundo moralmente complejo, chocó con todos los personajes, mientras que el sueño americano era puesto a disposición de seres como Varga o de criminales inconscientes como Ray y otros más memorables, como Nikki, pero cuyos destinos se terminan volviendo en su contra. Esa unión de expectativas rotas gracias a la realidad política norteamericana, sirvió de apoyo para esta increíble temporada, donde Hawley y sus directores aprovecharon cada fechoría moral para situar emocionalmente a sus personajes, y en una Minnesota en la que cada expectativa fue acribillada:

-Creías que tenías que encariñarte con Ray Stussy por ser el hermano olvidado por la fortuna? No. Murió degollado de una forma estúpida.
- Creías que Gurka recibiría su merecido y podríamos aplaudir ese momento? No. Murió fuera de plano.
-Creías que Nikki Swango sólo quería a Ray para obtener su libertad? No. Estaba enamorada y falleció de un tiro, sin completar su misión.
-Creías que Gloria Burgle podría encarcelar a Varga? Eso no pasará.


Aparte de un guion extraordinario, el elenco fue ídem. Era la primera vez de Ewan McGregor en una serie de televisión, con dos personajes, y como él mismo señaló, fue uno de los mayores retos de su carrera. McGregor hace una interpretación fantástica de ambos roles y con un gran desempeño vocal, con matices de tono para cada hermano.

En cuanto al villano, el escalofriante V. M. Varga, está encarnado de forma magistral por David Thewlis. Cuesta creer que este canalla, de mirada loca y sonrisa perturbadora, sea el mismo actor que se puso en la piel del entrañable Remus Lupin, en las películas de Harry Potter. He ahí un gran trabajo interpretativo.

Más que  bien estuvo Mary Elizabeth Winstead interpretando a Nikki Swango. Viendo lo resolutiva que fue al acabar con el delincuente que intentaba chantajearla y cómo después hizo equipo con el sordo Wreth (gran subtrama, quedamos con ganas de ver más desarrollo), la elevan a una de las mejores interpretaciones femeninas del año.

Muy interesante el personaje de la policía Gloria Burgle, a cargo de Carrie Coon (qué gran año para ella). La serenidad con la que lidió con el asesinato de su padrastro y con la llegada de un nuevo jefe, más su astucia para ir uniendo las piezas del puzzle contra viento y marea, también la dejan como candidata a varias nominaciones.

Por otro lado, los secundarios de la historia estuvieron fantásticos. El personaje de amigo fiel y asesor, interpretado por Michael Stuhlbarg, está maravilloso, sobre todo cuando usa esas frases falsamente halagadoras como "el rey del estacionamiento"; un apodo que pretende sonar poderoso  y, en realidad, suena ridículo. Los matones de Varga, muchas veces sin decir palabra alguna, fueron muy convincentes, mientras que el sordo asesino que hizo equipo con Nikki (en un gran capítulo, cuando se vuelcan en el bus y logran huir y, luego, cuando decapitan a sus perseguidores en la nieve), lo dejan como un aporte fundamental a continuar con el relato, tras la muerte de Ray.


Un punto aparte. Qué gran acierto esa comisaría de pueblo, montada en un rincón de la biblioteca pública y en la que no se usan computadores, o ese  gran momento, cuando se abre el ascensor y Varga ha huido dejando su abrigo en el suelo, como simbolizando una nueva muda de piel…homenaje con mayúscula a la no verdad!.

Así, “Fargo” cierra con la duda de saber si Varga será detenido o quedará libre una vez más. ¿Puede haber justicia entre tanta desinformación?, ¿O todo está, realmente, a merced de los malos? Hawley hizo de esta serie el reino de la incertidumbre y ahora no sabemos cómo se seguirá construyendo este mundo, donde el caos reinante y la imposibilidad de decidir qué verdad es la verdadera, hacen obligatorios los espejos en el fondo, tal cual se estila en una sala de interrogatorio.


No existen ganas de hacer una 4a temporada. La serie no está cancelada pero Noah Hawley, el creador del momento, tiene demasiados proyectos y quizás quiera que su serie quede en lo más alto. Ya tiene el Emmys a Mejor Serie, el Globo de Oro, el Peabody, el WGA y cuanto premio existe para la mejor serie antológica de la última década. Por el bien del género, que sigan adelante y si no es así, la despedida ha sido totalmente por lo alto.

miércoles, 21 de junio de 2017

Daniel Day-Lewis: siete veces inmortal

Sin recuperarnos aún del golpe que significó saber de su alejamiento del cine, recién a los 60 años de edad y tras una carrera que acumula una selectiva cadena de éxitos, queremos hacerle un pequeño honor a Daniel Day-Lewis y a tan poderosa carrera recordando sus mejores interpretaciones.


"Mi pie izquierdo"
La primera de las tres colaboraciones de Daniel Day-Lewis con el director Jim Sheridan le sirvió para ganar su primer Oscar, el BAFTA  y muchos galardones. Su emocionante performance en la autobiografía del pintor y escritor Christy Brown, afectado de parálisis cerebral, logra deslumbrar porque la labor del actor es extraordinaria, inigualable, rompiendo con todos los cliché.






"La edad de la inocencia"
Primera colaboración con Scorsese y lo hizo en un papel protagonista. Un caballero en proceso de transformación, descubriendo la vida más allá de las normas preestablecidas por la estricta sociedad de la época.


"Gangs of New York"
Una gran apuesta, una película difícil y que solicita mucha atención del espectador. Pero hay algo indiscutible que destaca por sobre todo el conjunto, y ese es "el carnicero" Will Cutting, el que se enfrentaba al personaje de DiCaprio haciendo de la actuación de Day-Lewis un elemento narrativo poderoso y vehemente. Su histrionismo es demencial.


"There will be Blood"
El segundo Oscar para Daniel llegó de la mano de uno de los autores que mejor ha logrado exprimir la calidad interpretativa del actor. Gracias a Paul Thomas Anderson y a esta película esencial del cine del siglo XXI, Day-Lewis borda a un personaje muy complejo, sin ser exagerado y con unos diálogos memorables, llenos de profundidad.


"Lincoln"
La historia cuenta que para convertirse en Abraham Lincoln, Daniel Day-Lewis trascendió a su personaje y hasta visitó la Casa Blanca, quedando absorto por varios minutos frente al cuadro del Presidente. Con arte y mucho oficio, logró un personaje que le permitió meterse al bolsillo su tercer Oscar, junto a muchísimos premios más. Su interpretación de Lincoln es lo que hace funcionar la película y rebosa toda la fuerza que le faltó a Spielberg para convertir el filme en algo más.


"En el nombre del padre"
Confirmación de que Sheridan sacó lo mejor de Daniel Day-Lewis. El papel del actor londinense en el filme está afianzado en una desgarradora sutileza.



"El último mohicano"
Debe ser la actuación que menos le costó lograr y así todo, empuja al filme de Michael Mann a un nuevo nivel. Su imponente presencia en pantalla y la innegable química que desprende junto a su compañera Madeleine Stowe, justifican incluirlo en esta pequeña revisión.



Daniel Day-Lewis tiene una carrera totalmente versátil, con una nutrida lista de galardones y nominaciones que lo colocan como el único ganador de tres Oscars a mejor actor principal. Para sus colegas, es una estela de conocimientos que, tras treinta años de profesión, se grafican como un completo aporte al arte de estar frente a las cámaras.


Aún estupefactos por esta drástica decisión, que sin duda debe tener razones poderosas, podemos señalar que es gratificante ver sus películas y apreciar la fuerza que le impone a cada caracterización. En diciembre se estrenará un último filme, dirigido por Paul Thomas Anderson, llamado "Phantom Thread", que seguramente le traerá más premios y nominaciones como despedida a uno de los mejores actores de los últimos 40 años.

jueves, 15 de junio de 2017

Wonder Woman: clásica narración, moderna impronta

El Universo Warner-DC, finalmente, logró una historia de superhéroes coherente y medida en sus pretensiones. La sinceridad de esta propuesta proviene, en parte, de su largo periodo de gestación y la paciente espera de su directora, Patty Jenkins, quien rompe con estereotipos y presenta un personaje con capas, genuino y con liderazgo, pero cuya existencia, hasta ahora, no es más que dejar el puente construido para la próxima película de “La Liga de la Justicia”.


El primer film de superhéroes con una mujer como protagonista y dirigido por otra mujer. La presión era enorme, por eso necesitábamos que esta Mujer Maravilla fuera muy grande y empoderada. Con un Universo DC cuestionado tras sus primeras películas, había todo un debate virtual sobre qué sensación iba a dejar este film, y tanto fanáticos como “trolls” ya querían descuerarla, querían escudriñar todos los detalles y ver si daba el ancho para zanjar la deuda histórica con el personaje, creado en 1941, y que nunca se había llevado al cine. Patty Jenkins y la protagonista Gal Gadot, finalmente, hacen justicia a la chica del jet invisible.

Uno de los aciertos del guion, escrito por Allan Heinberg (uno de los genios tras “Grey's Anatomy”), consiste en que la indignación del personaje no es verbalizada; las tenues expresiones y gesticulaciones de Gadot son suficientes para revelar su incomprensión hacia la ambición del hombre. La acción comienza en 1917 con el tono de comedia constante cuando se refiere al “pez fuera del agua”; esta arista más humorística fue utilizada para acercarla al lenguaje que utiliza Marvel, pero no resultó totalmente logrado. Leve bache. ¿Trama feminista? No lo creo. El discurso acerca de la relevancia del papel de la mujer en la actualidad es sólo mirada como una anécdota y son muy breves los espacios en los que Diana reclama por algún derecho o nos coloca por sobre la satisfacción masculina. Ninguno de estos elementos trasciende en la trama.

Ella es la protagonista todo el tiempo, aunque Chris Pine tenga su mérito; la relación entre Trevor y Diana es un aspecto utilizado para realzar la mirada inocente y aguerrida de esta guerrera, que no entiende los grises de los humanos. Los villanos, por su lado, tienen poco protagonismo y poco tiempo para hacer visibles sus matices; Danny Huston y Elena Anaya caracterizan correctamente a Ludendorff y Maru, sin embargo, el guion no es eficiente a la hora de explicitar sus motivaciones. Por el lado de las peleas, están vistosamente coreografiadas, con efectos visuales sobresalientes; incluso, logran la agilidad a la que nos tiene acostumbrados los héroes de “la competencia”. Y siguiendo esa idea, en varios momentos, sentimos que el guion se tomaba de la mano con el de “Capitán América: El primer vengador”, con la diferencia que Jenkins no cayó en la propaganda de la América salvadora del mundo, sino que se concentró en humanizar y afirmar el liderazgo de su heroína, argumento que también es piedra angular en el film que dirigió Joe Johnston.  


Lo que resulta refrescante en esta película es la motivación de Diana para hacer algo por la paz con un interés ingenuo, el que a la vez se posiciona como poderoso. Hay una historia de fondo que se va revelando sin ambigüedad,  mostrando el proceso de formación del personaje con gran respeto y sin abusar del estereotipo de mujer liberal y fuerte. La directora está interesada en confeccionar un personaje convincente en sus lineamientos de personalidad, que funcione más como fuente de inspiración y no como mujer hermosa, de hecho, es poco lo que se enfoca en su figura física y mucho lo que muestra su coraje y actitud en el campo de batalla; esta es una capa destacada de la protagonista. Otro atributo muy interesante es su optimismo, el cual es inteligentemente presentado, con planos que enfatizan lo resuelto de su carácter.

 Aunque esta heroína fue presentada en  ”Batman vs Superman: Dawn of Justice” (2016), este film es la verdadera entrada en acción de la Mujer Maravilla, cuya coraza busca inspirar y no dar golpes porque sí. Lo hace mirando a lo mejor que existe “Thor”, “Capitán América: El primer vengador” y “Superman” (1978) como mensajeros de paz. Gal Gadot logra el cometido y le entrega atributos claves a su heroína, dejando armado el nexo para la película de “La Liga de la Justicia”.


No sabemos si esta propuesta deja establecido el patrón de cómo debe dejarse ver una heroína en este tipo de películas, es demasiado temprano para sacar una conclusión, pero lo interesante es cómo la dupla femenina Jenkins-Gadot se hecha al bolsillo las conjeturas que aseguraban un caos narrativo.

lunes, 12 de junio de 2017

House of Cards, temp 5: la hora del Quién es Quién

¿Se ha resentido con los años?, ¿Ya no tiene la frescura del inicio?. Digan lo que quieran, pero Spacey y Wright siempre consiguen que el espectador termine seducido por los Underwood, quienes han logrado afianzar la premisa de que el miedo, a todo nivel, es el arma que mejor manejan.

“House of Cards” es la primera serie original de Netflix, el producto que posicionó a la plataforma y, tras 5 años, uno de los más consolidados. Cada temporada, la llegada de “House of Cards” es un acontecimiento en el mundo seriéfilo, casi como lo fueron en su momento “The Sopranos”, “Lost”, “House”, “Breaking Bad” o “Game of Thrones”. Pero esta 5a temporada trajo novedades, siendo una de las más relevantes la salida del creador Beau Willimon, quien dejó la visión narrativa de la serie en manos de Melissa James Gibson y Frank Pugliese. Otro atractivo, era conocer si este ciclo se serviría de la crisis por la que atraviesa la política norteamericana y, además, sacarnos la duda que nos dejó la sesión 4, donde nos preguntábamos si la serie ya estaba cerca de su final, pues el derrumbe de los Underwood siempre está “a punto” de acontecer (leer aquí, review de la temporada 4).

Todo un año sin el audaz matrimonio en pantalla es mucho tiempo, porque ya va siendo hora de empezar a ver los flancos de esta relación. Y si bien ya estaba expuesta la amenaza sobre la posición política del Presidente a causa de las pesquisas periodísticas de la temporada anterior,  Francis parece un invencible, esquivando acusaciones, impeachments y declaraciones en contra; hay momentos que dieron para fruncir el ceño y dudar de  si, realmente, suceden así las cosas, pero la exuberante personalidad que Spacey le ha dado al Presidente que encarna, hecha por tierra cualquier duda hacia el perfil del personaje. Claire (Robin Wright) ya calza puntos por sí sola no solamente en la serie, sino que también ante los fans, quienes señalan en los foros de que ella es quién debiera dar los giros argumentales que estamos esperando y que algo se insinuaron, justamente, en los capítulos que ella dirigió: “Es mi turno” exclamó en el minuto final de la temporada. Nos queda mucho por ver por parte de la señora Presidenta.

Las direcciones fueron de buen nivel, aunque hubiera esperado algo más de aquellos dirigidos por la gran Agniezcka Holland, los que igualmente hubieran sido eclipsados por los dos finales, a cargo de una hábil Robin Wright. Los dos capítulos citados fueron los que más conmocionaron, no sólo por la gravedad de ciertos hechos, sino también por los varios cambios de trama que nos devolvieron, cuan bofetada, esa postura de “esto es House of Cards”: una colosal manipulación, desde todo punto de vista.


El guion se basó en el protagonismo de la organización ICO (Islamic Caliphate Organization), la que degolló a un americano en directo, lo que alzó al pueblo a clamar por más medidas de seguridad. En este escenario se movieron los Underwood, con una Claire mucho más popular que su marido, con un Hammerschmidt dando argumentos poderosos contra el Presidente y con un Frank que aprovechó su determinación antiterrorista para rebajar la influencia del gobernador Conway, quien salió de escena prontamente dejándonos una interesante performance de Joel Kinnaman.

Sobre el rendimiento de los actores, este siempre es de alta factura. Los Underwood fueron los protagonistas pero hubo dos personajes que estuvieron por sobre la media: Doug Stamper (otra vez) y Jane Davis.
El primero, es un Michael Kelly que ha logrado teñir de una personalidad adictiva a su personaje, siguiendo, este año, con esa obsesión perversa por ciertas mujeres. El que nunca haya quedado claro de donde proviene esa fidelidad casi enfermiza por los Underwood es un punto que ha sabido ser cautelado por los guionistas, pero que igual tiene aburridos a muchos fans. Seguramente, seguirá teniendo un rol preponderante en el siguiente ciclo.
La segunda, es una tremenda actuación de Patricia Clarkson. Al principio nos parecía una excéntrica aristócrata, con muchos lazos políticos, pero su perfil fue creciendo hasta transformarse en una hábil jugadora de ese poker que tanto aman los Underwood. Inescrupulosa, implacable, yo gano-tú ganas, jugando a ambos bandos. Mucho tendrá que contar en la siguiente sesión.
El personaje de LeeAnn fue bien delineado. Otra mujer que sólo quería poder pero que fue utilizada y manipulada frente a sus narices. Algo naif su final, pero su presencia ya no es necesaria teniendo la habilidad de Jane Davis ocupando ese sitial.
Un personaje que destiñó fue el interpretado por Paul Sparks, cuyo rol de hacer ver a Claire como una mujer necesitada de arrumacos y cariños, no fue tan creíble, menos aún, que él fuera el destinatario para saber de los crímenes de Frank; y menos aún, eso de andar de  conquistador por la Casa Blanca. Leve bache.


La producción de la serie se sirvió, de manera formidable, del formato de sus encuadres, en interiores y exteriores, y de las decisiones políticas reales de la política norteamericana: terrorismo, la posibilidad de un impeachment, el caso de Thomas Jefferson contra Aaron Burr, el uso de gas sarín en la guerra de Siria y de hasta  tener al director del FBI asegurando que la agencia no podía manejar resultados de elecciones. Los guiones, por su parte, incluyeron excelentes diálogos de Underwood y frases para el bronce, como: "No me fío de las encuestas" o "Bienvenidos a la muerte de la era de la razón". Mi favorito fue el de Doug Stamper diciendo: "Si suena como un hecho, es un hecho".  Gran guiño.

En resumen, la temporada tuvo un perfil poco enérgico al inicio, pero siempre fue sugestiva e interesante, aumentando la tensión y ritmo gradualmente. Después del cuarto capítulo comenzó la incertidumbre, de la cual el guion se hizo cargo a punta de ir estableciendo el empate entre los miembros del matrimonio. Las 2 tramas centrales que venían del ciclo anterior, quedaron bajo control de los guionistas y no explotaron en esta sesión.


La última reflexión es que da la impresión que los productores deben estar muy seguros del lazo que une a los espectadores con “House of Cards”. Esto, porque he escuchado espectadores molestos y esto, en el actual panorama de las series, donde todos estamos viendo más series de las necesarias, puede ser peligroso. Muchas veces, el guion no se molesta en explicar nada por segunda vez y da todo por sentado, exigiéndole al espectador un cierto grado de información previa de la cual muchos no están dispuestos a hacerse cargo. ¿Acaso la serie nos exigirá ser espectadores más sofisticados y constantemente interesados en el panorama internacional y norteamericano?, ¿No cabe el que sólo queremos ver una buena serie?. Recuerdo una entrevista a Kevin Spacey donde comentaba que cada vez que volvía al hotel, después del rodaje, pensaba si la serie iba demasiado lejos, pero después ponía las noticias y se le pasaba. Esta temporada termina empatada con la realidad y con el imperio en manos de la mujer, cada vez más distanciada del hombre, disputándole un rol y con elementos del guion desarrollándose fuera de la pantalla, cada día, gracias a los políticos norteamericanos, los mejores extras de “House of Cards”, 

viernes, 9 de junio de 2017

“The Leftovers”, honesta hasta el final

El último episodio de "The Leftovers" no solamente probó la cantidad de inspiraciones y personas que formaron parte del proyecto, sino el objetivo de Lindelof  de no tener que pasar el resto de su vida respondiendo preguntas sobre el final, tal como le ocurrió con el final de “Lost”.


Has dedicado mucho tiempo a una serie, estás deseando saber cómo acaba, cómo se resuelve todo, pero al mismo tiempo no quieres que termine; nerviosismo puro eran las horas previas al final de una excelente serie, alabada por la crítica pero no tan comprendida por el público en general.
Pero, bueno, este desenlace fue explícito dentro del esquema de “The Leftovers”, una serie que podría enmarcarse dentro del impresionismo emocional, donde las figuras y las tramas no importaban tanto como las sensaciones que evocaban. Cada episodio era una cápsula de desolación, desconcierto y abandono. 
“The Leftovers” ha terminado. La serie de HBO creada por Damon Lindelofy Tom Perrotta, basada en el libro homónimo de éste, completó un viaje de tres temporadas donde conocimos el drama de personajes rotos, devastados por sus pérdidas, y sus esfuerzos por hallar paz y seguir adelante. En algunos pasajes, la búsqueda de sentido a lo ocurrido y a la vida era abrumadora, devastadora, siempre nos puso a prueba como espectadores.

Después de 28 capítulos, la serie fue el viaje de Kevin y Nora hasta entenderse y aceptarse. Cómo se conocieron, cómo se enamoraron, cómo lucharon por superar su dolor, estar juntos , destruirse y recomponerse como piezas de rompecabezas buscando encajar. Esta historia de amor siempre fue la obsesión de Lindelof, porque al fin y al cabo, Nora Durst estaba dispuesta a meterse dentro de una caja transparente y radiarse hasta la incineración para descubrir si podía viajar donde estaban sus hijos. Acá destacamos a la impresionante Carrie Coon, dándolo todo, y cargada de detalles increíbles, dejados ahí por los guionistas para provocar la duda, para que nos preguntáramos si realmente nos dijo la verdad. Esa mujer, que estaba preparando el desayuno cuando su marido y sus hijos desaparecieron sin explicación, necesitaba  a una actriz capaz de hablar con la mirada, de proyectar sólo con palabras esa búsqueda de significado. Y Justin Theroux, quebrando estereotipos de actor guapo, se metió en la piel de un hombre que fue aceptando su dolor y cubrió de un aura especial a Kevin, el que esta temporada estuvo más dispuesto al humor, mostrándose reconciliado y transmitiendo al espectador una tranquilidad que no sentimos antes.



El poder de las historias
Ésa es la mayor apuesta de Lindelof y Perrotta, su mayor triunfo. No vemos lo que se cuenta. Sólo tenemos a un personaje narrando su verdad. La serie no quiere dar respuestas claras, no quiere tener una sola manera de entenderse. Pero es honesta, tanto si quieres creer en la fantasía como si piensas que hay una explicación lógica. Todos los manuales de guiones dicen que la acción debe mostrarse, pero aparece “The Leftovers” a demostrar que esas reglas están para romperse. Este final fue digno y coherente pa4ra una serie difícil de definir y recomendar, porque la primera temporada no fue tan extraordinaria como la segunda, debido a la gran dirección de Mimi Leder, quien exprimió su simbología hasta el último momento pero igualmente la hizo más simple sin sacrificar la crudeza de los acontecimientos.


Su mayor virtud? que cada episodio fue una obra de arte conceptual, un estudio sobre la necesidad del ser humano de apoyarse en un sistema de creencias, por ridículo que sea. Cada espectador lo apreciará a su modo. Asi es como “The Leftovers” se despidió como un lienzo sobre aquellos hechos que no somos capaces de entender.


jueves, 1 de junio de 2017

EL CINE DE RUBEN ÖSTLUND, el nuevo niño mimado de la dirección

En el actual cine nórdico existe un creciente interés por mostrar el grado de parálisis que podemos encontrar en esa sociedad, donde el Estado ejerce un papel relevante en la planificación social de los ciudadanos. Ante su reciente triunfo en Cannes, todos quieren saber quién es Ruben Östlund, por lo que este resumen pretenderá describirlo como creador de personajes cegados por dilemas morales y sociales, dilemas que usa como una forma de involucrar al público en esos mismos temas.


Casi nadie sabía quién era Ruben Östlund. El descubrimiento sucedió hace poco (dos años), después del estreno de “Fuerza Mayor”, la que había sido parte de Cannes, en 2014, y donde alcanzó el Premio del Jurado en la sección “Un Certain Regard”; también pasó por el festival de Sevilla (Premio Guiraldillo de Oro y Mejor Guión) y quedo fuera, a última hora, de la quina del Oscar a Mejor Film Extranjero.
Fue entonces cuando los más cinéfilos empezaron a buscar su filmografía y, la mayoría, dio con “Play” (2011), la que fue presentada en la “Quincena de Realizadores” de Cannes.

Pero la historia de Östlund parte mucho antes, incluso con un cortometraje ganador del Oso de Oro en Berlín.

Su propuesta:
Se basa en la habilidad para mostrar los vaivenes de la creencia nórdica acerca de la, aparente, paridad sexual de una sociedad avanzada. Sin embargo, sus primeras películas fueron trabajos de cine deportivo: muchas pistas de nieve, aderezado con mucha música, tomas en plano general de descensos de montaña, velocidad, temeridad. Esto era meritorio hasta que aparecieron las GoPro, pero igual los contenidos fueron lo suficientemente interesantes para que lo aceptaran en la escuela de cine de Göteborg.
Como nadie quería financiar sus trabajos (qué raro) decidió iniciar su propia productora (Plattform) y allí comenzar una ruta que, ahora, lo tiene en la mira de todo el cine.

Hicimos una rápida revisión para que sepan quién es Ruben Östlund y cuál es la fuerza de su propuesta: 

Family Again (2002)
Los padres de Östlund protagonizan este documental sobre sus vidas y sobre su divorcio, cuando el director era un adolescente. ¿Cine terapia?, ¿psicolanálisis en gran pantalla?. El resultado es puro cine directo, sin perder el tono familiar y sin miedo a las preguntas que siempre dan miedo: ¿por qué te fuiste?, ¿había un amante?, ¿pudiste vivir sin saber de mi todos los días?.

https://vimeo.com/140440013


The Guitar Mongoloid (2004)
Jöteborg fue una ciudad inventada por Östlund para situar esta película, de estilo falso documental. Un film muy punk, ya que el protagonista es un músico callejero que sirve de guía para todo lo que se va contando. Erick Rustström (el protagonista y real músico de la calle) grita sus canciones y toca la guitarra como si no necesitara nada más en el mundo. Ganó el Premio de la Crítica FIPRESCI del Festival Internacional de Moscú.



Involuntary (2008)
Película de episodios. El director decidió saltarse el esquema de películas lineales, muy norteamericanas, para dar paso a una estructura de "colección de historias" o de libro de relatos. Está la del treintañero borracho, la de una profesora con aspiraciones de líder, la de dos quinceañeras metidas en un gran lío etc; cada historia cuenta con la premisa de descubrir si nos aceptamos como somos, si somos realmente libres, si podemos o no estar solos.



Play (2011)
Gracias a esta película, un diario sueco escribió un artículo titulado “Las 47 razones por las que lloré cuando vi la película “Play”, de Ruben Östlund”. La tildaron de racista y causó cierto revuelo nacional, con opiniones a favor y en contra; pero lo que no se puede negar es que es excelente en su estilo de “película ­espejo” al retratar el poder y la lucha de clases. Se inicia con una cámara fija, en un extraño y poco cinematográfico plano sobre un centro comercial, como si Östlund quisiera imitar a la cámara de seguridad de ese Mall; la imagen muestra la interacción entre un grupo de niños de origen africano y otro de ascendencia nórdica. El contraste no sólo es evidente en el color de la piel y en la ropa de ambos, sino en la seguridad con la que unos y otros se manifiestan. Östlund construye un incómodo relato sobre la integración racial.




Fuerza Mayor( 2014)
Un gran suceso. Turistas suecos perdiendo su dignidad en un centro de esquí. Eso es lo que sucede en esta película. Si el cine nórdico nos acostumbró al derrumbe moral y a las miserias del ser humano, Östlund insiste y entrega un despiece de la pareja, de la familia, del Estado, del bienestar, de todo lo que somos. Gran película, puro diseño, perfección de líneas y el derrocamiento del papel, estereotipado, del padre como héroe, cuando una crisis  ataca a la familia.  




The Square (2017)
Acaba de ganar Cannes y le otorga pasajes a este director para seguir construyendo proezas cinematográficas. Su estreno en Chile (muy pronto) está confirmado.




Ruben Östlund es una de las voces más distintivas del cine sueco actual. ya ha dejado clara su impronta de diseccionar, con humor y precisión, las miserias y contradicciones de la sociedad contemporánea. En su guión todo está siempre a punto de romperse en mil pedazos, lo que igual le da tiempo de inducir su psicología y su cámara exquisita, porque Östlund goza filmando, y lo hace muy bien.