lunes, 21 de octubre de 2019

El Camino: un regalo exquisito y superficial


El showrunner Vince Gilligan, cerebro tras “Breaking Bad” y director de esta película, no quiso reescribir lo ya contado y prefirió ofrecer un último episodio de la gloriosa serie que acabó en 2013. En la más clásica tradición de la narrativa que protagonizó Walter White, una mala decisión conducirá a otra, dejando varios cadáveres en el camino.

“Breaking Bad” es una de las series más relevantes de la historia reciente. Tras 5 temporadas, supo despedirse en grande y ser aclamada justamente por su final, el que estuvo a la altura de su trama y desarrollo; su protagonista tuvo el único fin posible, pero algunos fanáticos se quedaron con la duda sobre cuál sería el futuro de Jesse, al que solo vimos huir en un auto. De esta circunstancia se aprovechó Vince Gilligan para crear “El Camino”.

Pese a que han pasado 6 años desde la última escena de Aaron Paul en “Felina”, la caracterización para intentar dar al espectador la sensación de que todo está ocurriendo justo donde se dejó es buena, a pesar que las cicatrices no estaban en el mismo lugar y había un leve aumento de peso en el actor; los fans de la serie perdonamos esos detalles y fuimos mucho más optimistas sobre esta experiencia cuando apareció Todd Alquist. El personaje es parte de los flashbacks de Jesse, lo cual logra que  “El Camino” funcione perfectamente como un capítulo extra de la temporada final de “Breaking Bad”, aprovechando su sintonía con la estética y narrativa de la serie. El guion es de continuidad y no presenta sorpresas, dándole importancia al apoyo emocional que genera la aparición de otros estelares que ayudan a conectar con la historia anterior: los amigos Badger y Skinny Pete le devuelven a la película ese humor sordo basado en discusiones superficiales; Mike Ehrmantraut (el asesino a sueldo de Gus Fring), el viejo Joe, los padres de Jesse, Kenny, el magnífico Ed (coincidiendo con la muerte de Robert Forster) y hasta  Jane, que viene a representar lo que Mike le advertía al inicio: que por mucho que empieces de nuevo, nunca se podrán arreglar ciertas cosas.



Pero mientras avanzaba la historia era imposible no pensar si Gilligan recurriría a la figura seminal de “Breaking Bad”…Walter White. La escena en la que aparece es meramente testimonial pero imponente, pues su sola presencia copa la pantalla y evidencia que la serie era White y siempre todo giró y girará en torno a él. La frase final de esa conversación así lo ilustra: “Tienes muchas suerte. No has esperado toda la vida para hacer algo especial”.

“El Camino” se aferra, durante todo el visionado, a los actores que pasaron por “Breaking Bad”, a la estética que caracterizó las 5 temporadas y de la ciudad de Albuquerque, lo que ahorra introducciones y le da a  la película la característica de ser el cierre de algo y no una nueva etapa. Y muchos se preguntan si ese cierre era necesario. Particularmente, creo que el último plano de Jesse en “Breaking Bad”, escapando en el auto que da nombre a esta película, dejaba ese flanco abierto, aunque  no era muy difícil pensar que Pinkman iba a seguir ligado al camino oscuro que había decidido recorrer junto a Walter. Por esto, la película no será comprendida por quien no haya visto la serie, porque el final feliz de Jesse solo pueden aplaudirlo quienes tuvieron como ídolo al gran Heisenberg y al compañero que siempre estuvo a su sombra. Aaron Paul demuestra estar a la altura de un personaje icónico pero al cual le saca todo rastro de comedia, centrando como matices la desesperación y el vacío que hay en su mirada.

Este es un cierre adecuado y que no molesta pero que se queda  como un experimento superficial, como un esfuerzo por cerrar todos los ciclos. La aparición de Bryan Cranston, en esa escena en la cafetería, pone en evidencia lo que uno piensa después de  los primeros 40 minutos de “El Camino”: que el verdadero “Breaking Bad” acabó hace 6 años. 

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