En el ciclo "Series que nos marcaron", voy a traer al presente a este genial médico que avivó la pantalla, durante 8 años, con dilemas éticos y morales, con frases memorables, con un humor negro artero, con desdén hacia la vida, con su deseo infatigable de ser un Sherlock Holmes aplicado a la medicina y para lo cual todo recurso (el que sea) era válido. Demasiado House en el Dr House, un personaje entrañable, con una interpretación espléndida de Hugh Laurie, y que impulsó el interés de las productoras de series en reavivar la temática relacionada con los médicos y la medicina.
A House siempre lo vamos a reconocer por sus frases.
-El caso es una niña con un cáncer: House dice, "Que
no se le acerque Cameron, la adoptaría".
-House entra en el despacho de Cuddy:"¿Sigue siendo ilegal hacerle una autopsia a alguien vivo?”.
-House a un médico del hospital:"Resulta que tus opiniones no dan buenos resultados. Te aconsejo que uses las mías".
-House entra en el despacho de Cuddy:"¿Sigue siendo ilegal hacerle una autopsia a alguien vivo?”.
-House a un médico del hospital:"Resulta que tus opiniones no dan buenos resultados. Te aconsejo que uses las mías".
Describir al Dr. Gregory House es fácil: exitoso médico
de profesión, un fracaso como ser humano, y protagonista de una tremenda serie
de televisión, estrenada el 2004, creada por David Shore. El argumento central
nace de una columna médica escrita por la Dra. Lisa
Sanders en The New York Times, y llegó a la TV para
dejarnos a un personaje inolvidable, muy bien descrito por el guion y puesto como guante en la fachada de Hugh Laurie.
Difícil decidir qué es lo que más nos cautivó. Todo siempre estuvo en "armonía": Su
facilidad asombrosa para atar cabos (lo que, curiosamente, ningún otro doctor
puede hacer) y resolver casos complejísimos; su adicción al vicodin, su relación tan hermanable con Wilson, y su feroz capacidad de alejar a todo
quien deseara acercarse.
El primer punto, en lo personal, es sumamente
atractivo, pues a través de la medicina él se valida como ser viviente. Jamás
le importo, siquiera un poco, alguno de sus pacientes, jamás se comprometió de
verdad con un deseo de recuperación. Él sólo deseaba resolver el enigma médico
que le planteaba cada ser humano, y para llegar a la resolución estaba
dispuesto a todo: a escudriñar en un pasado tortuoso, en terribles historias familiares,
de abandono, de abusos; era capaz de
mandar a su equipo a meterse a las casas de otros, a cometer actos de ilegalidad
total (como cuando hicieron "eso" en el cementerio), todo en pos de la consecución del diagnóstico. En ese sentido, muy a lo
Sherlock Holmes, unía cada dato, recordaba cada pisada, cada palabra, jamás le
quedó un cabo suelto. Nunca necesitó de un libro de medicina, nunca recordó lo
que le enseñaron en la Universidad, él sólo tenía su memoria y su olfato, con
eso le bastaba para ser el mejor médico, escondido tras la fachada de un
misántropo demoledor que no era querido, no era acompañado ni apoyado más que
por un perro fiel: el Dr Wilson, que al igual que el Dr Watson de Sherlock
Holmes, era su contacto con el mundo, su principal apoyo en el trabajo y en la
poca vida que tenía fuera de el.
El Dr Wilson (Robert Sean Leonard), el Dr Foreman (Omar
Epps), más la Dra Cuddy (Lisa Edelstein) fueron pilares que ayudaron mucho a
sustentar a "House" como serie; cada uno en lo suyo, fueron un motor para que el
personaje central se equilibrara, y a veces todo lo contrario, provocando las
peores reacciones y las más sarcásticas respuestas oídas en televisión. Wilson
en lo personal, Foreman tratando de encauzarlo en lo profesional ,recordándole
(sin éxito) que era lo correcto en Medicina y en el actuar ético de la
profesión, y la Dra Cuddy tratando de enseñarle a amar y amarse. Y es un hecho que cuando la Dra Cuddy (o más bien Lisa Edelstein) decide dejar la serie, ésta perdió una pata y la mesa empezó a desequilibrarse, anunciando que pronto se debía pensar en el final. Un personaje femenino con tanta fuerza como el rol principal masculino, y que nos dejó escenas memorables (¡cómo olvidar la estrellada del auto en el living de su propia casa cuándo ella decide dejarlo!).
¿Le debemos algo a House? Claro que sí!,
le debemos:
Ser, junto con
Toni Soprano y Don Draper, uno de los personajes mejor desarrollados por un
guion de televisión. Porque siempre fue él, jamás se traicionó. Ni siquiera cuando estuvo recluido en la institución para enfermos mentales, donde conoció las miserias de los otros reclusos, los tráficos internos, las amenazas de bandas internas. Él también traficó, engañó, y ayudó a salvar enfermos.
Sus
contradicciones: a pesar que se cree omnipotente necesita de su equipo para
resolver los casos. Y así y todo, los maltrata constantemente. Y así y todo,
ellos saben que están aprendiendo del mejor y “morirán” con él.
Su genialidad
en la deducción; el utilizar el recurso de la experiencia y la asociación para reconocer
cuál patrón se repite.
El conocer al ser humano y sus miserias. “Everybody
lies” no sólo es el nombre del episodio piloto, sino también la base sobre la
cual House fundamenta todo lo que hace. Todo el mundo miente. “La única
variable es sobre qué”.
Su humor negro y artero, el que provocaba geniales
revelaciones: “Si hablas con Dios eres religioso; si Dios habla contigo, eres
psicótico”
Su
pasión a la música. Esto es algo
que Hugh Laurie descubrió
justamente en la interpretación del personaje y, hacia el final, cada episodio
era un regalo intenso de buena música.
Por todo esto y por capítulos de antología, la serie
se consolidó totalmente. Ganó un Peabody, dos Globos de Oro y tres Emmy. Fue la serie más vista en 2008, con un
promedio de 82 millones de personas en 66 países, y cómo todas las series
autoconclusivas, fue agotándose hasta que se hizo necesario el final. Y de eso se
valió el último capítulo de este fenómeno llamado "House": de la muerte,
presentado como el enigma menos misterioso de todos. En un capítulo muy bien estructurado, donde aparecen personajes de temporadas anteriores que, en sueños, le hablan de las decisiones tomadas y a tomar luego de saber que Wilson está enfermo; en esos instantes, en esa vieja y abandonada construcción, él repasa lo que ha hecho y evalúa si es bueno desaparecer.....para el mundo, pero no para su amigo. La escena final nos habla
que, a la larga, esta historia nunca fue sobre la medicina, nunca fue sobre la ética
de la profesión, nunca fue sobre el amor o desamor. Era acerca de dos hombres solos,
donde al final uno decide “morir“ (falsamente) por el otro y devolverle la mano ante un
destino, según diagnóstico, adverso, y con la muerte como posibilidad en el
horizonte. ¿Qué hubiera sido finalmente de House sin Wilson?
No hay comentarios:
Publicar un comentario