Adscrita al subgénero de los dramas de asesinos en serie, “The
Fall” tiene varios puntos a favor que la distinguieron de ser una copia de “Mentes Criminales”, por
ejemplo, y que con esta temporada final (la tercera) se convirtió en uno de
los títulos más destacados de este año.
La segunda temporada de “The Fall” terminó de un modo sorprendente,
dejando abiertas varias tramas y un montón de preguntas que tendrían que resolverse
en la tercera sesión. Sin embargo, cuando a principios de este año se anunció
que la tercera temporada sería la última, nuestras ganas de reencontrarnos con
Gibson, y su atormentada forma de ver el caso de Paul Spector, fueron
inevitables porque más que fijarse en aspectos del guion, había que terminar de
comprender que era una serie sobre el mal, sobre la destrucción psicológica,
sobre el abuso de poder, la misoginia y la obsesión. Todo esto, atravesado
por los primeros planos y largos duelos, seguidos por estallidos de ira o
tristeza de los protagonistas.
¿Qué fue lo mejor de “The Fall”? ¿Por qué es recomendable
para todo el que quiera ver sólo 3 temporadas, pero cada una de excelente
desarrollo?
La serie se metió en la mente del asesino de manera muy
inteligente. Paul Spector era cariñoso hombre de familia de día y asesino implacable
de noche. Este titular ya lo hemos leído, pero lo entretenido es cómo ele
spectador iba acompañando al asesino en sus rutinas diarias, ya fueran sus
problemas en el trabajo o en el modo en el que elegía a sus víctimas. Y todo se
volvió mejor cuando la serie empezó a “paralelizar” el personaje con el de Stella
Gibson.
Jamie Dornan cumplió con creces el reto de interpretar a
este hombre de doble vida, un hombre que, a pesar de seguirlo en todas sus
facetas, nunca conseguimos conocer bien porque estaba tan lleno de contradicciones.
Conocerlo es, precisamente, la tarea de Stella Gibson para poder atraparlo. Y el personaje de Stella es, a su vez, otro
tipo de animal. Misteriosa y brillante en su trabajo, despierta la
admiración de hombres y mujeres por igual nutriéndose de las relaciones
sexuales esporádicas que entabla con ellos, creando así una vía de escape para
las frustraciones de su vida privada. El personaje de Gillian Anderson es uno
de los mejores que ha pasado por la pantalla en este año, año donde el poder
femenino fue el relevante (Claire Underwood, Elizabeth Jennings, Alicia
Florrick y Stella son algunos ejemplos). Gibson es una mujer capaz de
compartimentalizar su vida para ser más efectiva en su trabajo. Es, ante
todo, una profesional sumamente autoexigente.
El cuidado retrato de Stella y Spector fue lo más
destacable de la serie, hasta el punto de que gran parte de los secundarios
aparecían desdibujados, y sus subtramas no tenían el mismo interés que la
principal.
El ritmo fue algo interesante. No fue un thriller trepidante,
al contrario, optó por un tono pausado y reflexivo, que nos hizo sentir como
mirones espiando las vidas del asesino y
la policía. Supo utilizar el silencio para crear tensión y, reitero, se anotó
un punto al mostrar en paralelo las actividades cotidianas de Stella y
Paul. Esa lentitud permitió que los personajes fueran creciendo y que fueran
colocando, poco a poco, las piezas de la trama que nos llevarían al final.
Y sí digo que esta fue una serie feminista, aunque las
imágenes de abuso a la mujer señalaran lo contrario. Si bien los secundarios perdieron
gancho al lado de Stella y Paul, lo cierto es que la serie construyó dos
personajes femeninos bastante interesantes: uno fue la doctora Smith (la
forense) interpretada por una tremenda Archie Panjabi. Nos quedamos con ganas
de ver más de ella, de sus charlas con Stella y de sus explicaciones sobre cómo
conseguía apartar la oscuridad de su trabajo para estar, horas después, en casa
con sus pequeñas. El otro, fue la agente Dani Ferrington (Niamh McGrady), que vivía
con el remordimiento por su actuación durante una llamada de emergencia que vimos
en el primer episodio, y que apuntaba a ser la ayudante de Stella. Tanto Reed
Smith como Dani Ferrington son otros lados que exploró “The Fall”, la que
terminó destacando a los roles femeninos por sobre los masculinos, dotándolos
de mucha fuerza interpretativa y poder.
Y el otro punto interesante de la serie fue que se
desarrolló en Irlanda del Norte. No es que tenga una gran importancia para la
historia pero se recogió en una subtrama que afectó, indirectamente, a
Stella y que se mencionó a menudo: algunas zonas de Belfast no eran amistosas
para la policía y ese foco socio-político haría que se aprovechara bien ese
escenario.
Esta temporada final expuso a una Gibson cansada, como
alguien que ya estaba sintiendo el agotamiento del largo camino recorrido para
conseguir lo que ha logrado. Spector, por su parte, se vio más despierto
que nunca, más sociópata que nunca, lo que conllevó a momentos en que, como
espectadores, nos pilló desprevenidos.
La serie tuvo un tono muy académico sobre la visión de
la sociedad patriarcal, sobre la mujer independiente, sobre la sociología y la
psicología, en forma de drama criminal.
El thriller psicológico,
creado por Allan Cubitt, rompió los esquemas de las típicas series
policiales norteamericanas: no tenía lugares comunes, no había personajes estereotipados ni frases
construidas que se repetían episodio tras episodio. La serie construyó, con
psicología y astucia, un “algo más” mucho más profundo en la relación de la
detective y el homicida, y esa tensión la sostuvo hasta el episodio final.
he decidido verla de nuevo completa, asi de brillante la encuentro, no tan de acuerdo con el enfoque feminista, aunque hay de eso yo diría un 50%, por lo poderoso que es el personaje de Paul Spector, quien, a pesar de Stella, define su final en sus propios terminos.
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