viernes, 3 de febrero de 2017

Silence: Scorsese, el sumo sacerdote del cine

¿Qué es la fe? ¿Dónde está Dios? ¿Por qué se mantiene en silencio frente a los horrores del mundo? preguntas que dan vueltas durante las casi 3 horas del nuevo trabajo de Martin Scorsese, el que se ha llenado de loas y que permite admirar al director filmando lejos de su zona de confort, consiguiendo un resultado que se mete en tu conciencia.


De vez en cuando, este retratista de la violencia, convulsiones y autodestrucción, hace pública su obsesión con temáticas que le apasionan y cuya realización ha ido demorando. El mismo director que escupió fuego con “El Lobo de Wall Street”, ahora nos pide que abramos nuestra mente y reconectemos con aquello que unos llaman conciencia, subiéndonos en un relato histórico sobre las creencias personales, la duda y la angustia de la relación con Dios. Después de ver la cinta todos quieren “apropiarse” del cine de Scorsese, cuando él hace un esfuerzo por evitar el juicio moral; el director siempre perdona a sus personajes y viendo “Silence” uno comprende completamente el por qué: para Scorsese, detrás del pecado está la debilidad humana y esa debilidad es guiada por la necesidad de amar más al pecador.

Una película de 2:40 minutos debe cautivar de varias formas para no volverse un tedio. El uso del cenital se repetirá varias veces a lo largo del film como recurso estilístico y como metáfora de la presencia de un Dios que observa y que se mantiene en silencio. Otro detalle perfecto son los encuadres de cada plano y la precisión de los textos (esta vez Scorsese es co-guionista).
La visualidad del agua y la niebla nos meten en lo que parecería una película de terror y nos transmiten la putrefacción de la vida misma, y no sólo como estilo de vida de esas comunidades japonesas. Esto se debe al gran trabajo de Rodrigo Prieto como tremendo director de fotografía, con una gran versatilidad y recursos gigantescos que ya habíamos apreciado en “Babel” y “Secreto en la Montaña”. El trabajo con Scorsese se enfocó en determinar la pobreza de alma y conciencia.



Los actores
Andrew Garfield tuvo un gran año. Lo vimos espectacular en “Hacksaw Ridge” pero acá nos muestra otra faceta como un arrogante a la hora de demostrar lo infinito de su devoción mediante el sacrificio y el martirio. Es interesante ver su transformación acerca de que lo único seguro que existe es cuando Dios- Universo-su consciencia le hablen y le revelen su destino. Sin embargo, su efectividad es inferior y es ahí donde tenemos el detalle del por qué “Silence” no es magnífica.
Los actores se entregan en cuerpo y alma al guion pero nunca logran alcanzar el objetivo. El principal problema con Garfield es que sus motivaciones y el desarrollo del personaje no logra seducir tanto como los otros personajes: Liam Neeson está desaprovechado; es inmensa su primera charla con el padre Rodrigues (Garfield) pero eso no se retoma sino hasta el final, perdiéndonos todo su proceso de cambio de convicciones. Otro actor que logra un desarrollo superlativo es Yosuke Kubozuka (Kichijiro), el que hace un  verdadero “tour de force” donde nos sumerge en el dolor del hombre débil que desea ser mejor de lo que es, pero que fracasa una y otra vez para volverlo a intentar una y otra vez también. Este personaje ya lo hemos visto en otras películas del director y el mismo Scorsese lo dijo en una entrevista: “Silence” está fuertemente emparentada con “Mean Streets”, pues DeNiro vendría a ser el Kichijiro de Keitel, y también con “Toro Salvaje”, donde Jake castiga a todos los que lo rodean, con el único objetivo de castigarse a sí mismo.
De alguna forma, Scorsese nos dice que estos personajes sueñan con un Cristo más “hombre”, porque al hacerlo más humano también lo hacían más divino; creemos que este es el punto central de “Silence”, donde lo uno retroalimenta lo otro, pero al final se nota un desajuste en ese propósito.
En el caso de Adam Driver, su personaje es más directo, pero su profunda espiritualidad choca con el limitado material que le entrega el guion. Su personaje trata de ser un contrapunto para Garfield, pero la balanza se desequilibra entre ambos, lo que da como resultado una frialdad emocional que provoca tonos agridulces en sus interpretaciones.



En general, “Silence” es visualmente riquísima y logra, por momentos, crear una discusión emocional, es decir, tu mente se plantea las preguntas que a Scorsese lo mueven. Estas coordenadas se pueden deducir como una línea de pensamiento muy interesante que nos permite revisar, a nivel moral, la gran filmografía del italoamericano. 


Esta película es una de las mejores herramientas que Scorsese ha creado para hacer sentir el cine como mecanismo de transmisión de una forma de pensar, sin embargo, el film siempre está rozando el cielo pero, a la hora de la verdad, no logra rematar la faena y te deja con muchas preguntas planteadas y poca información para concluir una respuesta. Y el bajón viene de inmediato.

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