Tras desentrañar los caminos del
creador y mostrarlos en una de las series más rompedoras de los últimos años, "The Young Pope", de Paolo Sorrentino, quiso llegar a tocar el cielo
y se sentó a la izquierda del Padre para juzgar a los vivos y a los muertos.
Ahora, con "The New Pope", el director italiano magnifica su milagro
y muestra más claramente el estilo de su legado.
Durante el tránsito místico de “Youth”,
uno de los personajes comenta que, después de años en el cine, se pasa a la
televisión. Esto es motivo de indignación para uno de los protagonistas del
film. Ahí parecía verse los dos polos de
Paolo Sorrentino, quien luego de triunfar en el cine se ha pasado al formato TV
gracias a su afiliación a HBO. “The Young Pope” fue la primera experiencia y un
ejercicio de contemplación estética, donde un joven Papa exploró el poder y
ahondó en traumas físicos con los que el espectador simpatizó, más otros
espirituales con los que sentimos una
acusación directa. En esa serie, la atracción era total y constante hacia los
pasillos, hacia los cuadros y hacia la
belleza clásica del Vaticano, lo cual no se pierde en “The New Pope”.
La serie ha aceptado su condición de producto televisivo, ha aceptado que tiene algo que contar, pero también que necesita más tramas y personajes para hacerlo. Esto tuvo como consecuencia que Jude Law cedió protagonismo para que se expandiera una perspectiva más mundana en el guion y no solo la reflexión existencial sobre la soledad y el poder. En esta nueva temporada, la serie ahondó en temas que han cuestionado a la Iglesia últimamente, como la homosexualidad, la pedofilia y prostitución, lo cual deja fuera la religión propiamente tal y se ven más claramente los entramados ocultos de estos hombres. El guión sacrificó a los personajes de Diane Keaton, Scott Sheperd y James Cromwell, que tanta fuerza dieron en la primera temporada, para reemplazarlos con la aparición de un gran John Malkovich, inseguro y fatuo, y agregando la soltura de Sofia y Esther, más el humor sutil e irónico del Cardenal Voiello y de Javier Cámara. La trama de esta segunda temporada es un drama de enredos donde cada personaje tiene algo que aportar, lo que provoca algo de caos pero que se resuelve utilizando el simbolismo en los diálogos, mucho ingenio y el erotismo propio de Sorrentino. También son muy atractivos los cameos de Sharon Stone y Marilyn Manson en esas audiencias tan especiales con Su Santidad, las que le dan aún más realismo a la propuesta.
La otra arista grandiosa de “The
New Pope” es captar los elementos propios del cine sorrentiniano que ya estaban
en su primera parte. Sigue existiendo un gran acierto en la cámara de Luca
Bigazzi, un zar de la composición y que domina la simetría hasta el punto de
que cada plano es una obra de arte por sí sola. Esto responde a la continua
búsqueda de belleza del director, la cual se traduce en una elegante foto que
convierte el Vaticano en una pasarela. Brillante.
Otro de los aciertos fenomenales
de la temporada fue la intro de cada capítulo. Una luz neón adorna una cruz que
acompaña el sugerente baile de unas jóvenes de blanco, para introducirnos en
esta maravillosa fantasía pseudocristiana, al ritmo de electrónica, “You can
call me the good time girl” dice la letra. Y hacia el final, con Lenny ya
reintegrado, su paseo por la playa entre medio de todas esas mujeres resulta
ser una auténtica declaración de intenciones.
Intensa, gloriosamente mordaz,
critica, cínica, irreverente, cada episodio combina sabiamente un humor irónico
con mensajes directos. Cuestiona e interpela. Simplemente disfrutamos de un
deleite estético que se acompaña con un gran guión y una perfecta selección musical.
La religión y la vida eclesiástica es simplemente el instrumento que utiliza
Sorrentino, quien ya domina lo visual y que ahora va hacia la conquista de la
mística.
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