domingo, 29 de marzo de 2020

Freud, lo nuevo de Netflix: un Sherlock inusual

En medio de la pandemia global que vivimos, Netflix nos trae un rato de entretenimiento con una serie inspirada en el padre del psicoanálisis. La propuesta derrocha estilo, pero su delirante trama se aleja de lo que, en verdad, nos gustaría que hubiere sido lo más importante: la historia y los aportes de Sigmund Freud.

Su solo nombre atrae. No son pocos los que gozamos con las biopic de ciertos personajes,  sobre todo cuando han sido tan  singulares y controversiales como Freud. La nueva historia disponible en Netflix es todo menos una serie sobre el fundador del psicoanálisis, es más bien una experiencia cercana a “Abraham Lincoln:Cazador de Vampiros” y “Orgullo, Prejuicio y Zombies”, ficciones que, con demasiada libertad, toman lo que quieren del personaje histórico y de la literatura.

Creada por Marvin Kren, Stefan Brunner y Benjamin Hessler, esta producción alemana nos muestra a un joven Sigmund Freud (en una buena performance de Robert Finster, actor desconocido por acá, pero con una interesante trayectoria en cine y TV alemana) en la Viena de 1886, cuando al médico aún le faltaba camino por recorrer para convertirse en autoridad del psicoanálisis. Por el contrario, la trama lo sitúa en la época inicial de su carrera, cuando era ridiculizado por sus postulados sobre la hipnosis, el inconsciente y las terapias que aplicaba.
Kren había confirmado que no se trataba de una serie biográfica y dijo que utilizaría detalles del trabajo de Freud para construir otro universo, para el cual añadió licencias narrativas referidas al suspenso, hechos paranormales y algo de terror. Así, el protagonista explora nuevos caminos dentro de la mente de las personas y ayuda a resolver una sangrienta conspiración.

Tras el visionado, se percibe el aroma de otras dos  originales de Netflix: “Mindhunter” y, principalmente, “The Alienist”; podría ser descrita como la versión paranormal de esta última, ya que la ambientación es muy similar, pero toca temas que van más allá del mundo humano. Y es ahí donde la narrativa se torna caótica, hay que estar atento y no juzgar a priori, ya que la realidad nos sitúa en medio de imperios, ritos paganos, del pasado y del presente, y puede llegar a agobiar, sin embargo, lo bien logrado que está el personaje principal y la descollante performance de Fleur Salomé (Ella Rumpf) nos hacen continuar en el camino.



Por supuesto que los conocedores de la obra del laureado neurólogo podrán salirse rápidamente de la aventura, aunque hay escenas donde se repasa su propuesta médica. Por ejemplo, en una de ellas, el joven médico describe a la mente como una gran casa iluminada con la luz de una pequeña vela, rodeada de cuartos oscuros y puertas cerradas. La tarea del psicoanálisis sería abrir dichas puertas y lanzar luz a esos cuartos. Pero sí, hay que reconocer que escenas tan inspiradas como esa, son las menos. En la mayoría nos espera un Freud  cocainómano y que asiste a sesiones de espiritismo, pero así y todo, no es una serie predecible y está llena de plot twist que ayudan a desempolvar la historia.

Los creadores de “Freud” son ambiciosos y cuidaron al máximo el diseño de producción, siendo la ciudad de Praga la ambientación perfecta para esta entretención gótica y  semi biográfica, cuando logra montar metáforas de algunos tópicos del psicoanálisis: la histeria de la médium, el parricidio del cantante de ópera, las fantasías frustradas de uno de sus colegas,  Freud internándose en una cueva para  rescatar a una niña secuestrada, o el policía absolutamente recto y que podría ser la personificación del  “super yo”. Más de algún  psicoanalista podría encontrar divertido el ir reconociendo estas pequeñas asociaciones, las que también se delatan en los nombres de cada capítulo.

Para el aficionado común, “Freud” está llena de  estilo, bien actuada, pero su trama mezcla demasiados elementos algo inconexos y con los que más de alguien podría desalentarse a seguir. Para quien está muy aburrido pasando la cuarentena, es una buena opción. El mayor descubrimiento es la actriz Ella Rumpf, la que bien podría haber sido la doble de Eva Green en esa belleza que fue “Penny Dreadful”.

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