sábado, 25 de junio de 2022

Obi-Wan Kenobi: la pequeña gran historia del misterioso ermitaño

La miniserie del universo Star Wars se centra en la depresión de Obi-Wan, en el sentimiento de culpabilidad por todo lo que le ha ocurrido a la galaxia. Él tenía que entrenar al Elegido y ha fallado, ya que Anakin ha creado el Imperio y es un cazador de Jedi. Todo se ha perdido y en seis episodios, con más tintes de película que de miniserie, se va contando la forma en que él se va redimiendo y dando contexto a otros personajes.

 

La mayoría de las críticas a Kenobi se han centrado en las ‘luces’ y no en su rol dentro del trasfondo de la saga. Siempre ha sido fácil criticar el montaje, la dirección o los efectos y olvidarse del auténtico corazón de esta saga, que conecta generaciones gracias a sus raíces míticas y la fuerza de su relato.

En Kenobi, el ermitaño lleva diez años susurrando y suplicando  un perdón que no llega. Se nos transmite, de manera satisfactoria, la desolación y la tristeza gracias a un Ewan McGregor tremendo, que adapta el tono que Alec Guinness le dio al personaje en la trilogía clásica. De esta manera, el viaje que emprende Kenobi es  de expiación a través de la protección de una niña (elemento clásico en la saga); a lo largo de la travesía deberá reencontrarse a sí mismo para comprender la verdad, de que probablemente  él no tiene la culpa de aquello que lo atormenta.

Es ahí donde vienen los paralelismos y los simbolismos que tanto nos gustan. El episodio final de Obi-Wan Kenobi tiende un gran puente entre el Episodio III y el IV, disfrutando el volver a ver a Ewan McGregor y Hayden Christensen como Obi-Wan y Anakin; en cuanto a Anakin, la serie nos regala flashbacks y algunas escenas en las que el actor canadiense se reencuentra con el personaje que marcó su carrera. El primero, el de la Orden 66, debe ser una  de las escenas más icónicas de la franquicia, pues la hemos visto en La venganza de los Sith, en Jedi: Fallen Order, en cómics, en Clone Wars, en Bad Batch, en El libro de Boba Fett y ahora aquí. Y, junto al duelo del cual acertadamente se articula la quinta parte de la serie, consigue que comprendamos más de la caída de Anakin y cómo la piedad puede llegar a salvar; en el flashback, Anakin afirma que la misericordia nunca vencerá a nadie y muchos años después, será precisamente la misericordia la que salve a Skywalker. Como guiño, recordamos la escena de El regreso del Jedi donde Vader le decía a Luke que Obi-Wan una vez creyó que todavía él, el lord oscuro, podía redimirse. La serie se pesca a esa conversación y también de otra, cuando en Una nueva esperanza, Vader le decía a Obi-Wan que la última vez que se vieron, él era solo un aprendiz, pero ahora es un maestro. Kenobi juega con estos elementos y, si bien no queda tan claro ese intento de devolver a la luz a Vader, sí vemos cómo queda retratado como aprendiz, gracias al quinto episodio. 

Otro acierto y aunque los fans vetustos no lo reconozcan, es Vivien Lyra Blair; se roba cada segundo como la princesa Leia. A su corta edad, fue capaz de mostrarnos atisbos de aquella luchadora que conocimos en Una nueva esperanza y no me cabe duda de que Carrie Fisher hubiese aprobado totalmente su papel. Además, las dinámicas de la pequeña princesa nos confirman que era ella quien debió haber sido  entrenada en la Fuerza. Por otro lado, como inquisidora, Moses Ingram lo hace muy bien con un personaje hecho para detestarlo, aunque comprendas de dónde ha surgido y creo que, en el episodio quinto y sexto, logra una evolución interesante, aunque nada sutil; y por fin vemos qué papel jugará en el futuro. Ojalá  hubiesen hecho lo mismo con Ben Solo.

Por desgracia, el resto de los inquisidores juegan un rol más pequeño. El Quinto Hermano volverá en Rebels, pero la Cuarta Hermana se convierte en una incógnita que esperamos ver más adelante en alguna producción. Más relegada queda Tala, la que no logra destacar debido al irregular  cuarto capítulo, pero  su sacrificio da algo de luz a la visión más mortal de los personajes del Imperio. Y un detalle  interesante, aparte de un cameo de C-3PO, que tiene que ver con Bail Organa, Owen y  Beru, completando el rol de estos personajes dentro de la saga; si bien nos habría gustado más minutos en pantalla para ellos, ahora entendemos un poco más el sacrificio de estos personajes en la película de 1977.

La música de la miniserie, especialmente en los momentos que evocan a la trilogía original, juega un papel fundamental y si bien hay momentos en que se utiliza de manera memorable, la propuesta musical queda por debajo de anteriores BSO, y más allá de algunas debilidades, el guion  logró mostrar que el vínculo entre Obi-Wan y la princesa nos conmoviera, y se lo debemos  a la precisa elaboración emocional de Ewan McGregor, contenida pero llena de matices que le dieron credibilidad a su sentimiento. No obstante, los esfuerzos de Deborah Chow y el guion de Joby Harold, Hossein Amini y  Andrew Stanton se ven ensombrecidos a causa de una circunstancia inevitable: sabemos que todos los principales héroes van a sobrevivir  y eso le resta fuerza al drama, lo que no impide que siempre tengamos curiosidad por cómo se resolverán las situaciones. Lo que sí resuelven bien es  el combate decisivo entre Kenobi y  Vader, con James Earl Jones en la voz; éste se estiró hasta el final pero porque había  para darle la épica que corresponde a un acontecimiento como ese, y tanto la coreografía como la dinámica visual y los coros de la banda de Natalie Holt, dan con el tono épico. El espectáculo de los sables  y sus colores opuestos no decepciona, pero podría haber sido mejor, mientras que el intercambio de palabras entre  McGregor y el que fuera su aprendiz, nos deja conformes y es suficiente para entender que el jedi supera su dolor y su sentimiento de culpabilidad.


Esta miniserie ha servido para enriquecer principalmente a Leia, ya que ahora entendemos más  ese ‘ayúdame, Obi-Wan Kenobi. Eres mi única esperanza’, su conexión con la Fuerza, sus habilidades con la mecánica en el Halcón o la decisión de llamar a su hijo Ben. Si todo fue un ejercicio  de continuidad, está bien logrado y no rompe ningún lapso de tiempo ni nada por el estilo. Claramente es una miniserie poco perfecta, pero en el suma y resta, la sensación es de ganancia porque a estas alturas, toda historia del universo debe ser apreciada desde la fuerza que radica en la profundidad de la historia de Star Wars, en aquello que hace que la saga siga viva tantas décadas después, y aunque  no hay anunciada una segunda temporada y su directora dijo que el personaje se debía tomar vacaciones, deja promesas de continuidad para varios personajes.

Próxima parada del universo, Andor, serie protagonizada por Diego Luna, aunque antes tendremos una parada con el especial LEGO Star Wars.

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