La primera apuesta de Netflix por la producción nacional tiene la capacidad de atrapar, de no dejar escapar al espectador. Construida como un muy buen thriller policial, y basado en un caso real, ’42 Días en la Oscuridad’ refresca la pantalla demostrando que es posible hacer producciones de mucha calidad en el país.
Basado en el material escrito por
el periodista Rodrigo Fluxá en el libro ‘Usted sabe quién: notas
sobre el homicidio de Viviana Haeger’, la historia nos transporta al año
2010 y al relato de la desaparición de esta mujer en Puerto Varas. Claudia
Hiaquimilla y Gaspar Antillo dirigieron la ficción que contó con
la producción de Pablo Larraín y con una sinopsis que señalaba que “en medio de
una tormenta mediática, una mujer lidera la búsqueda de su hermana desaparecida
en una exclusiva comunidad de Chile”. Estas líneas responden a una
estructura de historia vista muchas veces, pero que cuando tiene un caso
sustancioso, le da vida nueva a un formato que lleva décadas en la televisión
(thriller de desapariciones); el gran reto para la producción chilena era cómo
armar una historia de seis horas, con un resultado que los chilenos conocían
desde el inicio.
Para lograrlo, ’42 Días en la Oscuridad’
se narró en seis episodios de entre 40 y 50 minutos, demostrando que es hacia
allá donde debiera apuntar el streaming….series
más cortas y con capítulos que no lleguen a la hora de duración. Producida por Claudia
Di Girólamo, Pablo Macaya y Daniel Alcaíno, el resultado nos gusta porque,
si bien sigue la línea típica que Netflix le ha puesto a estas ficciones, significa
el aterrizaje del gigante en el país y con este buen inicio, la obligación de
los productores es nivelar con propuestas por sobre este caso.
A través de los episodios, que se
desarrollan rápido, vertiginosamente, pero definiendo muy bien el arco de los personajes,
la serie agrega elementos de ficción a
una historia difícil de creer, donde la hermana de la desaparecida lucha
incansablemente por descubrir lo que pasó, en medio de un acoso mediático
insoportable, de un trabajo policial errático y de algunos personajes que al
parecer solo quieren entorpecer la investigación.
’42 Días en la Oscuridad’ está muy bien construida en todas sus aristas: narrativa, actoral, de foto. El guion contiene muchos pasajes del sur de Chile que se van mezclando con el desarrollo de la historia; la paleta de colores de los exteriores es densa, lúgubre, de magnitud, con imágenes de ese sur amplio que se pierde en el horizonte, dando cuenta que la resolución de este caso será tan magnánima como el territorio gélido que la rodea El gran trabajo de fotografía acompaña y resignifica la tristeza y frialdad de la historia.
Por otro lado, están las
excelentes actuaciones de un reparto al que le quedó como guante cada personaje
asignado, destacando el rol de Pablo Macaya, quizás en el mejor papel que le
hemos visto, como el abogado Víctor Pizarro, que no teme escarbar donde nadie
quiere, pero que al pasar del tiempo, las obstrucciones y nulo apoyo de la
policía y la fiscalía hacen que el peso del caso se derrumbe sobre sus hombros,
destruyendo su moral profesional y humana; Daniel Alcaino está imperturbable como
Mario Medina, el esposo de la desaparecida, quien se mete dentro de una calma abismal y de
quien es imposible saber qué siente o piensa. Y Claudia Di Girolamo, como
Cecilia Montes, completa el trío de grandes interpretaciones como la hermana de
la víctima y sobre quien recae el factor emocional de una familia atravesada
por el morbo de la prensa y la impericia policial; ella tiene excelentes
escenas. Aplausos también para Amparo Noguera, Néstor Cantillana, Claudio
Arredondo, en roles más secundarios, pero que complementan perfectamente la estructura
narrativa principal y aportan minutos valiosos para construir 6 episodios de
mucho suspenso. En este caso, conocer el desenlace antes de empezar a
mirar, fue solo un detalle, porque al final lo que rebota en nuestras caras es
comprobar la ineficiencia de la justicia chilena, con sus múltiples consecuencias
en la vida de las personas.
Chile merecía una serie original de Netflix producida en el país. Pablo Larraín, Silvio Caiozzi, Alicia Scherson y tantos que pavimentaron el camino, hoy nos permiten celebrar que el debut de Netflix en Chile es sumamente satisfactorio y puede promover historias más profundas y mejor construidas.
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