viernes, 3 de junio de 2022

42 Días en la Oscuridad: ineficiencia e injusticia

La primera apuesta de Netflix por la producción nacional tiene la capacidad de atrapar, de no dejar escapar al espectador. Construida como un muy buen thriller policial, y basado en un caso real, ’42 Días en la Oscuridad’ refresca la pantalla demostrando que es posible hacer producciones de mucha calidad en el país.


Basado en el material escrito por el periodista Rodrigo Fluxá en el libro ‘Usted sabe quién: notas sobre el homicidio de Viviana Haeger’, la historia nos transporta al año 2010 y al relato de la desaparición de esta mujer en Puerto Varas. Claudia Hiaquimilla y Gaspar Antillo dirigieron la ficción que contó con la producción de Pablo Larraín y con una sinopsis que señalaba que “en medio de una tormenta mediática, una mujer lidera la búsqueda de su hermana desaparecida en una exclusiva comunidad de Chile”. Estas líneas responden a una estructura de historia vista muchas veces, pero que cuando tiene un caso sustancioso, le da vida nueva a un formato que lleva décadas en la televisión (thriller de desapariciones); el gran reto para la producción chilena era cómo armar una historia de seis horas, con un resultado que los chilenos conocían desde el inicio.

Para lograrlo, ’42 Días en la Oscuridad’ se narró en seis episodios de entre 40 y 50 minutos, demostrando que es hacia allá donde debiera apuntar el  streaming….series más cortas y con capítulos que no lleguen a la hora de duración. Producida por Claudia Di Girólamo, Pablo Macaya y Daniel Alcaíno, el resultado nos gusta porque, si bien sigue la línea típica que Netflix le ha puesto a estas ficciones, significa el aterrizaje del gigante en el país y con este buen inicio, la obligación de los productores es nivelar con propuestas por sobre este caso.

A través de los episodios, que se desarrollan rápido, vertiginosamente, pero definiendo muy bien el arco de los personajes, la serie agrega  elementos de ficción a una historia difícil de creer, donde la hermana de la desaparecida lucha incansablemente por descubrir lo que pasó, en medio de un acoso mediático insoportable, de un trabajo policial errático y de algunos personajes que al parecer solo quieren entorpecer la investigación.


’42 Días en la Oscuridad’ está  muy bien construida en todas sus aristas: narrativa, actoral, de foto. El guion contiene muchos pasajes del sur de Chile que se van mezclando con el desarrollo de la historia; la paleta de colores de los exteriores es densa, lúgubre, de magnitud, con imágenes de ese sur amplio que se pierde en el horizonte, dando cuenta que la resolución de este caso será tan magnánima como el territorio gélido que la rodea El gran trabajo de fotografía acompaña y resignifica la tristeza y frialdad de la historia.

Por otro lado, están las excelentes actuaciones de un reparto al que le quedó como guante cada personaje asignado, destacando el rol de Pablo Macaya, quizás en el mejor papel que le hemos visto, como el abogado Víctor Pizarro, que no teme escarbar donde nadie quiere, pero que al pasar del tiempo, las obstrucciones y nulo apoyo de la policía y la fiscalía hacen que el peso del caso se derrumbe sobre sus hombros, destruyendo su moral profesional y humana; Daniel Alcaino está imperturbable como Mario Medina, el esposo de la desaparecida,  quien se mete dentro de una calma abismal y de quien es imposible saber qué siente o piensa. Y Claudia Di Girolamo, como Cecilia Montes, completa el trío de grandes interpretaciones como la hermana de la víctima y sobre quien recae el factor emocional de una familia atravesada por el morbo de la prensa y la impericia policial; ella tiene excelentes escenas. Aplausos también para Amparo Noguera, Néstor Cantillana, Claudio Arredondo, en roles más secundarios, pero que complementan perfectamente la estructura narrativa principal y aportan minutos valiosos para construir 6 episodios de mucho suspenso. En este caso, conocer el desenlace antes de empezar a mirar, fue solo un detalle, porque al final lo que rebota en nuestras caras es comprobar la ineficiencia de la justicia chilena, con sus múltiples consecuencias en la vida de las personas. 

Chile merecía una serie original de Netflix producida en el país.  Pablo Larraín, Silvio Caiozzi, Alicia Scherson y tantos que pavimentaron el camino, hoy nos permiten celebrar que el debut de Netflix en Chile es sumamente satisfactorio y puede promover historias más profundas y mejor construidas.

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