miércoles, 29 de abril de 2020

Homeland, temp final: la confianza como la gran misión


Tras 8 temporadas y 95 episodios, “Homeland” llegó al final. Showtime emitió “Prisoners of War”, titulado igual que la ficción israelí en la que se basó esta historia sobre la patria, la lealtad, la oscura vereda política, la fuerza de una mujer poco común. El cierre ha sido más que digno y volcado a la esencia que Carrie Mathison mostró desde el episodio 1.

Claire Danes y Mandy Pathinkin dieron vida a una historia basada en el compromiso con la patria. Tal como lo dice Carrie en cada intro de esta temporada final, “tras el 9/11 la gente se volvió loca”, tanto como para anteponer su lealtad a la bandera ante otras cosas que para ella no tenían la misma relevancia. “Homeland” fue una serie que se adelantó a su época, porque muchos años antes de que el mundo clamara por contenidos donde las mujeres tuvieran el protagonismo, esta producción se anotó un inmenso punto con una propuesta muy robusta, en el corte argumental, y cuyo hilo conductor era una mujer que viviría mil odiseas en su lucha por defender a Estados Unidos del terrorismo.

Carrie Mathison no era una mujer cualquiera y de eso la prensa se dio cuenta rápidamente. Desde la primera temporada, la serie ganó más de 60 premios y recibió casi 170 nominaciones, incluyendo Mejor Serie de Drama frente a “Breaking Bad”, “Game of Thrones” y “The Crown”.  La base del éxito estaba en su  protagonista, en su esencia paranoide que fue trabajándose de manera creíble, en términos estructurales.

Para desarrollar el final, los productores decidieron volver al comienzo. Las guerras se reiniciaron,  los conflictos internacionales continuaron, mientras Carrie se convertía en la sucesora de Nicholas Brody; aquel héroe tildado de traidor, guio a nuestra heroína en su desencanto de los ideales y a la lección de que debía funcionar según sus convicciones. Todo eso regresó a la temporada final como una señal de esa línea difusa entre lealtad e ingratitud.


Alex Gansa y Howard Gordon recuperaron el pulso en esta última sesión, luego de varios desvíos. Se volvió a la posibilidad de quebrar la paz, lo cual dio el sustento para la verdadera idea de este final: el fantasma de la traición. Bajo esa pista, Carrie retomó todas sus relaciones claves: con Saul, con Gromov, con quien forjó una tensión sexual que evocó la que tenía con Brody, y con la CIA, la que había dejado de ser un paragua protector para ella.

Esta última temporada también venía con su retrato satírico sobre la política en Washington, muy contemporáneo con la era Trump. Así, la serie  rememora las viejas formas de la política internacional norteamericana, al tiempo que Carrie se movía más allá de los ideales  patrioteros. Pero eso no era todo para terminar con 8 años de historia.
Los productores lanzaron sobre la mesa una carta inesperada: desfasar dos años en el futuro para presentarnos la autobiografía de Mathison titulada “Tiranía de Secretos”, donde revela el por qué de su traición. En los 10 minutos finales imaginamos qué tuvo que hacer para ganarse la confianza del ruso, cómo se habrá enfriado su vínculo con Berenson, cómo se sentirá saber que nunca podrá volver a su país, solo para confirmar que su esencia era la misma, intacta, que hace 90 capítulos atrás.

“Para mi hija, con la confianza de que algún día entenderá” versa la dedicatoria en aquel libro donde devela la oscuridad de la CIA. Una delatora, una traidora  a la patria. El mundo seguirá en crisis, las guerras surgen por todos lados, los burócratas gobiernan, mientras Carrie sonríe en el palco de un concierto en Moscú, sabiendo que su futuro será el mismo que corrió Anna cuando fue descubierta; pero la sombra de ese final lúgubre vale la pena si es por recuperar lo que de verdad le importa a ella, la lealtad hacia su mentor paternal, la cual, según la sonrisa de ambos en el minuto final de la serie, ha sido recuperada.

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