martes, 8 de diciembre de 2020

Mank: la reivindicación del artesano

Sacando a relucir un guion que llevaba veinte años guardado, David Fincher regresa con una propuesta clásica.“Mank” hace mención al proceso de elaboración del guion de una de las películas más valoradas de la historia (“Ciudadano Kane”), pero en vez de centrarse en la conflictiva relación con Orson Welles, Fincher expande el alcance hacia un telón de fondo muy interesante pero que, a ratos, deja la sensación de querer abarcar demasiado.


David Fincher es uno de los genios cinematográficos de las últimas 3 décadas. Por eso mismo, Netflix lo reclutó, otra vez, aprovechando la excelente experiencia de “Mindhunter”. Por ahora, el norteamericano pone su prestigio al servicio de “Mank”, película que recoge la historia de Herman Mankiewicz, creador del guion original de “Ciudadano Kane” y cuyo proceso se muestra acompañado de adicciones y los conflictos políticos de la época que tocaban el desarrollo de la industria del cine, los que son el corolario perfecto para que explotara su irreverente personalidad.

“Mank” va a ser amada y odiada, porque hay muchos personajes de la historia del Hollywood clásico que podrían alejar al público masivo, y porque se centra en el entramado político de esos años (en la figura de William Hearst), el cual sirve para desatar al Mankiewicz que quiere que sus historias hagan reflexionar al público. Aquí, el guion del padre de Fincher nos sorprende, porque estábamos esperando la historia de las tensiones entre Welles y Mankiewicz, sin embargo, se expande a una fotografía del momento social en plena gran depresión, con una industria que descubría el cine sonoro y que estaba en cambios de paradigma. La película se estructura con maravillosos flashbacks que tratan de hacer un paralelismo a “Kane”, los cuales son dotados de energía en secuencias que muestran quién era quién en este mundo; excelente es la escena en la que Louis B. Mayer le pide a sus trabajadores que hagan un sacrificio, reduciendo sus salarios.


Con un ritmo veloz para capturar esos “locos años”, donde la música de Trent Reznor y Atticus Ross es clave, y a la vez, con una segunda línea de tiempo actual, más gris y pausada, es en esta última donde se aprecia la arista de la relación con Orson Welles y donde, si se quiere, Fincher deja espacios para desmitificar a este último como figura virtuosa.  

Actuaciones a gran altura y visualidad cautivadora

La postura es la de un autor que justo consigue la inspiración cuando pareciera que está al final de su vida creativa, inmerso en la depresión. Sin embargo, Oldman equilibra perfectamente esta dualidad entre una persona ética, que busca que el espectador se emocione y reflexione, pero que a al mismo tiempo, sucumbe ante la podredumbre industrial, dejándose llevar por esas debilidades que lo llevan a su faceta más cínica. El relato lo pone en prácticamente todas las escenas, con mujeres que son soporte para la historia y que encajan en cada tiempo: su esposa (Tuppence Middleton), su cuidadora (Lily Collins), y los mejores diálogos con Amanda Seyfried, cuya química es espectacular; la personificación de Marion Davies cautiva, muestra el lado más inocente de una actriz que quedó atrapada en una industria de hombres y que sirve de inspiración para el personaje de Susan Alexander. Por otro lado, el protagonismo visual de “Mank” tiene todo un sello. Desde los créditos ya introduce una declaración de intenciones, adornada con más elegancia entre los paralelismos con el cine de antaño; la composición, la edición que imita las transiciones de las películas de ayer, fundiéndose a negro en cada toma, se complementan con una vibrante fotografía de Erik Messerschmidt, con tiros de cámara brillantes, apostando con difuminados, con luces y sombras, tal cual lo hizo el director de foto de “Ciudadano Kane”. No restemos ese mérito, si bien a muchos les podría parecer exagerado e innecesario, es un detalle que eleva a “Mank” como uno de los mejores estrenos del año.

Podría ser que la relevancia que otorga el guion al arco político, en lugar de centrarse en los demonios que acosaban al guionista, no sean del gusto de la mayoría, pero más allá de esa apreciación, “Mank” está a muy buen nivel y ojalá pueda ser disfrutada en la gran pantalla, tal cual “Roma” y “El Irlandés”, donde sus directores usaron Netflix como estrategia, pero cuyo resultado final es un homenaje al cine de las primeras épocas. Y en el caso de este film, se erige como reconocimiento a quien imaginó “Ciudadano Kane”, película que siempre aparece en el top 3 de las mejores de la historia y cuyo creador había quedado a la sombra de Welles. No en vano, el film termina con ambos refiriéndose al otro, pero con Mank sujetando el Oscar.


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