Hay que tener estómago para soportar dos
horas de intensas peleas y gritos.
Cada cierto tiempo aparece en los cines una
película que muestra las miserias de familias disfuncionales. En el caso de August
Osage County hay otro detalle a considerar. El guion fue escrito para una obra
de teatro que ganó premios Tony y un Pulitzer…pero no se libró de las críticas
en esa ocasión.
El guionista de la obra de teatro, Tracy
Letts, fue el mismo que la adaptó para llevarla al cine, y allí es donde se
cometen errores que no permiten que esta película explote en la obra maestra
que podría haber sido.
La ambientación está bien lograda: es
verano, hacen 35 grados, pero dentro de esa casa todo es oscuridad, frío y
resentimiento….eso queda claro. Pero los tiempos y las dinámicas no se logran
totalmente. El guion es oro pero está pensado para el teatro, por lo que en la
gran pantalla la historia se estanca. Esto lo vemos en cada grito, en cada
golpe a la mesa….los que aparecen muy forzados, y si no fuera por la rica
experiencia actoral de quienes están allí, podría salir hasta chistoso.
El director John Wells también comete varios errores pues si bien Meryl
Streep y Julia Roberts sobresalen en cada una de sus escenas, hay personajes
sumamente desaprovechados o que no se sabe para qué estaban ahí. Es el caso de
Cumberbatch, cuya aparición es muy pequeña, el personaje no logra ninguna
dimensión y desaparece de la historia tan rápido como apareció; Ewan Mc Gregor
tampoco aporta, podría haber tenido un papel más mediador o por último enjuiciador…..prescindible,
y la más desaprovechada es Margo Martindale, cuyo personaje tenía una gran
historia que contar, pero que se desvanece cuando trata de ser la que pone el
equilibrio en la familia.
También se equivoca (Wells) en tener muchas locaciones que distraen al
espectador y hacen poco ágiles los diálogos.
Eso sí, la música de Gustavo Santaolalla, nuevamente notable, afirma el
dramatismo.
La escena de la cena es, lejos, lo mejor
logrado. Pero dura muy poco y la vemos muy avanzada la cinta. Dardos van y
vienen, palabras que hieren salen sin piedad de la boca de los 9 integrantes de
la mesa, sintiéndose muy potente a una Julia Roberts en una de sus actuaciones
más maduras, ¿quizás la mejor de su carrera? Si, podría ser. En el global, el
resto de la cinta no está a la altura de esta escena.
Meryl Streep es la reina de la película y
por eso me pregunté por qué le dieron el Oscar por hacer de Margaret Thatcher y
no se lo dieron por esta interpretación, donde cuesta respirar de tanta rabia
contenida. No nos sorprende porque nos tiene
acostumbrados, y ahí es donde Roberts nos deja con la boca abierta.
Un cineasta más sólido y un guionista más despegado de la obra de
teatro le hubiesen dado muchísimas alas a la película. Queda la tristeza, la
soledad y la desgracia de los protagonistas, las potencias interpretativas de
Streep, Roberts, Martindale a ratos……pero queda la idea de que esto pudo haber
sido mucho más grande que la simple catarsis verborreica de una familia, la que
parece sacada de un reality show.
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