martes, 22 de abril de 2014

NOÉ, ENTRE AGUAS TURBULENTAS

La temática bíblica se ha puesto de moda, y como en este fin de semana santo pudimos volver a ver las grandes obras llevadas al cine en los 50 y 60, queremos conocer cómo los nuevos guionistas y directores se atreven con estas historias.
No se preocupe que no hay spoilers, pero a todas luces Noé es una decepción.

Si Russel Crowe ha dicho que esta es la película que más le ha costado hacer es porque el personaje que nos presenta no empatiza con nadie. Noé es un hombre lejano, iracundo, represor, que sueña lo que Dios le dice que debe hacer y va transformando esta misión en una cruz pesada. Este es el punto de partida para el guion de lo último de Darren Aronofsky.

Aronofsky es un director que corre riesgos. Lo hizo en Réquiem por un Sueño y le fue bien; lo hizo en el Cisne Negro y le fue mejor….y acá da el salto y se agarra a una superproducción que retoma el carácter grandioso de un género ganador desde el nacimiento del cine.

Pero la película sale a la pantalla como una historia  pesada y difícil; sin decir que se aleja totalmente del relato bíblico pues no recuerdo que el verdadero Noé haya llamado a los Transformers para que le ayudaran a construir su arca (sí, está bien dicho: Los Transformers, o lo que sea que fueran esos seres).
De ahí en adelante todo es confuso, imágenes muy oscuras, paleta de colores en gris, planos muy cerrados, animales computarizados, que no nos ayudan a dimensionar la catástrofe que asolará al planeta….esta catástrofe siempre está en segundo plano pues el director siempre quiere mostrarnos el drama humano que hay detrás, pero el espectador siempre está esperando la inundación.
Con un guion propio, Aronofsky nos muestra al personaje que él ha visto siempre: un hombre que se siente culpable de ser el sobreviviente. La idea es buena pero se pierde…ese eje humano no se visualiza con claridad.
Si hay que decir algo bueno, me detengo un minuto en Emma Watson. Ella está muy bien, quizás los otros actores no llegan a dar el máximo y ella sobresale con una actuación adecuada, bien enfocada, haciendo subir el dramatismo a la situación a la que se verá enfrentado su personaje hacia el final del film. Ella conmueve y convence, dejando muy atrás la perfomance de una deslavada Jenniffer Connelly (claramente su personaje no estuvo bien delineado). La historia de Cam tampoco se plantea bien y deja un final innecesariamente abierto.
Y Russel Crowe no está mal. Interpreta lo que el director quiere. Él tiene experiencia en films épicos y no podría haber sido otro….a otro actor se le habría puesto cuesta arriba por lo que se valora su esfuerzo por mostrar una cara distinta al Noé que la Biblia presenta.

En resumen es oscura, algo lenta, mezcla muchos elementos y la catástrofe natural no es apreciada en una gran dimensión….mientras que la catástrofe humana es sólo olfateada, podría haber sido más elaborada. Las actuaciones se rescatan pero el navegar entre dos aguas (lo que se espera y lo que finalmente  muestra el director como idea central) suele hacer naufragar la propuesta en una de las dos mareas.
Habrá que esperar a lo de Ridley Scott, que el año próximo se aventurará con Moisés. Por ahora es el sr Aronofsky el dueño de las críticas.


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