viernes, 7 de noviembre de 2014

Donde 2001 era razón, Nolan puso el corazón

Pensar en grande, rodar a lo grande. “El Origen” y la trilogía de “Batman” son apoteósicas puestas en escena, y cada una brillante ya sea por guion, actuaciones, reflexiones, efectos especiales. Esa es la forma en que Christopher Nolan se relaciona con el cine…nada es simple, todo es pensado en gigante porque este impacto forma parte del corazón del film.



Durante todo el año se habló de “Interstellar”, y sin duda era la película más esperada. Luego de verla nos queda claro que no es el trabajo más redondo de Nolan pero sí observamos los patrones típicos de sus entregas: el dilema filosófico, el guion tipo madeja de lana y efectos especiales importantes. Lo bueno es que en “Interstellar” hay algunos de ellos muy bien trabajados.
A nivel técnico puede ser comparada con “2001: 0disea del Espacio” o “Gravity”, pero tiene la oportunidad de encontrar su propio camino al tener de base el deseo de un padre de salvar el planeta, pero para sus hijos.


Si uno quiere ser muy detallista e hilar super fino, los que son fans de “2001: Odisea del Espacio”, pensarán que Nolan quiso arrodillarse ante la brillantez de Stanley Kubrick, y otros menos generosos dirán que directamente es una copia, ya sea por el viaje en la relación espacio-tiempo o por los intensos planos.
Nolan es talentoso, y saca de la nada momentos para la historia del cine, pero repensando la idea central del guion, creo que le costó relacionar las 2 puntas de su lanza……había una trama llena de emocionalidad que en algunos pasajes no se encontraba con la majestuosidad del espacio, cayendo en momentos de letargo y lentitud. La película trata de mezclar supervivencia, amor, lucha, en un relato que no es puramente científico; Nolan reúne preciosos momentos para construir un puente que va al corazón de un hombre y que busca desnudarlo en sus instintos más primitivos. ¿Qué es lo que sobrevive finalmente?, ¿la especie humana o el individuo?.



Esta pregunta da origen a todo, y por ello no hay exceso de escenas puras de ciencia ficción, lo que podría decepcionar a más de alguien, pues el envoltorio del film es moral y filosófico. Esto no quiere decir que la película no sea vibrante, pero sí es un proyecto mucho más personal que “The Dark Knight”, por ello, para no perder la masividad ganada con la trilogía, es que se le ofreció el papel a uno de los actoes del momento, Matthew Mc Conaguey, quien venía de ganar el Oscar por Dallas Buyers Club y se afianzó con la serie True Detective. La fotografía es preciosa, los efectos especiales están para ganar el Oscar (al igual que lo hizo “2001” en su momento).
Nutrida, además, por el siempre virtuoso Hans Zimmer, se provoca una parábola temporal, de una reinterpretación de valores, pero sí hay que mencionar que en algunos momentos se cae en una lentitud que obliga a la edición a ir muy rápido hacia un final un tanto forzado.


El éxito de taquilla está garantizado porque es Nolan. El éxito de taquilla está dado porque esta lanza tiene 2 puntas: inteligencia y sentimentalismo, las que tienen una pugna durante toda la trama por ser la ganadora; si bien Nolan controla el film, el viaje es tan emocional que a veces se torna abrumador.


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