sábado, 30 de noviembre de 2019

The Irishman: todo tiempo pasado...

Bastaba saber que era una película de gansters, realizada por el mismo grupo que renovó el género en los ’70, para elevar las expectativas al máximo. Más aún, si el líder de la aventura volvía a ser Martin Scorsese, quien grafica en este film uno de los puntos de vista que  marcaron su trayectoria: los procesos de la culpa, la traición y la redención.

Scorsese es un director con ideas, con estilo, pero, además, con algo que lo distingue de miles: tiene mucha calle. Y en “The Irishman”, se ven reflejados esos condimentos que lo han llevado a la gloria del cine. Se trata de un film muy bien elaborado y dirigido, rico en su lenguaje cinematográfico, con actuaciones magistrales y una utilización interesante de la tecnología de moda en Hollywood: la del rejuvenecimiento digital de actores.

El guion está basado en el libro “I Heard You Paint Houses” sobre la misteriosa desaparición de Jimmy Hoffa (Pacino), un famoso sindicalista estadounidense vinculado con la mafia, mientras que De Niro es “el irlandés” Frank Sheeran, alguien que se dedica a pintar casas (la metáfora que usa la película); este pilar se entreteje con momentos de la historia estadounidense, como la presidencia de John F. Kennedy, su asesinato y Watergate, por lo que el estilo de filmación revisa más el pasado que el presente, con toda la carga evocativa que supone. En ese sentido, la fotografía de Rodrigo Prieto nos parece cercana a la de Gordon Willis en “El Padrino”, con muchos claroscuros y  sepias, lo cual crea  esa atmósfera fúnebre donde se va desenvolviendo la vida de Sheeran, el personaje omnisciente, veterano de la Segunda Guerra y que es adoptado por Russell Bufalino (Pesci). Allí entra el segundo pilar del guion, ese donde el irlandés se verá atrapado entre dos religiones: la de Bufalino y la de Hoffa. ¿Por cuál se definirá y con qué consecuencias?.


Esa pregunta se va respondiendo a través de la presentación que el director hace de los miembros de la red mafiosa que se cruza en la vida del personaje de De Niro, y en el cómo nos explica de qué forma murieron:  congelando el fotograma y añadiendo palabras en la pantalla. La mayoría de ellos fueron asesinados afuera de su casa, comprando cigarros o por medio de un coche bomba. Nadie se salvó y ahí es donde, también, se manifiesta la predilección del director de describir el alma y los sentimientos de sus personajes, reconociendo muchas características del tratamiento en “Goodfellas”, pero agregando más eufemismo como forma de comunicación.


Más allá de la nostalgia que produce ver a Harvey Keitel, o cuando De Niro habla italiano, o esos fantásticos planos secuencia con cámara en mano, “The Irishman” cuenta con una larga lista de actores de reparto que hemos podido ver en series del género, como “Boardwalk Empire” (Aleksa Palladino, Louis Cancelmi) o “The Sopranos” (Kathrine Narducci, Paul Herman, Steve Van Zandt), o a veteranos de “The Wire” (Domenick Lombardozzi, Paul Ben-Victor).Pero también se sumó savia joven con Jesse Plemons y Anna Paquin, los que lamentablemente no tuvieron historia suficiente para exprimir sus talentos. Sobre todo el de ella, cuya presencia sirve solo para graficar el paso del tiempo de una niña que no soportaba al personaje de Joe Pesci, pero que cayó rendida ante la personalidad magnética del Hoffa de Pacino, y que será la presencia constante que nos recordará que siempre hay alguien más que paga  por los pecados de los padres. Esa niña guía el desarrollo de la culpa en De Niro a través de los años.

¿Qué decir de los actores?, ¿Podríamos juzgarlos cuándo verlos en pantalla, y a todos juntos, es pura nostalgia hacia ese cine de antaño que aprieta el corazón?. En ese sentido, el trabajo de Pesci es sorprendente pues se aleja de sus registros anteriores y crea un ser que gobierna con la mirada y no con la palabra. Pacino, igual de vehemente que en toda su trayectoria pero igual de sólido, en un rol hecho como guante y que debiera tenerlo en las quinas de esta temporada de premios sin lugar a dudas; y De Niro, en solitario, soportando el peso de la culpa en un desarrollo que nos recuerda por qué es una leyenda del cine.


Se necesitan varios visionados para descubrir tantas capas, ya que en cada una sobresalen elementos que hacen a “The Irishman" comparable con “El Padrino”, sobre todo en la foto, con “Godfellas”, por el tono, y con “Silence”, por su mística y necesidad de redención. Verla en el cine es una obligación, pero la duración de la película puede volver compleja esa experiencia, mientras que en Netflix es más adecuado pero te da la opción de parar y perder la atmósfera. ¿Podría haber sido una miniserie de 4 ó 5 episodios?, también!, y de esa forma se le habría dado más tiraje a algunos  personajes. Al final, lo rescatable de este Scorsese es que nos presenta un guion clásico, trabajado desde lo clásico, editada al dedillo por Thelma Shoonmaker (quien debería ir por su 4to Oscar), y aprovechando hasta la última gota de tecnología para mostrarnos  este abanico de actorazos en una gala de despedida, pues es probable que sea la última reunión de tales capos en una película.

“The Irishman” es uno de los films del año no solo por la forma en la que un cineasta ha revisitado algunos de los temas que definieron su carrera, sino porque si hay algo en lo que Scorsese innova es en la reflexión que hace sobre las implicancias que tiene el hacerse viejo y cómo, con el tiempo, todos podemos acabar hablando de un pasado luminoso que se volvió pesado, y que terminó por definir el presente como insignificante.

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