Muchos fans confirmaron tras
los primeros episodios, que el cierre de “The Affair” corría el riesgo de no ser
satisfactorio. La serie, famosa por usar el truco de los puntos de vista
múltiples, llegó a su fin tras 5 temporadas, cocinando su final a fuego lento y
con ciertos vacíos que hablaban de su fatiga.
La muerte de Alison en la
temporada anterior fue imprevista, sorpresiva, y dejó un sabor agridulce en los
espectadores que habían seguido “The Affair”. De esta manera, la serie se
enfrentaba a una situación compleja para las ficciones que deciden matar a uno
de sus personajes principales, porque no es fácil reenganchar al público ni
lograr que las cosas tengan sentido. La salida de Ruth Wilson no estuvo exenta de polémica y dejaba dudas de
cómo llenar ese vacío en el guión.
“The Affair” comenzó su temporada final en dos líneas temporales: un
futuro inmediato al de la 4ta sesión y
que nos dio el primer portazo a la cara: nadie nos había contado que Cole desaparecía
por completo. Si ya la muerte de Alison era difícil de llevar, no sabemos cómo
explicarnos por qué no fue más el personaje de Joshua Jackson, el cual le daba
inmensa emotividad a la historia. ¿Tan poco peso tenía el papel para eliminarlo sin explicación?. Su
final, entonces, fue ese viaje en auto
con Joanie, donde le explica la muerte de su madre de una manera muy dulce; sin
embargo, durante la temporada final, vamos descubriendo que el guión lo deja como un malvado que casi traumatizó a su hija durante su infancia. Cruel.
Entonces, sin Alison ni Cole, la
temporada final solo versa en la previsible reconciliación de Noah y Helen, enmarcando
sus narrativas a través de los puntos de vista de cada uno pero agregando,
ahora, los de otros personajes; esto significó cometer los mismos errores de
incluir algunas secciones que no se terminan entendiendo, como la de Juliette.
la segunda línea temporal es el futuro. Allí es donde aparece
la historia de Joanie; aquella niña que vimos en el auto con Cole ahora es una
mujer, con dos hijas, dedicada a calibrar los efectos del cambio climático, y
llena de traumas emocionales. Aunque sorpresiva, la propuesta de ver su
historia termina siendo aceptada al responder la premisa de que “los traumas se
heredan de generación en generación”. A través de sus puntos de vista, la serie se obliga a saltar 30 años en el futuro y si bien se observan
avances tecnológicos (celulares casi transparentes, un dispositivo que permite
ver el clima de hace 30 años), ella vuelve constantemente al pasado y trata de
ir respondiendo las dudas que siempre la han atormentado. Y Whitney, la hija mayor de Helen y
Noah, pasa casi a ser protagonista y, aunque a veces tampoco parece conducir a
ninguna parte, su historia permite encajar todo. Ella es fundamental cuando
aparecen las acusaciones del #MeToo contra su padre, tema de plena actualidad, y
da la posibilidad de reflexionar sobre las razones del movimiento, sin embargo,
este hilo argumental queda lamentablemente
inconcluso.
Los
últimos capítulos bajan el ritmo con una extraña tara en la edición, ya que
Joanie salió de algunos capítulos y su final
se mantuvo en vilo tras descubrir que las sospechas de Cole, sobre la muerte de
Alison, eran ciertas. Y Si el penúltimo capítulo supuso la reconciliación de
Helen y Noah, y la redención de éste con sus detractores, piquete de serpiente
incluido, el episodio final es un broche inesperado a una temporada que en sus
comienzos acusaba cansancio.
Palabras finales para los
protagonistas que terminaron cerrando esta historia simple, la de un amorío de
verano que terminó rompiendo familias y sueños. Maura Tierney brilló en su
interpretación de Helen dejando de ser definida por sus hijos como
codependiente, a ser alguien que pasó de la pérdida de su pareja, a apoyar a su
vecina Sierra, a salir con un actor famoso, y a aceptar que seguía enamorada de
Noah. Este último le calzó como anillo al dedo a Dominic West, quien abrazó a
un personaje maravillosamente defectuoso y cuyas acciones afectaban, como un cataclismo,
a quien lo rodeara; al menos el guión les dio un hermoso final a ambos. La
representación de Anna Paquin como Joanie es enigmática, dura, e igual de
perdida que las demás almas problemáticas de “The Affair”. Para eso
sirvió su inclusión en este contexto, junto con mostrarnos que, efectivamente,
en el futuro el cambio climático hará estragos. Especialmente emotiva es la
escena en la que un Noah anciano, atiende a Joanie en el Lobster Roll (donde
comenzó todo), conversando de una vida que ambos ya vivieron, pero que Joanie
no lograba cerrar y de la cual Noah se sentía rehabilitado. Este encuentro es
el final de serie, pues permitió que ella comprendiera a su madre, de la que
solo tenía la versión cruel que Luisa y Cole le habían contado.
Al estilo “Six-Feet-Under” terminó
esta historia que nos cautivó en sus dos primeras temporadas y que luego sufrió
un vaivén inestable pero que, a tropezones, logró cerrar sus tramas con
convicción. El baile de Noah frente un océano que está
hundiendo Montauk, justamente por el cambio climático, suponen una delicada
guinda para ese fan que les aguantó todo a estas 2 parejas que representaron la
fragilidad del amor, de la confianza y de las relaciones, a pesar de la extraña
salida de Ruth Wilson y la desaparición inexplicable de Jackson; la
mitad de la exitosa ecuación dejó algo en jaque las expectativas de un final
redondo, pero “The Affair” acierta en centrar su discurso en que al final del
día todos debemos plantearnos la alternativa del perdón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario