Kenneth Lonergan saltó a la
dirección con el amparo de su “padrino”, Martin Scorsese. Fue nominado por
el guión de “Gangs of New York” y ahora está en la línea del
comentario por ser el director de “Manchester by the Sea”, película que surge
de Matt Damon y John Krasinski y cuyo soporte debía ser un protagonista con una
gran tara emocional. Con presupuesto de 6 mm de dólares, es una de las películas
imperdibles que dejó 2016 y ojalá se lleve muchos premios en los próximos Oscars.
Hollywood arrastra siempre una
ambigüedad: con una mano, firma guiones exagerados y con excesos superheróicos, mientras que con la
otra ofrece una lista de “caprichos” más bien alejados del espectador promedio,
donde los mismos actores cobran una fracción ridícula de honorarios para dotar
al producto final de un tinte artesanal. Lo curioso es que estos “caprichos” de
guionistas, actores millonarios y productoras, se están haciéndose cada vez con
más perfección, logrando entregar un producto dramático que compite codo a codo
con grandes superproducciones.
Es el caso de “Manchester by the
Sea”, película que trata sobre un dolor sordo que anestesia al hombre, mientras
devora su interior. Un duelo imposible,
un tremendo vacío, un hombre roto por la vida. ¿Cómo seguir viviendo así? Solamente
creando un escudo fortalecido con dosis de violencia y falta de interés.
Casey Affleck es el responsable de armar este puzzle llamado Lee
Chandler, y deslumbra con este triste hombre que sobrevive a la rutina, que a
menudo busca una pelea con algún desconocido para sentir dolor y finalmente desahogar
algo. En sus ojos y sus gestos, sentimos la pena que nunca le abandona y
suponemos el vacío en el cual se encuentra. La química entre el director,
personaje y el actor siempre está al máxio, no se cae en todo el film.
Bastan un par de elementos para
soportar esta tremenda historia:
El Guion
Para contar la historia, están
los flashbacks en “tiempo real”, como proyecciones de los recuerdos
que van y vienen; estos flashbacks, el guion los utiliza cuando viene algo que pudiera amenazar la
rutina del protagonista. En estos momentos, Kenneth Lonergan decide
pausar el ritmo de la película y adentrarnos en al drama personal pero
lentamente, y esa lentitud no se siente, se agradece. Fuera de estas escenas,
Lonergan demuestra una modestia mucho más notable cuando se trata de mostrar a
sus personajes manejando la aflicción. El director enfoca la primera parte de
la historia en presentar la relación de Lee y su hermano (interpretado por el excelente
Kyle Chandler) y dar pinceladas de la relación con su ex esposa (Michelle
Williams). El guion tiene mucho peso, las piezas cuajan y la presentación de
los personajes, a tres dimensiones, está sostenida por diálogos muy ricos. Esta
película es un drama en todas sus líneas, pero la diferencia es que busca
contar el Cómo y no el Qué. Y el guion se agarra de un ejercicio narrativo
sutil, que genera una instantánea identificación emocional con los sucesos que
se observan.
Los actores
El año 2007 Hollywood descubrió a
Casey Affleck con dos películas:”Adiós, pequeña, adiós” y “El asesinato de
Jesse James por el cobarde Robert Ford”, por la que fue nominado al Oscar como Mejor
Actor de Reparto. Esto de interpretar personajes con el alma torturada se le da
muy bien, pero en este caso está muy marcado por su físico, el cual es
demasiado normal para ser una estrella de cine; además, carece de esa hermosura
arrolladora con la que podría ser explotado como actor de carácter. “Manchester
by the Sea” es la oportunidad para que Casey Affleck entre, definitivamente, en
la liga de los grandes actores.
Michelle Williams también es otra
actriz a la que se le dan este tipo de personajes sufrientes, los ha
interpretado siempre y su rendimiento es alto; en este film aparece 20 minutos,
pero se los roba. Y la revelación del film es Lucas Hedges, a quien ya habíamos
visto trabajando con Wes Anderson, y que interpreta de manera soberbia a este
adolescente y sobrino del protagonista.
Locaciones
El escenario creado por Kenneth
Logerman habla del luto que atraviesa a la película, sin caer en lo
melodramático, situación que habría afectado innecesariamente la narrativa.
Este equilibrio se logra gracias a una puesta en escena, filmando en
exteriores, con una fotografía lúgubre y en grises muy bien realizada y con la
música potente de Lesley Barber, quien supo apropiarse del fracaso, tristeza y
autoflagelación para construir la BSO adecuada para cada escena.
“Manchester by the Sea” es
una exploración de lo que significa un duelo. Ese dolor no físico que no se
alivia con una conversación; solo el alma conoce de esas heridas que nunca
sanarán. Esta película muestra ese duelo como un notable ejercicio de
transformación, utilizando una conmovedora descripción de entornos emocionales,
sumamente humanos, y alejados de la autocompasión de este tipo de dramas.
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