La serie es obra de Peter Morgan, quien ya había escrito la
película "The Queen". Isabel II y el Duque de Edimburgo protagonizan
esta 1ª temporada, donde se nos muestra a una reina que evoluciona de joven
insegura a estratega gobernante.
La monarquía en Reino Unido sufre de los mismos
males que cualquiera otra: representa la brecha de clases, el privilegio de
ciertas cunas y todas esas normas retrógradas que minimizan el papel
de la mujer en la vida pública. Pero la familia real británica tiene una popularidad
que a los extranjeros nos cuesta entender, y ese es precisamente el reto que
afrontó Netflix a la hora de aceptar esta serie. Había que traspasar todo lo
que han ducho las revistas de papel couché a la televisión de primera calidad. Para
ello, “The Crown” hace una radiografía de la monarca más longeva y famosa
del mundo: la reina Isabel II. El otro gran reto de la serie era mostrar su tensa
pero inevitable relación con el Gobierno británico. Winston Churchill
estaba acostumbrado a tratar con soberanos cultos, como Jorge VI, que apenas se
oponían a su criterio político. Y de pronto una chica de 25 años, con mucho
conocimiento protocolar pero nula conversación, era la encargada de rebatirle
las decisiones al gran héroe de la guerra. Isabel decidió dejar de ser
marioneta y formar su propio discurso.
A nivel de producción, desde el inicio podemos observar por
qué esta serie fue multimillonaria: los escenarios, el vestuario y las
caracterizaciones están perfectamente logradas, y la belleza visual de sus
planos es innegable. Se nota la mano de Stephen Daldry detrás de unas interpretaciones
humanas y cargadas de emoción contenida, mientras la música de Hans Zimmer y
Rupert Gregson-Williams llenan de sensibilidad cada escena.
Los actores
Si Claire Foy fue la protagonista de toda la temporada, el
primer capítulo versa en su mayoría sobre el rey Jorge VI. Jared Harris hace
un trabajo magnífico dotando al monarca de confusión, nervios, deseando dedicar
su vida al pueblo, pero viendo como esa vida se le escapaba de las manos. Hay
gran complicidad entre Claire Foy y Matt Smith mientras
representan a una pareja normal en sus primeros años de matrimonio y el
traspaso a ser gobernantes; Vanessa Kirby tiene grandes momentos siendo la
protagonista de las primeras planas que hablaban de una princesa díscola. Y está
el personaje de Winston Churchill, caracterizado de manera estupenda por John
Lithgow, quien se anticipa como un amigo-enemigo bastante duro para la joven
reina.
El vestuario también es digno de elogios. Basta con ver lo
idéntico que es el vestido de novia que luce Claire Foy, recreando el modelo que
usó Isabel II en su boda. Michel Clapton es la directora de vestuario de la producción
y ganadora de un Emmy por su trabajo en “Game of Thrones”. Clapton estudió
y buceó por meses en archivos históricos y, seguramente, en las revistas “Vogue” de
la época para no fallar en el estilo.
Claire Foy
La gran monarca que interpreta tiene poco que ver con la
imagen actual de la reina, la que a pesar de su ancianidad, sigue viéndose muy estricta.
En “The Crown” es una muchacha que reconoce sus limitaciones y decide
remediarlas antes de ser devorada por los políticos. En los primeros capítulos
se nota que tiene la oportunidad de ser el relevo fresco de una institución
arcaica, pero choca con el deseo de todos, y de ella misma, de mantener un
legado. Termina decantándose por lo segundo.
Claire Foy hace un gran trabajo. Isabel II nunca ha sido una
mujer expresiva, por lo que tuvo que echar mano a lo mejor que tiene para
potenciar esa imagen temerosa en un principio, pero luego fuerte, aunque
siempre respetuosa. El trabajo que hace con su mirada es abismante, sus ojos
hablan. La soltura con la que el personaje se va imponiendo sobre los dos
hombres que la acompañan (Felipe y Churchill) es puro placer televisivo. En algún
momento quedaba la sensación de que le impregnaría un lado feminista a su
personaje y terminaría siendo una especie de Daenerys o Peggy Olson, pero éstas
son una muestra pura de feminismo en televisión, mientras que la reina siempre
se ha resistido a esta etiqueta porque igualmente intuía que el género no
disminuiría la calidad de su reinado.
En algunos episodios, esto le procuró las críticas
de su propia madre y varias crisis matrimoniales con un hombre reacio
a tener un papel secundario: "¿Eres mi esposa o mi reina?", le
preguntó Felipe cuando ella le exigió que se arrodillara en la coronación.
"Soy ambas, y un hombre fuerte se arrodillaría ante ambas". Esto no
puede interpretarse como igualdad de género pero tenía un gran sentido
considerando la época y a los protagonistas. Igualmente, fue muy sabroso
observar situaciones donde los problemas que abordaban eran los típicos de
cualquier matrimonio, pues los datos señalan que aquella pelea en Australia, que
fue grabada accidentalmente por la prensa, fue real. Lo confirmó hace unos años
la biografía “Our Queen”. La pareja estaba en su viaje por Australia y
un equipo de prensa giró su cámara cuando vio que la puerta se abría y capturó
ese momento de pelea marital, donde volaron platos y otras cosas. También es
real que destruyeron la cinta pero no por buena gente, sino “por miedo”, versa
la biografía.
El guion
Peter Morgan elabora una historia perfecta. El guion es
profundo y tiene matices y detalles que le dan peso, consistencia a lo que se
cuenta pero él busca darle fuerza a ese choque constante entre el individuo y
la institución. Esa es la fascinación del guion (y del propio Morgan). Lo único
criticable es que algunas subtramas corren sin tanta fuerza y no despegan,
logrando que Claire Foy sea la única pieza que logra hacer encajar todo para
dar la estructura necesaria a lo demás.
Riesgos
La serie ha sido aclamada por la crítica y a pesar de lo
costoso de su producción existirá otra temporada. ¿Cuáles son los riesgos? Algunos piensan
que esta serie minimizó los problemas sociales de la época: "Me preocupa
que la historia de mi generación pueda perderse para mis nietos porque los productores
de televisión prefieren anestesiar a los espectadores"; esta fue la dura
respuesta del columnista de The Guardian, Harry Leslie Smith. A él no le gustó
la serie porque omite los movimientos socialistas que enrielaron la
verdadera revolución. Ese es el gran riesgo al que se enfrenta el público joven
de “The Crown”, el dar por sentado ciertas situaciones que se plantean bajo la
etiqueta de "serie histórica", pero que olvidan lo que ocurría fuera
de los muros de Palacio.
Pero en resumen, lo que podría parecer una historia centrada
en lo familiar termina siendo un retrato convincente de alguien a quien todos
pensamos que conocemos. Como televisión, la serie esta estupendamente montada y
bien interpretada.
Lo mejor: todos sus puntos son altos. Se notan muchas horas
de estudio para el contexto histórico y presupuesto para desarrollarlo.
Lo peor: No tiene puntos bajos. Algunas subtramas podrían
estar algo desconectadas.
El mejor capítulo: “Smoke and Mirrors”. Por los flashbacks
que se utilizan para cuando ella presenció la coronación de su padre. El rol
del Duque de Windsor es extraordinario como narrador no lineal del capítulo,
más el momento en que Isabel decide que su esposo debe arrodillarse ante su
reina. Son momentos espectaculares de un episodio muy bien logrado. Otro capítulo
extraordinario fue “Scentia Potentia Est”, pues muestra a una Isabel decidida a
reconocer y remediar sus propias limitaciones educativas y que disminuyen su
liderazgo. Gran escena aquella en que Isabel le reprocha a su madre el no
haberla educado más allá de simples protocolos y busca un tutor para que
subsane este déficit. Y en este episodio vemos a Isabel transformarse ante
nuestros ojos, en una de las mejores escenas de la temporada: tras regañar a
Lord Salisbury, Churchill le sigue y ella se muestra segura, decidida a
defender su título y la seguridad de su pueblo; en una escena muy simbólica, recurre
a su viejo cuaderno de colegio y a aquella palabra subrayada “trust”, que no
permite más palabras para describir el significado. Winston la mira con
admiración, reconociendo que ya está lista para reinar.
Recomendaciones: fijarse en el exquisito acento británico y
en los maravillosos planos generales.
Otra temporada?: Están terminando las grabaciones! Y deberemos
esperar hasta fines de 2017 para ver la 2ª temporada. Según una entrevista de
Peter Morgan a “People”, la trama se centrará más en Felipe de Edimburgo y en
la infancia del príncipe Carlos.
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